21.9.17

cómo se vive un sismo en la #cdmx

I
No hay receta para reaccionar en un sismo más que mantener la calma, situación que se complica cuando no estamos preparados, una ironía a todas luces, sobre todo para quienes vivimos en la Ciudad de México, y estamos en lugares públicos. El 19 de septiembre un temblor, uno de tantos, volvió a sucumbir nuestro espíritu y nuestra ciudad. La experiencia, a 32 años del sismo de 1985 (misma fecha, mismo lugar), no fue un recuerdo de mi infancia sino un trauma de adulta. Mi primera reacción fue contener a las que tenía a mi alrededor para evitar la histeria colectiva, nos abrazamos mientras esperábamos a que dejara de temblar y poco a poco fuimos bajando de un tercer piso. Al pisar suelo sentí que el miedo lo traía en el cuerpo como cuando la humedad se mete en los huesos, y no fue hasta que empezamos a ver las imágenes de los derrumbes en muchos puntos de la ciudad que me di cuenta de la magnitud del desastre.

II
Tengo sentimientos encontrados, como casi siempre me pasa con este país cuando estoy cerca o lejos. Somos un pueblo arrojado, salimos a la calle sin esperar nada a cambio, nos mueve un extraño impulso de ayudar en la adversidad, nos pasamos de largo al gobierno, les damos la vuelta en organizarnos empíricamente, pero después se nos olvida, permitimos y participamos en la corrupción que nos carcome. Una muestra de ello ha sido la oleada de gente de todas las edades que ha salido a la calle con una bolsa de sandwiches, una pala, un casco, con la voluntad de poner su cuerpo para cargar, guardar, seleccionar. Con un poco de guía nos disciplinamos, guardamos silencio cuando se intenta sacar a una persona y aplaudimos si se encuentra a cualquier ser en los escombros. Pero de la misma forma hacemos las cosas al aventón, no hacemos responsables a los delegados, a los gobernadores, a los secretarios, al presidente por beneficiarse a través de la impunidad con la que las inmobiliarias han hecho crecer desmedidamente esta ciudad no solo en lo horizontal, también en lo vertical (en terreno fangoso).

III
Pasamos la primera noche esperando la réplica y ésta no llegó con la misma intensidad que 32 años atrás, aunque ha seguido temblando desde entonces. Nos reunimos para planear la ruta de brigadeo, pero al tiempo que volvía a la calle regresaba la ansiedad del día anterior. Quería regresar a la casa, cobijarme entre la sábanas como si no hubiera pasado nada. Inmediatamente me acordé de mi papá y su rudeza, he tenido eventos traumáticos en otras ocasiones y su remedio siempre ha sido el mismo: si te caes te levantas, me imaginé de pequeña subiéndome otra vez a la bici y respiré. En el carro comenté la necesidad de trabajar colectivamente el trauma, y estamos trabajando en ello. A diferencia del terremoto anterior, esta vez el acompañamiento, la experiencia, los conocimientos me han permitido situarme en el acto de la experiencia y muchas veces un abrazo, la compañía, saberse escuchado es suficiente para liberar el miedo, pero no siempre sabemos cómo hacerlo.

IV
Al tercer día la ayuda sigue llegando, la adrenalina que nos mueve a salir a la calle permea el ambiente de una ciudad caótica, ruidosa y ahora nuevamente devastada. ¿Cuánto más tenemos que aguantar sin chistar de los oportunismos de nuestros gobernantes que no se inmutan con la muerte de sus gobernados ? Hacemos chistes, nos reímos de nuestra tragedia, nos caemos y nos volvemos a levantar con la esperanza de que estamos vivos. ¿Es suficiente consuelo saberse vivo después de un desastre natural para cambiar un país con tanto potencial? La historia de nuestro pueblo nos ha hecho ver que es indirectamente proporcional la fuerza con la justicia distributiva. Escribo, me sale mejor, pero en realidad quiero gritar a todas las personas que ahora están en la calle recogiendo escombros, los escombros metafóricos de nuestra propia decadencia que ya estuvo, que nos merecemos algo mejor.

16.4.17

De retiros

Tomamos carretera en caravana, sería una exageración decir que como la familia burrón porque no somos tantos, aunque el espíritu era el mismo: vacacionar en familia. El plan original consistía en ocupar las habitaciones del hotel que para ese entonces ya estaría regenteando mi hermano, pero por causas del destino (digamos de una forma esotérica) no se logró. El plan ya estaba hecho, solo nos faltaba el hospedaje. Alquilamos por airb&b una casa en San Agustín Etla, a treinta minutos de Oaxaca, y acampamos ahí por seis noches. Sobrinos, hermanos y padres, tres generaciones juntas, con las dificultades que eso significa para la convivencia entre consanguíneos que a la distancia se entienden en silencio.

A diferencia de otros intentos de juntarnos para reconocernos como familia a través de los años, esta vez pude respirar el recuerdo de la convivencia infantil en las bromas, complicidades y sincronías durante el desayuno. Y sorprendentemente también decidimos abrir la caja de Pandora y hablar de nuestras intimidades, empezó como un juego y al final resultó ser una sesión de confidencias sexuales de adultos-adolescentes. Rompimos el hielo anquilosado de nuestra memoria homosexual, heterosexual, bisexual. Así, sin etiquetas. Quien más me sorprendió fue mi madre. Estoica escuchó las aventuras de sus hijos y sus nietos sin reconocernos. Esa costumbre de hablar de nuestra sexualidad nunca la practicamos y ahora da la posibilidad de hablarnos sin prejuicios.

Regresamos ayer, volveremos a nuestras lógicas afectivas de poner distancia entre nosotros, y el recuerdo de este retiro familiar quedará en la sonrisa y en los chistes y en las burlas entre nosotros. 


8.4.17

¿Dónde quedó la app de #blogger en #IOS?

Desperté, fui al baño, como todas las mañanas, y el dolor de estómago que pensé era llanto reprimido resultó ser un cólico. Tengo la mala costumbre de no llevar la cuenta y días como hoy me alegra enormemente inferir que mi profunda tristeza de los últimos días se debe a las hormonas y no a la separación. Me vestí presurosa para salir por un café y meditar qué hacer el resto del día. En el camino, una epifanía: volver a la escritura creativa y comprar una planta (quizá debe empezar por los básicos antes de tener otra vez pareja). Pedí el desayuno, intenté bajar la app de blogspot en mi iPhone, pero ya no está disponible para IOS. Desilusión, la segunda en siete días. La primera ya forma parte de mi pasado, pero ésta es mi presente. Me acostumbré a escribir en el celular, en medio de la gente, sentada en un café o esperando en la fila del banco. Justo donde la realidad se hace ficción. Siempre digo que no hago investigación de campo, pero es falso. Escribo in situ. Ahora debo decidir si cambio de celular o de terapia de contención.

Pd. Decidí comprar dos plantas, una más complicada de cuidar que otra. Espero que ambas sobrevivan hasta (y después de) que me enamore nuevamente. También compré la app de iTunes que permite editar en iPhone porque el soporte técnico de #google #blogger es nefasto. 

Edit


19.9.16

De regreso a las andadas

Después de un par de meses de ausencia y derivado de varios factores que ahora mencionaré, me tomé unas vacaciones que no sirvieron de mucho porque mi mente se atrofió y volvió a sus ansiedades... Ya me lo decía el psiquiatra, escribir es la válvula de presión de mi cabezota... Así que aquí me encuentro de nuevo.

Lo primero que tengo que decir es que dejé de escribir porque una querida amiga regresando de mi viaje me dijo en una comida que ya me había leído todo, que le contara algo diferente... Asombrada abrí los ojos con mirada de pistola que atravesaba su sonrisa y pensé que lo que había escrito durante mi año sabático era una probada del esto... Pero quizá me engañaba un poco.  Durante esos meses escribí obsesivamente y luego me percaté, lo cual agradezco, que la gente me lee, y que por lo mismo quieren que les cuente otras aventuras. Me pasó recién en una clase donde estaba narrando mis anécdotas y un estudiante me dijo "ah sí, como dices en tu blog"... Nuevamente miranda de pistola, pero esta vez no me inhibí y seguí narrando. Total, después de esa comida y conociendo mi poca elocuencia oral (enunciativa para que no se preste a malas interpretaciones) decidí que todo lo iba a decir con la palabra hablada. He sido un poco un fracaso en esta encomienda, salvo en las clases, donde el performance de mí misma se me da muy bien. Fuera de ahí soy bastante peresoza, incluso cuando se trata de ligar.
Eso me lleva al siguiente momento. En cuanto regresé decidí dar fin a mi celibato. Ascetismo dice mi terapeuta y creo que es más general e involucra muchos tareas pendientes a resolver o por lo menos a reflexionar durante meses de contemplación... Rauda y veloz, una vez en tierra mexica me puse en marcha... Que mejor espacio virtual que tinder para conocer posibles amantes (sí, y sé que en otro momento despepité contra tinder en este mismo espacio... Es de sábias equivocarse). Colgué mis mejores fotos, un slogan simpático e interesante y mucha paciencia. Dispuesta a todo y contrario a la vez anterior a todas (o casi todas) les di ✅. A los días ya tenía conversiones varias y una que otra me empezaba a interesar un poco más. A la semana quedé con una que ahora es mi novia, aunque a ella le da pena que lo diga en voz alta.
Obvio todo este proceso de conquista y seducción ameritaba usar mi creatividad en otros espacios que no fuera éste.
El tercer factor de mis meses de ausencia se vincula a su vez con el anterior, además de dedicarme al arte de la seducción posmoderna, también me di a la tarea de escribir un libro. Terminé fundida del cerebro. Si no había sido suficiente con lo que había escrito aquí durante meses, muchas veces bajo presión para no perder ningún detalle, también decidí en dos meses terminar un documento para entregarlo a un concurso... Ahora estoy en espera de los resultados, mucho más relajada y con mucha verborrea acumulada... De ahí que haya decidió volver a la escritura creativa, a este espacio lúdico y quizá en algún momento posterior pueda dejar de ir a terapia...