8.5.15

terapia de la celebración

Hace unos días no fuimos de paseo para aprovechar el puente del día del trabajo. Desde hace meses tenemos la costumbre de reunirnos los tres para platicar de nuestros agobios, ligues y cualquier otra cosa que nos aflija o alegre. Al encontrarnos, lo primero que nos dijimos fue lo rápido que se ha ido el año, ya en mayo. De inmediato reaccioné y les dije, en Monterrey me di cuenta que tengo dos objetivos en la vida: que el tiempo no transcurra tan rápido; es decir, que debo disfrutar cada momento y no ceder al estrés de la ciudad, del trabajo, de la creatividad, y para ello debo aprehender mis logros. Ambos coincidieron en la primera parte pero la segunda no estaba tan clara. Les expliqué lo complicado que me resulta sentir la satisfacción del logro. Mentalmente la puedo entender, pero sentirla, abrazarla, regocijarme, pocas veces. Obvio es una conducta aprendida de la familia, les dije, donde reiteradamente mis padres me decían "tu obligación es estudiar, lo mínimo es un ocho, lo ideal es un diez". Así crecí. Así crecimos varios, con la exigencia de unos padres que transmitieron su propia exigencia seguramente porque con el paso de los años comprobaron los resultados. Yo también los he comprobado y estoy satisfecha, pero después de los cuarenta el tiempo es cada vez más volátil y los recuerdos efímeros. ¡Pues empecemos a festejar!,  dijeron. Nosotros festejamos todo el tiempo, cada ocasión se debe celebrar. Miré mi antebrazo, donde tengo tatuada una estrella, una estrella que me puse cuando me doctoré, un símbolo de la infancia, de los recuerdos de la guardería, donde por buena conducta nos ponían una estrella en la frente al salir cada día. No me tengo que tatuar cada logro, pensé, no lo tengo que hacer evidente, solo debo sentirlo, permitir-me el regocijo, saborearlo y disfrutarlo. Los logros no empiezan con acciones fáciles, se trabajan, se sufren, se gozan. No es una obligación ser exitoso, es una forma de vida, pero el éxito reside en como cada uno asume sus propios logros. ¿Con qué empezamos?, dijimos mientras llegábamos a nuestro destino. Cada uno hizo un recuento de la semana y brindamos, brindamos por las satisfacciones durante tres días que estuvimos juntos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario