9.11.14

la frontera: una esperanza

La imposibilidad de estar en dos lugares al mismo tiempo puede también ser un gran acierto. Mientras dialogaba en la frontera con gente que de un segundo a otro se vuelve entrañable por su capacidad de empatía y humildad, en el df mis amigos se desvelaban por defender lo que parece hasta cierto punto indescifrable: la desaparición de los 43 normalistas. El whats up enloquecido durante la conferencia de prensa de Murillo Karam me impedía por momentos seguir lo que sucedía en Tijuana, es sorprendente como ciertas veces es tan transparente el sentimiento de quienes escriben, como sucedía ese viernes con lo que estábamos viviendo: una desgracia a todas luces que conmociona a los más sensibles y corrompe a los más ignorantes. El twitter, a su vez, no dejaba de actualizarse segundo a segundo, en el caso de Ayotzinapa cada vez son menos los que no se enteran, aunque deberían ser más lo que hacen algo. Diálogos cruzados no solo por las fronteras de la tecnología también por la distancia. Quería estar en los dos lugares pero al final solo estaba en uno: en la frontera, y ahí me quedé escuchando a quienes tienen una trayectoria recorrida, no solo de dolor, también de satisfacción. La frustración no encaja en su ser, quizá por los años, quizá por las compañías y las alianzas. Solidaridad escuchaba, un concepto que a todas luces me parece demagógico por la prostitución política de su uso durante el salinato, pero no así en las voces de quienes lo han vivido mientras ganaban batallas. La frustración, ahora que lo pienso, es un sentimiento de egoísmo, no de lucha. Narraciones paralelas entre el df y tj pero no con las misma experiencia, mientras en el df llorábamos por los desparecidos, en tj pensábamos cómo contravenir las desapariciones, no solo de los 43 estudiantes, también de las trabajadoras de la maquilla, de los migrantes de San Fernando, de las mujeres de Juárez, de todos quienes han sido usados como carne de cañón por los gobiernos mercantilistas. Un auditorio lleno en una universidad pública donde está prohibido pronunciares. Muchas cosas deben cambiar en las universidades, así como en el resto de la sociedad. Lo cierto es que esos cambios se dan con gotero y con activistas comprometidos. Conocí varios, unos que empiezan, otras que están consolidadas. Todos con mucha energía. Quise trasmitir a quienes en el df sentían tanta impotencia por una frase desafortunada de quien ante la adversidad no sabe que hacer más que salir corriendo. Les llevamos ventaja pensé, la resistencia es nuestro mejor aliado y nuestros maestros están en las fronteras, no solo geográficas, también espirituales.

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