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10.7.25

El oficio de escribir con pluma fuente

Nos cambiamos de casa cuando tenía siete años. A esa edad desconocía lo que implicaba mudarse, después se volvió una costumbre en mi vida. El nuevo hogar nos dio más libertad a todos, mis padres escogieron una escuela a unas cuadras para que nos pudiéramos ir caminando. Una escuela la Sallista donde además de rezar por la mañana, usábamos pluma fuente en las clases. Escribir con pluma fuente y letra manuscrita es quizá lo que definió mi vocación. Regresábamos a casa con los dedos pintados de azul porque la tinta se escurría, no importaba si la pluma era recargable o de cartuchos. 

Scheaffer o Parker eran las marcas que mis padres nos compraban, yo no supe de la Bic hasta que entré al bachillerato, cuando también cambié a letra de molde, más por pertenecer que por decisión propia. Dejar la pluma fuente fue por rebeldía y cambiar la letra una tontería. Asocié al bolígrafo con la letra de molde y la manuscrita con la fuente. Ahora tengo una letra horrible y cuando no quiero que nadie entienda lo que escribo la hago todavía más ilegible, a veces incluso para mí.

Con los años me adapté, nunca me acostumbré, al bolígrafo. Entendí con el tiempo que usar pluma fuente era una cuestión de estatus y lo que menos quería era dar una impresión de arrogancia en un bachiller de exiliados españoles, mientras me sumergía en la literatura existencialista, pero cuando escribía en mis diarios me dolía la mano, no le encontraba el toque, si presionaba mucho se quedaban las letras grabadas, si lo hacía con soltura, como si escribiera en el aire, como estaba acostumbrada con la pluma fuente, las palabras quedaban mancas. Con los años me acostumbré a escribir en computadora, luego en el celular y cuando empecé a estudiar el doctorado regresé a los cuadernos.

En las papelerías buscaba el bolígrafo de punto fino para que resbalara en el papel mientras escribía en la hoja blanca. También compraba cuadernos sin rayas, de hoja gruesa y de pasta semi dura. Pasaba por los aparadores y buscaba la pluma fuente, pensaba en comprarme la que mi papá tenía y llevaba en la bolsa de la camisa cada día que salía de casa al trabajo. Un recuerdo de niña, cuando creía que algún día sería tan importante como él y podría llevar la pluma en mis camisas. A esa edad no aspiraba a ser escritora, solo quería tener la pluma. Tampoco sabía que asociaba el ser importante con la admiración que le tenía.

Al terminar el doctorado fueron mis padres quienes me regalaron esa pluma fuente. Una Montblanc edición especial de Beethoven. Me la dieron cuando regresé de presentar mi tesis en Barcelona, una tesis sobresaliente. Ellos decidieron no ir al examen y yo vi su regalo como una manera de reconocer mi esfuerzo sin saber muy bien a qué me dedicaba. Me estaban esperando con una botella de champán y la caja de la pluma. Seguía enojada con ellos, pero no pude disimular que me habían sorprendido, que era el mejor regalo que me habían dado en muchos años y que quizá en algún momento los podría perdonar por no haberme acompañado. El perdón se tardó en llegar. Guardé la Montblanc con recelo muchos años, me daba pudor llevarla a la universidad, sacarla en mis conferencias, no quería, nuevamente, parecer arrogante. 

Con los años de usarla en el hogar, el callo del dedo índice de la mano derecha recuperó su forma, ahora está todo el rato pintado según el color de la tinta que use. Ya no tengo pudor en sacar la pluma fuente en público, como tampoco tengo pudor de escribir desde lo más íntimo. Afortunadamente el callo de la escritura es una cuestión de oficio, el oficio de escribir con pluma fuente.





25.4.25

Ser de frontera

Morder el tiempo

las personas no regresan

los espacios que con tanto ahínco

te encargaste por ocupar

siguen siendo inaccesibles para ti

como inaccesible es la puerta 

para el hombre de campo en el cuento de Kafka

Ante la ley

eufemismo de la mezquindad humana

el siglo XXI se ha vuelto contra su propia humanidad

el aire se respira ominoso

y prefieres buscarte en el misticismo barroco

Sufrimiento y melancolía

preferible a frustración y desasosiego

Morder el tiempo

el aire se respira ominoso

quizá ya no sea necesario que busques dónde estar

aunque la puerta esté abierta

sabes que no podrás entrar

Ser de frontera has sido siempre

por qué querer cambiar

19.4.25

Dejar de ver

Hoy me caché

que había dejado de ver

mientras nadaba 

En cada respiración

al sacar la cabeza

para tomar aire

cerraba los ojos

Desconozco si para evitar la luz del sol

o a la gente que antes era cercana

Clavar la mirada en el fondo de la alberca

como una tortuga que se esconde en su caparazón

resultaba más placentero 

más seguro

que ver por encima de la superficie

Perdí el sentido de la navegación

ese que tanto disfrutaba en cada brazada

Perdí el ritmo, la cadencia, el disfrute

por dejar de ver al ras del pasto 

que crece fuera de la alberca

Hoy me caché

que había dejado de ver

mientras nadaba

No sé en qué momento pasó

solo pensé que si quería volver a nadar

en mar abierto debía abrir

nuevamente los ojos

y encontrar el rumbo







Vuelta de campana

La cruz o la T

según cada quien

indica que debes dejar de respirar

tomar la distancia adecuada

hacer la maroma

girar sobre tu propio eje

mientras desde el abdomen

avientas las piernas contra la pared

Tener la pericia necesaria

para no pasarte ni quedarte corta

esperar a que las puntas de los pies

encuentren la pared 

y hacer el amortiguamiento con los talones

las rodillas

la cadera

Expulsar el cuerpo

salir nadando en flecha

sobre la línea que queda entre la superficie

y el agua

una línea imaginaria entre flotar 

o sumergirte

Soltar poco a poco el aire por la boca

hasta sentir la urgencia

de salir a respirar

Una muerte pequeña

es cada vuelta de campana

donde el mundo gira

y tú con él

como la vida misma




11.4.25

Las oscuridades que tocas durante la vida

Decidí volver a ser estudiante por unos meses y me inscribí en un seminario sobre ateologías. Cada semana debemos enviar notas de la sesión en cuestión que iré subiendo en el blog.

Primera sesión

Con la instrucción de escuchar la canción “You Want it Darker” para la primera sesión del seminario escogí a bote pronto el remix electrónico de Solomun. El remix inmediatamente me redirigió a cuando de madrugada, después de una noche de fiesta con mi hermano menor, regresábamos a la casa familiar. La oscuridad del antro donde nos hicimos cómplices de la fiesta gay durante los años noventa del siglo pasado contrastaba con las luces del amanecer y la música vibrante que nos dejaba sordos cuando prendían las luces del lugar, una vez que la fiesta terminaba. Salíamos borrachos, extenuados y extasiados de bailar sin parar, de cantar, gritar y tratar de ligar a alguien, daba igual, era de noche y todo se valía. 

Después de la primera sesión escuché la versión de la canción original. La interpretación de esta contrastaba con la dicha del recuerdo. Un canto solemne de esos a los que Leonard Cohen nos tiene acostumbradas, una voz rasposa, penetrante, una cadencia con pocas licencias y muchas texturas. La alegría del primer momento se esfumó en un segundo y me remitió a una segunda oscuridad, la de su muerte. La oscuridad del agujero negro en que se convierte la propia existencia durante el tiempo que tardas en intentar sanar del trauma (algo que creo nunca se logra), mientras haces eso que Derrida llama el trabajo de duelo. 

Durante la sesión me resultaba difícil organizar ambos sentimientos, el de una gran dicha y el de una gran tristeza. Escuchaba la interpretación de la canción y trataba de entrelazar ambos momentos, tocar ambas oscuridades mediante la mediación de una lectura completamente ajena a lo que estaba sintiendo. “Hineni hineni / I’m ready, my Lord”. Pensaba en mi hermano a quien la muerte lo sorprendió de manera violenta y pensaba en lo que he sentido los últimos seis años. Castigo, sufrimiento, aceptación no son propiamente las categorías con las que me he querido identificar estos años, pero sin duda las he transitado constantemente.

Una oración me hizo sentido mientras la sesión transcurría: el espíritu capturado por Dios se da en la oscuridad. Momento en el que pierdes el control. Tocar la oscuridad muchas veces en la vida, acostumbrarte a ella, es quizá la posibilidad de saber que estás viva, aunque alguien más ya está muerto.  


25.3.25

Pedagogía de los afectos

Aprendí actos de magia

No fue difícil darme cuenta que para existir

para ser vista

tenía que desaparecer

o por lo menos disimular que no me daba cuenta

que mi presencia incomodaba

Preferí ocultar lo que pensaba

lo que sentía

lo que deseaba

Me hice de amigos a quienes rápidamente

aprendí a copiarles el lenguaje

una sintaxis básica del estar presente

Quise parecerme a ellos

me esmeré en su cuidado

aprendí a no recibir nada

a darme por completo

Quizá si me escamoteaba

no se daban cuenta

de que algo estaba mal en mí

o eso me hicieron creer

Escamotear-me permitió sobrevivir

hasta que ya no fue posible ocultarme más

Con los años he dejado atrás amistades, parejas, familia

lo mismo que las expectativas 

de querer coincidir

Trastorno de aislamiento social

La clínica está acostumbrada a nombrar lo que incomoda

lo que no se ajusta a la norma

Hace falta una pedagogía del padecer

una pedagogía de los afectos

La memoria es un juego giratorio

La memoria es un juego giratorio

de un día para otro, con un olor, una sensación

o la secuencia final de una episodio de serie

recuerdas aquello que habías dado como verdadero:

romperte el tobillo en un juego giratorio

Las fotografías no mienten 

el tobillo está roto 

y la pierna enyesada

Cuatro años de edad como máximo

indica la fotografía con mi abuela y mi madre 

que sobre el mar de Tampico me cargan de muertiro para no mojar el yeso

Un yeso que cubre la pierna derecha por completo

y proporcionalmente es la mitad de mi estatura

Un recuerdo feliz hasta que la memoria me hace dudar

del momento en el que me lo rompí

Metí la pierna en un juego giratorio para intentar pararlo

el tobillo se partió en dos

No fue en la guardería como me dijeron

sino en el parque de la colonia

alguien no quiso bajarme a tiempo

se divertía con mi temor 

temor a la velocidad

temor al vertigo

temor a la vulnerabilidad

El temor que me ha acompañado toda la vida

La memoria es un juego giratorio

He repasado el recuerdo cientos de veces a lo largo de mi vida

Nunca fue tan nítido como ahora

la niña está sola

no hay un adulto cerca

la historia de mi vida

el abandono, la anomia, la invisibilidad

la verdad que me contaron también es mentira

como muchas otras en mi vida

La memoria es un juego giratorio

como es la propia vida

19.10.24

Qué decir de cuando se llega a los 50 años

Hoy cumplo 50 años y aunque no lo creí en su momento, los 50 son los nuevos 30. Si hace 20 años no pensaba en llegar a esta edad, ahora tampoco pienso en que el pasado fue mejor. Cumplir años es superarse día día, una superación dialéctica, donde a veces avanzas un paso y retrocedes tres, hasta que te das cuenta que aquello con lo que creciste toda tu vida no es real. Te dicen que hay que buscar el amor, la felicidad, el éxito. Con los años sabes que nunca se encuentra porque nada de eso se busca, en todo caso lo procuras. Aunque parecen oraciones hechas, lugares común, eso que luego cuestiono del coaching, pues sí, ahora que cumplo 50 sé que hay muchas frases hechas que cobran sentido con el tiempo, con la edad. Una de esas, un gran aprendizaje de hecho, es que "el tiempo lo cura todo", o casi todo. Cura la tristeza, el dolor, el trauma, pero no lo cura por ósmosis, sino que, y aquí viene la parte a veces no tan divertida, hay que comprometerse y mucho. Comprometerse con conocerte a ti misma, otra frase trillada, conocer lo que duele y nombrarlo; conocer, experimentar, sentir lo que da alegría y nombrarlo; saber pedir perdón, reconocer los errores, que son muchos a lo largo de la vida, reconciliarse con la frustración, con la expectativa, con la muerte de un ser querido incluso; saber que lo que haces, dices, piensas te afecta y afecta al entorno. Con los años aprendes a cuidar las palabras para no herir-te, aprendes a escoger las batallas y a no quedarte callada, pero sobre todo aprendes a dejar ir conocidos, colegas, familia, lugares, trabajos. Soltar los silencios que incomodan, los juicios de valor y las críticas que lastiman. 

Con mis 50 años recién cumplidos abrazo a mis otras yo que he sido en cada década, a cada una de ellas las honro, las amo, las veo en la película de mi memoria y no cambio nada. Puedo decir sin temor a equivocarme que he hecho con estos 50 años lo que he querido y más de lo que he deseado, quizá, precisamente, porque nunca desee nada, nunca me imaginé llegar a esta edad, solo me dediqué a vivir al día, a viajar, a conocer el mundo, a leer, a escribir, a amar, a nadar, a jugar, a compartir. También sé que no llego sola, son muchas las personas que me han acompañado y a todas ellas les agradezco nunca soltarme, ofrecerme un lugar en su corazón, en su vida, en su estar en el mundo. 

Medio siglo se dice fácil, pero en el medio siglo de hace cien años pasaron dos guerras mundiales. A veces perdemos noción de lo que es la vida y estar vivos, por eso hago este ejercicio de escritura a manera de corte de caja. En medio siglo les cientos de libros, escribes miles de palabras, nadas n cantidad de kilómetros, duermes cantidad de horas, trabajas muchas más, respiras millones de veces, se regenera la piel, las neuronas y el alma n cantidad de veces. Con cada arruga, con cada cana, con cada lágrima derramada, con cada cicatriz, se engrosan los afectos, ya sea para que te vuelvas más o menos sensible. La sensibilidad que te permite observar las hojas que caen en otoño, escuchar el agua correr con la lluvia, reconocer la alegría del perro cuando llegas a casa y disfrutar del café en la cama. Con medio siglo detrás tienes una historia que contar, tienes una vida hecha y tienes un futuro por delante. Hoy cumplo 50 años y puedo decir, sin temor a equivocarme, que soy una mujer plena, realizada y amada. 

24.8.24

Agrado

A mi hermano le gustaba agradar

lo conseguía con su sonrisa 

Con su carisma 

Nada que ver con Agrado

El personaje de Almodovar en Todo sobre mi madre

Cuando mi hermano me preguntó por un nombre para su hotel

No dudé en decir Agrado

El nombre propio que resignificaba

La reminiscencia de nuestra estancia en Barcelona 

La dignificación de nuestro trasvestismo migrante

El agenciamiento político que vino con nuestra libertad fuera de la casa familiar 

El reconocimiento a nuestra homosexualidad 

Una recordatorio de la responsabilidad de llevar al otro

Al huésped, al solitario, al que está por venir 

Como alguien más lo hizo con nosotros 

Con su muerte, la de mi hermano,

a diferencia de lo que le sucede a Agrado,

el personaje de Almodovar,

Agrado dejó de ser un nombre propio para convertirse en un nombre común 






Creencias

Dejé de buscar respuestas en las creencias de los otros 

Por años vagué entre dogmas, cosmovisiones y relaciones diversas

Dejé el laicismo y me volví agnóstica

Dejé los rituales de iniciación 

hinduistas, budistas, cristianos, mexicas

incluso los del amor cortés

Aunque me hubiera encantado probar con los rituales 

órficos, pitagóricos y sáficos

Dejé de buscar respuestas en las creencias de los otros 

Porque me encontré conmigo

En un sueño:

Desde la orilla de la piscina cubierta de lirios observaba

A una bebé de meses que se hundía 

Me tiré al agua sin dudarlo

La tomé de las manos  

Para rescatarla del fango en el que ya reposaba inherte

Subimos a la superficie 

La recosté en mi pecho

Respiramos juntas

Dejé de buscar respuestas en las creencias de los otros 

Porque me encontré conmigo 







22.8.24

Desvanecimiento

Mi temor más profundo se hizo realidad

me desvanecí

un par de veces:

bajé el switch

El cuerpo reciente lo que no se dice

sudoración fría

palpitaciones aceleradas

El cuerpo reciente la tristeza

la mandíbula se contrae

la vista se nubla

El cuerpo reciente el trauma

no del presente

el que se hizo costra

alrededor del corazón

Respiraciones cortas

apneas incluso

no llega sangre a la cabeza

El cuerpo reciente la frustración

se desconecta

Me gusta la analogía si la pienso en inglés

un-plug

El desvanecimiento no da tregua

caes simplemente 

pierdes la conciencia en segundos

La primera vez, al volver en mí,

me rodeaban las caras de gente conocida

que entre risas, sorpresa y espanto me preguntaban 

si estaba bien

No supe qué contestar

pero a partir de ese día supe que estaba rota

Deshidratación, estrés, falta de sueño, ansiedad

posibles causas del desvanecimiento

dicen los médicos

El desvanecimiento es un síntoma

del quererse morir en vida

que el cuerpo rechaza

e inmune reacciona

hasta que de un día a otro

la misma sensación de desvanecimiento

se desvanece

Mi peor temor se hizo realidad más de una vez

y ahora sé lo que es estar viva


21.8.24

Popocatépetl

Por tus faldas rodamos

Guerrero invencible 

Risas

Infancias

Familias

Hundidas en los mantos de arena negra y fina

Vencimos al emblemático volcán de los paisajistas

Tocamos la nieve

nos asomamos por la ventana del cielo 

proyectamos un futuro 

Que se esfumó 

Con tu muerte 

La del guerrero herido 

La del hermano asesinado

La de los silencios y secretos de familia 

Contigo murió aquello que sembramos 

Empezando con el árbol de la casa de campo 

Un presagio 

Las cenizas del volcán nos cubrieron 

Ocultaron los afectos que estaban prohibidos entre hermanos 

Pero latentes como un volcán vivo

Tu muerte las dispersó

Los susurros del inframundo subieron a la Tierra 

La familia se rompió en un hechizo 

El hechizo de preferir el silencio a la justicia 

El guerrero invencible dictó sentencia 

Nunca más pudimos volver a subir a la cima

Ni ver el cielo desde la ventana del volcán 

Ni verte a ti ni a la familia que fuimos 

quedan las huellas cubiertas por la ceniza

Y nadie las quiere limpiar 



20.8.24

Amistad

Volar alto
recorrer el tiempo
reír en la arena
de los recuerdos

Infancia 
referente incondicional
de la amistad inocente
añoranza perenne
que con los años se transforma en exigencia
de aquello que no aprendimos a dar

el tiempo
los afectos
la generosidad
la hospitalidad

Vorágine de deseos condicionados

¿Dónde queda la política de la amistad?

La amistad imposible 
la amistad del tener que llevar-nos
[como Sísifo]
en la atemporalidad de cada relación
incluso cuando la amistad
se ha ido





Monotonía

Mientras camino con los perros

siento la monotonía 

mismo horario

misma rutina

Los perros son seres rutinarios

como nosotros los humanos

Mientras camino con los perros

siento la monotonía de la monogamia

del matrimonio

de compartir el día a día

de planear en conjunto

Mientras camino con los perros

siento la monotonía del paso de los años

de la estabilidad anelada

de la realización empeñada

Mientras camino con los perros

observo los árboles

siento el aire frío 

de madrugada

en la cara

habito la monotonía

como se habita el hogar




Trabajo de duelo

El tamaño del dolor

título del libro

de un escritor kosovar

ya muerto

Epitafio de un poema

¿De qué se duele

el doliente

en el duelo?

¿De la pérdida

de la tristeza

del dolor

del trauma?

Nunca se sabe

con certeza

de qué tamaño es el dolor

del doliente

salvo cuando deja

de doler

¿Es absurdo?, sí

el duelo es lo más absurdo

del estar sin estar

en vida

Puertas de nostalgia se abren

se cierran 

en cada duelo

siempre uno distinto

un dolor y un doliente nuevo

Nunca se aprende a sobrellevar el duelo

nunca llega la "pronta resignación"

es solo una frase hecha

un convencionalismo

¿De qué dimensión es el

dolor del doliente?

De la dimensión de los que ya no están

de los que están muertos.


19.8.24

Silencio

La depresión 

es silencio

que oculta

lo más doloroso

del ser siendo

La depresión

es estar

sin saber cómo

topologizar

cronometrar

el tiempo real

no así la realidad

de lo otro

La depresión

se mide

en silencio

Puedes vivir  años

sin la autoconciencia de sí

hasta que

un día

después de habitar

las ausencias

las fugas

los hoyos negros de la memoria

y la descorporización del mi

[mi cuerpo, mi goce, mi deseo]

empiezas a 

imaginar un futuro posible

también en silencio

El futuro posible de quien escribe

deja rastro

e inicia el resto del viaje

nuevamente en silencio



Piscina

Piscina:

me gusta más que

alberca

Piscina:

fonética

y morfología

del agua contenida

Piscina:

estado meditativo

contemplativo

Navegar en hipnosis

tocando los bordes

de la piscina

como pez en el agua

Una tautologia


¿Para que nos entrenamos?

Nos entrenamos para vivir

casi nunca para morir

Nos entrenamos para ser felices

sin saber mentir

Nos entrenamos para sobrevivir

incluso a costa de la libertad

Nos entrenemos en el arte de amar

sin intentar seducir

en el arte de la política

con intención de persuadir

en el arte de la amistad

sin responsabilidad

Nos entrenamos para competir

sin aprender a perder

Nos entrenamos 

¿Para que nos entrenamos?

¿Nos entrenamos 

o nos condicionamos

a ser 

lo que no somos?




Incondicionalmente

Amar incondicionalmente 
a los perros 
as amar lo que somos

Amarnos 
a través de los perros
es amarnos incondicionalmente

Los perros aman
incondicionalmente
Aman lo que son





12.7.24

Manifiesto de una disminuida neurodivergente y perimenopausica

Voy a cumplir cincuenta años en unos meses más. La edad nunca ha sido un factor determinante en mi elección de vida. No me siento joven no me siento vieja. No vivo en función del convencionalismo social ni del cómo te tienes que ver en determinados sectores profesionales en los que me desarrollo. 
Con los años he aprendido a escuchar a mi cuerpo y a actuar en función de ello porque he experimentado ansiedad la mayor parte de mi vida. Una ansiedad funcional que, hasta hace unos cinco años, posterior al asesinato de mi hermano en 2019, se volvió un padecimiento de salud mental. De la mano de la ansiedad, el trauma y el trabajo de duelo, del que he escrito mucho en este espacio, la depresión también se hizo presente. Los últimos tres años, por lo menos, puedo decir sin temor a equivocarme que he vivido como una disminuida neurodivergente y perimenopausica. 
¿Qué cambia con la (peri)menopausia? Todo. La manera de ver, ser y estar en el mundo se vuelve tan caótica como cuando eres adolescente. En estas dos etapas de la vida, y aquí me voy a referir exclusivamente a las mujeres que nacemos con órganos reproductivos de hembras porque es el cuerpo que he vivido y conozco y del que puedo hablar, sufrimos todos los cambios posibles. A algunas les puede ir muy bien, a otras no tanto. Lo complicado es que los cambios afectivo-corporales llegan para quedarse y muchas veces no sabemos cómo gestionarlos. 
La primera ayuda que los y las médicas sugieren siempre va a ser un fármaco, terapia de reemplazo hormonal o antidepresivo más ansiolítico. Una solución que obviamente enriquece a las farmacéuticas. En esta primera etapa de buscar el fármaco ideal se te puede ir la menopausia, los diez años que en promedio dura. 
¡Diez años de nuestra vida adulta! Los diez años que podrías dedicar a ser una mujer plena que ya sabe lo que quiere en su vida se ven trastocados por la disminución (de ahí que nos volvamos disminuidas) en la producción de hormonas. Ya no sientes las mismas ganas de levantarte, te duelen las articulaciones, se ensanchan las caderas, un enfermedad se engarza con otra, el dinero se te va en ir al médico, en comprar medicinas, vitaminas y suplementos alimenticios. Algunos te funcionan mientras que otros, como en mi caso, te causan hipersensibilidad y agravan los síntomas. Atinarle al fármaco se vuelve una ruleta rusa, mientras que el estado de ánimo se trastoca.
Los afectos se trastocan, sientes enojo con el mundo, intolerancia con la gente que te rodea, tristeza, rechazo, alegría, felicidad, depresión, ansiedad en un mismo día. Cambias de ánimo tanto y tan rápido como cambia el clima en la Ciudad de México. En un solo día de verano amanece frío, se siente humedad con el paso de las horas, hace calor al medio día y llueve torrencialmente en la tarde. Si sales temprano de tu casa tienes que llevar el guardarropa entero o aprender a vivir ligera. Yo me decanto por lo segundo. Con la (peri)menopausia hay que aprender a vivir ligera. 
Si en la adolescencia la gente mayor te veía como un ser indescifrable, irascible, pero al que se le podía todavía controlar, con la (peri)menopausia ni una misma es capaz de saber de qué humor vas a amanecer, aunque nadie te puede controlar; en el mejor de los casos te tiran de a loca o te dan el avión. En ambas etapas de la vida se evidencia la carencia de un cuidado de la salud mental, tanto de las personas que están pasando por alguna de estas etapas, como de las que las rodean. De ahí que sea fácil dar consejos que hemos heredado de siglos atrás: no te enganches, no veas solo el negro en el arroz, no hagas caso si ya sabes como es, es normal, déjalo pasar. Estoy tan cansada de esta cultura de no hablar las cosas que nos molestan, de no ser directos con la otra persona, de no exigir una escucha atenta, de no ser generosos afectivamente que al final sólo queda vivir ligera con las consecuencias que ello traiga.
La conclusión a la que llego es que con la (peri)menopausia que experimentamos en la vida adulta, ya sea que nos decantemos o no por los fármacos, es que hay que mandar todas las aspiraciones impuestas por una sociedad heteronormada a volar. No te tienes que ver joven, no tienes que traer el cabello largo si no quieres, no tienes que andar arreglada si no te gusta y nunca lo has hecho, no te tienes que maquillar ni usar ropa de marca. 
Con 50 años y en la perimenopausia  no tienes que ser ni la más exitosa, ni la más realizada, ni la más rica, ni la más guapa, sólo tienes que ser tú. Pequeño problema, cuando se ha vivido toda la vida tratando de cumplir las expectativas de la familia, de las parejas, de los colegas, de los amigos, la confusión de los cincuenta años no es precisamente por las hormonas, sino porque posiblemente nunca has hecho realmente lo que has querido ser. El pretexto de ser una disminuida te da la oportunidad de rehacer, desandar la frustración acumulada, romper o poner distancia con la familia heteroparental y de coincidir con esas otras personas que como tú también son unas disminuidas por ser lo que son, sin filtro.
———
Disminuido es también una categoría que propone uno de mis estudiantes de filosofía (link: https://ecologiadelafecto.blog/2024/06/05/carta-de-un-disminuido-a-un-monstruo/). En este texto no empleo la categoría de disminuida en los términos ni las experiencias de vida de alguien que nació con parálisis cerebral, sino como un proceso de disminución de la producción hormonal en el cuerpo de una mujer y en su potencia de afectar y ser afectada.