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22.4.24

Mi relación con el Popocatépetl

Quiero escribir algo más largo sobre lo que ya de adulta empiezo a hilvanar con los flashazos de recuerdos que en oleadas de nostalgia empiezan a ocupar mi relación con la naturaleza. Recuerdos que aparecen al observar los gestos en las fotografías, las oraciones en la mirada o la gramática del afecto familiar. Hace unos días una amiga me dijo con sorpresa que era la segunda persona que conocía que había subido al Popocatépetl, volcán emblemático de la mitología nahua y un referente para quienes habitamos la Ciudad de México. 

El Popo es un volcán que nunca ha dejado de estar activo, haciendo alusión a la leyenda de su creación: un guerrero, Popocatépetl, manda construir una tumba donde sepulta y vela a su amada, Iztaccíhuatl, la princesa tlaxcalteca que muere de tristeza al enterarse de la supuesta muerte del guerrero en batalla. A diferencia de Romeo y Julieta o de Píramo y Tisbe, la amada no se quita la vida y el guerrero, el amado, se inmortaliza con la leyenda y con la actividad del volcán al que está prohibido subir desde 1994. Un año crucial para México y sin duda para mí propia reflexión intelectual. 

La familia de mi padre es originaria de los alrededores de los volcanes, entre Amecameca y Ayapango, Estado de México. Los diversos poblados con los que colindan hacen frontera con la reserva natural. Una reserva que en las últimas décadas ha estado expuesta el ecocidio tanto de las autoridades, los pobladores y el crimen organizado. Una imagen distópica de mi mirada infantil de los tiempos en los que subir al Popo era una manera de entretenernos y mantenernos ocupados. Fuimos cuatro hijos y ofrecernos el poder ser libres fue como mejor entendieron mis padres nuestra educación. 

La libertad de esa época, en los años ochenta del siglo pasado, con mis seis u ocho años, consistía en llevarnos al volcán y dejarnos libres. Subir lo más alto que pudieramos una vez que hacíamos base en Tlamacas, el refugio que sigue cerrado desde 1994, donde llegaban alpinistas de cualquier lugar del mundo. Una vez arriba nos dejábamos caer por las faldas del volcán con la inercia del peso de nuestro propio cuerpo. Regresábamos empanizados a la casa de campo de Atlautla, otro poblado que colinda con los volcanes, que mi padre tuvo a bien construir hace más de cuarenta años. Con tierra oscura y fina metida entre la ropa, las narices, los ojos, las orejas y demás orificios de nuestro cuerpo, nos reíamos de la hazaña con la esperanza de regresar pronto a tocar algún día la nieve. Sólo una vez lo logramos y fuimos muy felices.

Tlamacas, foto de internet.

Subida al Popocatépetl, años ochenta del siglo XX.

Tlamacas, años ochenta del siglo XX. Debo ser la del jorongo amarillo y mi hermano el del jorongo rojo.
 

Así podría empezar la historia que me interesa contar. Este es sólo un avance aprovechando que es el día internacional de la madre tierra.


20.3.24

El agotamiento de habitar la CDMX

Sentir agotamiento no es igual a la sensación de fatiga. El agotamiento es un tipo de cansancio crónico del que a veces no me puedo recuperar ni con las horas de sueño. El agotamiento de habitar una ciudad tan compleja como la CDMX o en general cualquier ciudad. Aunque parezca una mala idea quejarse del ruido de la ciudad en las redes sociales, ese ruido que ya es imperceptible para quienes estamos acostumbrados, son los nómadas digitales que están gentrificado los barrios quienes nos dejan ver que no es normal el número de decibeles en el que cohabitamos. Como tampoco es normal el tiempo que pasamos en el tráfico en auto particular, ya no digamos en transporte público. 

Tampoco es normal vivir en una ciudad cooptada por la economía informal, particularmente en las zonas más hacinadas, ya no las más pobres, donde lo que impera no es la inseguridad, sino la falta de consenso para favorecer a las personas que las habitan. Zonas que carecen de áreas verdes, de banquetas para caminar, de un adecuado sistema de recolección de basura. Zonas que carecen de agua y han crecido allanando los cerros, talando los árboles, robándole terreno a las áreas naturales y dejando que el transporte concesionado se adueñe de las avenidas. Escenarios distópicos que observo cada tercer día que voy a dar clases a la universidad desde hace veinte años.

A esto se suma el estrés que hemos acumulado desde la pandemia, muchas pudimos quedarnos en nuestras casas, pero nos convertimos en esclavas del celular, del estar conectadas 24/7, un hábito que ha sido difícil erradicar porque la demanda del hacer-se presente, ya no sólo del hacer, también es parte del agotamiento colectivo. En la academia no estamos exentas, la convulsión de no dejar de escribir o de dar conferencias, clases y de organizar seminarios, es parte de ese agotamiento colectivo. Comemos mal, dormimos mal, amamos mal. Nos queda poco tiempo para el tiempo libre, para favorecer la calidad de vida, para tomar vacaciones, para hacer un picnic, para exigir a nuestros gobernantes que no abandonen los pocos espacios que tenemos para disfrutar al aire libre. 

Hace ya varios años, con la contaminación atmosférica, empezamos a observar que los pájaros en la ciudad caían muertos en el asfalto. No quiero sonar fatalista, pero la analogía funciona para prever que a nosotras nos puede pasar igual con el agotamiento si no regresamos al cuidado colectivo, si no proponemos una ecología del afecto.

17.2.24

Amanece lloviendo

Amanece lloviendo

la rutina de sacar a los perros se nos descuadra

a Ramona no le gusta mojarse

es febrero, no tendría porque llover, pero se agradece

Lo que sea agua en la cdmx es un respiro para la sequía

la del alma

la del cuerpo

la que ha dejado la corrupción y la violencia

La gotas en la ventana

el vaho de la madrugada

señuelos de la vigilia

del sueño

de la pesadilla

Vomitar hasta saciarse es depurar el inconsciente

o eso quiero interpretar 

Desperté alterada

una señora que cumple años me pide dinero 

a cambio de los recuerdos de la infancia

Un terreno inhóspito

el del recuerdo

no en el que pasamos los fines de semana

Subíamos al Popocatepetl

contabamos historias 

dejábamos el asfalto

corríamos por el campo 

libres

sin ataduras

Recuerdos

sueños que se lleva el agua

Amanece lloviendo

no podemos sacar a los perros

26.7.23

¡Vámonos a volar junto con el pajarito azul!

El blog y las redes sociales fueron un parteaguas en mi vida. De ser una muchacha tímida, callada, reprimida y con mucha facilidad para la escritura, encontré en los blogs y las redes sociales la salida a mi anonimato e invisibilidad (anomia, nombrada clínicamente por mi terapeuta). Empecé a escribir desde muy joven, ya lo he comentado en este mismo espacio, desde los siete años en los yesos que cada tanto necesitaba porque me encantaba andar en la calle jugando con mis "camaradas" de la cuadra. Así que pasaba algunos meses encerrada con poca actividad y sin poder ver la TV porque teníamos horarios establecidos para ello. Después, en la adolescencia, cuando mis camaradas se hicieron "hombres" y cambiaron la amistad por relaciones de pareja, empecé a escribir sobre la soledad, el devenir, las relaciones que a mí no me interesaba tener: no me interesaba reproducir la heteronormatividad sexo genérica en mis relaciones de amistad, yo quería seguir jugando a que el mundo nos pertenecía. La escritura y la lectura se convirtieron en el único escaparate para una infinidad de dudas existenciales que nadie podía resolverme. Seguí escribiendo conforme fui creciendo, encontrando mi propia voz, mi propio estilo. De un dia para otro me sentí lista para dejar los cuadernos y lanzarme a la escritura en blog que se puso muy de moda a principios de este siglo. La rebeldía de la autopublicación digital pretendió irrumpir, evidenciar, transgredir el establishment literario de las editoriales que no eran tan grandes ni monopólicas como ahora. Fuimos varias las que nos subimos a la ola de la era digital para dar a conocer nuestro trabajo, pero nadie nos dijo que con los años iba a ser un trabajo extra y sin paga porque lo digital también se viralizó, se corrompió y se volvió un negocio con alcances inimaginables hace veinte años. Escribía por el mero placer de escribir como ahora. Lo que cambió es que esa chamba extra de visibilizar mi escritura que trajo consigo las redes sociales consistió en un desgaste inaudito y una inhibición de la creatividad, empecé a escribir para la gente, para ganar likes y seguidores y dejé de escribir para mí. Con el reciente anuncio de Elon Musk de modificar el logotipo de Twitter, un pájaro azul hermoso (uno de los logos más creativos en lo que va del siglo, junto con el de Kindle) por una espantosa X (y eso que mi nombre también es de x), decidí dejar Twitter. Ya tenía tiempo incómoda con su devenir, incluso con el de los blogs que también se los comió el mercado, el MKT digital, el tecnocapitalismo, perdiendo toda su esencia aurática de rebeldía. Llevaba meses pensando qué futuro le esperaba a una de mis redes favoritas  cuando Musk anunció que Twitter, como en su momento lo hizo Zuckerberg con Meta, se convertiría en un sistema financiero global. ¡Vámonos a volar!, pensé inmediatamente. Y aquí estoy, regresé a los clásicos, al gusto por la escritura en primera persona, a escribir para mí y para quien quiera leerme sin prisa y con calma. No voy a cerrar mi cuenta de Twitter porque quiero conservar mi nombre de usuario @roxrodri con su x incluída, solo voy a dejar de usarla tanto como una fuente de investigación como un escaparate de mi trabajo intelectual. Regreso a los blogs con esa idea inicial que tuve cuando empecé a utilizarlos: llevar un diario de campo, sistematizar las fichas bibliográficas, redactar proyectos de investigación, darle una salida a las verborreas mentales, escribir mis clases y seminarios, y publicar textos cortos de divulgación e investigación. Sigo convencida que el blog, a diferencia del giro reciente en las redes sociales, es la vía más democrática de compartir y generar conocimiento.


6.6.23

Decidir por lo que te hace sentir bien

Dejé la terapia de reemplazo hormonal (TRH) hace dos días. Lo más difícil es tomar la mejor decisión para el cuerpo trans-menstruante, no es fácil por muchos motivos. El primero y quizá más complicado es lograr la transferencia con la ginecóloga como se logra con una buena terapeuta. Confiar plenamente en la medicina es, desde mi perspectiva, un error porque no todos los cuerpos son iguales ni necesitan lo mismo, el mío, por ejemplo, es en exceso sensible a los fármacos en general. Lo comprobé nuevamente después de veinte días de estar tomando hormonas y de recurrir dos veces a mi ginecóloga para decirle que me sentía fatal. El fin de semana pasado que le volví a llamar me dijo que definitivamente los malestares eran provocados por las hormonas y que si quería podía suspender el tratamiento, que en un mes intentamos con otro, quizá un tratamiento tópico, menos fuerte, y así  hasta dar con el que me hiciera sentir bien.

Podía suspender el tratamiento; es decir, la decisión siempre va a ser mía a menos que pregunte explícitamente por una recomendación. De ahí que lo segunda complicación a la que nos enfrentamos es saber qué es lo mejor para el cuerpo trans-menstruante. Tenemos tan poca información del funcionamiento de nuestro cuerpo en general (y tan poco interés por descubrirlo, explorarlo, cuidarlo, una cuestión meramente cartesiana que me hace pensar en que si la filosofía le hubiera hecho más caso a Spinoza quizá no estaría escribiendo esto) que llegado este momento, para mí, hay dos opciones: no le hago caso porque no tengo tiempo para ello, como me dijo la trabajadora doméstica de mi hogar, o me ocupo. A mí no me queda más que la segunda opción porque tengo mucho tiempo libre para estar sintiendo y pensando en lo que le pasa a mi cuerpo trans-menstruante (tanto tiempo que hasta puedo escribir sobre ello)

¿Qué es lo que me hace sentir bien? Quizá no tomar ningún tratamiento y como muchas mujeres dejar que el cuerpo trans-menstruante haga lo suyo. Lo que hasta ahora tengo decidido es dejar que mi cuerpo trans-menstruante termine de sacar el shot de hormonas artificiales que le metí, hacer el trabajo terapéutico con mi analista, seguir escribiendo en este blog, nadar todos lo días que pueda o que el cuerpo quiera, regresar a yoga, beber todos los días una copa de vino y mucha agua, dormir la siesta y seguir contemplando al cuerpo trans-menstruante.

____________

Pd. ¿Por qué no se ha invertido más dinero en buscar los fármacos óptimos para hacer esta transición más llevadera? Existen cantidad de avances teconocientíficos para que las mujeres puedan tener hijos (a pesar de los cuestionamientos éticos que se le puedan realizar a muchos de estos procedimientos), pero pasada la edad reproductiva de la mujer pareciera ser que el pensamiento del régimen farmacopornográfico (recupero la categoría de Preciado) consiste en dejar a las mujeres a su suerte; finalmente ya cumplieron con su cuota de hijos para el sistema capitalista. Lo que se traduce en una estética y una economía diferenciada entre la mujer que se dice joven y la que ya no se siente joven.

23.10.19

Fetiche de los cuadernos-diarios-libretas

No he dejado de escribir en estos meses, aunque esta vez el período de ausencia de escritura en este espacio fue más largo porque se juntaron varios eventos, especialmente personales, pero también porque en algún momento decidí no dejar huella aquí, pues todo lo que sea público deja de ser INÉDITO y eso me impide participar en concursos de escritura.
No sé en qué momento pensé que era buena idea participar de eso, pero me mantuvo un tiempo bastante largo lejos de este blog al que tengo tanto cariño. Seguí escribiendo en privado, volví a los cuadernos, pero los cuadernos tienen esa virtud de no ser públicos por pudorosos.
El cuaderno-diario arrastra el trazo de quién no quiere decir nada y termina diciéndolo todo en una letra horrible (de receta de doctor) hecha a propósito para evitar que cualquiera acceda a ellos. Por lo menos así he escrito en el último año, en un cuaderno azul, de pasta dura, con hojas lisas (no soporto los cuadernos de rayas, mucho menos de cuadros) tirándole a crema, donde la tinta de la fuente no se transparenta de página en página, una virtud de las Moleskine, que no son nada baratas, y por ello la escritura abigarrada donde no se desperdicia ni un espacio en blanco.
Desde muy chica, y esto creo que ya lo dije en algún momento por aquí, escribo, empecé en los yesos de las extremidades que me imposibilitaban a estar en la calle cada vez que me fracturaba. Después llegaron las libretas, donde apuntaba mis dramáticas soledades de adolescente al no ser correspondida por quien(es) me gustaban. Luego se me juntaron los cuadernos de mis estudios de posgrado y finalmente los cuadernos varios de apuntes diversos, muchos donde hago resúmenes de mis filósofos favoritos.
A diferencia de este espacio que acumula lo escrito en casi doce años y da cuenta de mis avances en la escritura creativa, pero no ocupa espacio en mi biblioteca, hace tiempo decidí no tirar ningún diario-cuaderno-libreta, aunque me esté llenando de papel y ya no tanto de libros. No sé si algún día los leeré pero no está de más dejar la memoria escrita de quien he sido.


23.3.18

Novedad editorial: Poética de un sabático



Me complace presentarles mi primer libro de poemas, un trabajo terapéutico de años con la escritura creativa en este espacio digital. Retos de ocio, de contemplación y de reflexión que le dieron forma a este pequeño libro de 51 textos escritos durante un sabático ininterrumpido. Lo más complicado del libro no fue escribirlo, sino editarlo. Con más de 500 cuartillas escritas, la selección y organización me llevó varios meses de tallereo con Javier Norambuena, a quien agradezco sus comentarios. El libro lo publica desliz ediciones, de Rosina Conde.

11
Recorrí la librería
(dos veces)
Buscaba una distracción
(iluminada)
Una respuesta
a la mala pasada
del cambio hormonal
(este mes no fue depresión
ni tristeza profunda
solo un miedo a la vida
irracional
como son las menstruaciones)

La primera vuelta
contraria a las manecillas del reloj
sin suerte
Salí de la sección de filosofía
(que ocupa menos espacio
que la de autoayuda)
¡Venga!
¡Vamos!
Debe haber algo…
(me animaba a mí misma)

Segunda vuelta
Concentración
por apellido
por novedad
por idioma
por género
por best seller
De reojo veía
a los afortunados
que ya habían seleccionado
Quizá les copio
(pensaba)

Seguí recorriendo
ansiosa
(un día antes ya había comprado
un par de jeans
y un helado de chocolate)
Son las hormonas
Me consolaba
con la conciencia
de que en unos días
mi ansiedad se vería reflejada
en la tarjeta de crédito
Ya la pagaré...
a crédito también
(pensaba)

Proust al frente
siempre he querido su obra completa
En busca del tiempo perdido
A eso me dedico ahora
Murakami me lo he leído todo
Voces de Chernóbil de Svetlana
No he terminado el otro
La guerra no tiene rostro de mujer
Extraño a Müller
seguro me reconfortaría su agudeza
Un catalán en castellano
no tiene gracia
(pensaba)

Tomo el del neurólogo
narra sus experiencias en quirófano
lo escojo con recelo
soy hipocondríaca
lo menos que necesito
es tener más miedo
¡Vamos por el segundo!
(me animaba)

Esoterismo-religión-filosofía-psicología-autoayuda
dice el letrero de la sección
Una pena
nos han reducido a lo mínimo de nuestra expresión
vende más el monje del Ferrari
que Derrida
No encontré ninguno de él
(por diversión siempre lo busco
a ver si hay algo nuevo
aunque ya esté muerto)
Empezaba a desesperar...
¡Uno más!
Uno que verdaderamente me distraiga
(pensaba)

Anaquel de barceloneses
Venga
algo local
de mujer
para mujer
Rosa algo Sandra algo Diana algo
No conocía a ninguna
por foto
escogí a la guapa
"Una mujer decide dejar todo y hacer un viaje…"
Me lo llevo
aunque la portada tenga el penoso sello
de BEST SELLER
Salí corriendo a la caja
Había conseguido dos libros
después de dos horas
Pagué y respiré profundo

Devoré el libro
de Sandra algo
a ratos divertida
a ratos saltándome páginas
a ratos conmovida
Un resbalón en mi vida literaria
otro más
que me entretuvo un par de días
hasta que por fin tuve la regla.







27.12.17

Llegas cuando estás lista para entender el camino 

Tomamos carretera hacia un destino que no fue nuestra primera opción para vacacionar pero sí la que nos esperaba: Valle de Bravo, un pueblo mágico, como tantos otros lugares en el país donde se mezclan las cosmovisiones urbano-rural; especialmente por la fuerza de las comunidades indígenas y no por la voluntad de los mestizos-criollos-empresarios del poniente de la Ciudad de México, la mayoría priistas, como lo son los más de 80 años de priismo en el Estado de México, un estado lleno de contrastes, mucha pobreza en las cercanías de los lugares emblemáticos y de servicios, como el turismo que vive gracias de la expropiación y explotación del otro/otra. Aún así y con la consigna o intención de no parecer incongruente optamos por un sitio de lujo para hospedarnos, una casa-boutique recientemente inaugurada en el centro de Valle, con una vista espectacular, hacia la derecha, en un plano recto la montaña atrás de la iglesia, hacia la izquierda el lago. Y cuando digo de lujo me refiero no solo al lugar, a la comodidad de las habitaciones, también al servicio y esmero con el que la gente está dispuesta a que nos sintamos como en casa, lo cual fue todo un éxito porque prácticamente éramos las únicas huéspedes. Lo mas sobresaliente de esta estancia sin duda ha sido acostumbrar el paladar a un nuevo gusto, el de la comida pensada para combinar sabores, texturas, colores, intensidades. Desafortunadamente no me di cuenta de ello hasta que comí en otro restaurante y no solo el paladar colapsó, sino también mi estómago. Lo más triste es que no puede comerme el platillo de cierre que me había imaginado para terminar la saciedad gustosa del deleite culinario.
A todas luces este viaje estaba pensado para nosotras. Después de un año de muchos cambios físicos, emocionales y espirituales necesitábamos parar para reconocernos, ya habíamos dado el paso de vivir juntas, ahora nos faltaba la luna de miel y estos días juntas nos confirmaron la gracia de encontrarnos en este camino para compartir la vida, el cotidiano y los momentos excepcionales. En los viajes sabes si eres compatible con las personas que amas y éste lo volvió a corroborar.
Al llegar revisamos nuestra agenda, decidir qué hacer con cinco días para nosotras solas en un lugar prácticamente desconocido, a lo mucho habremos estado dos veces antes hace ya varios años. Vimos la guía del hotel, pasamos de las actividades al aire libre (bici de montaña, parapente, actividades de agua), seleccionamos el masaje y la visita a la Stupa. Años pasé en el budismo tibetano, años creí en su filosofía de vida y nunca me enteré de la existencia de la Stupa. Salimos temprano del hotel para llegar a primera hora, fuimos las primeras y únicas por un rato, entramos al templo y dedicamos unos minutos a meditar, un lugar frío, con una estética irreal, quizá solo simbólica para quienes como yo buscamos al maestro por varios años. Al entrar el silencio que resguardan las gruesas paredes se escucha como el cableado de luz que cruza la zona boscosa en la que se refugia el templo. Estaba ahí, sentada-meditando, y pensaba en que llegas al lugar cuando estás lista para comprender la naturaleza de la motivación. Tras años de trabajo espiritual, de negarme a confiar-me en el ritual metafísico, no solo me vuelvo a topar con la práctica meditativa, sino que logro la comprensión de mi propio recorrido filosófico al volver a releer la autobiografía de Altusser. Es decir, veinte años después de haberme iniciado en el budismo y de haber leído por primera vez El porvenir es largo, donde aparecen varios de los filósofos, especialmente Derrida, que le han dado forma a mi trayectoria profesional, afirmo sin caer en el determinismo que cuando estás lista para mirar en retrospectiva tus propias experiencias y logros, y regocijarte del camino andado, eres capaz de abrazar la potencia a la que Spinoza, en palabras de Altusser, se refiere: el conatus vital. En resumen, estas vacaciones son la “expansión y alegría del cuerpo y del alma unidos como uña y carne”.


17.12.17

¿La aflicción es un afecto?

Salí a comprar pan a los chinos, para llegar debo cruzar por la iglesia donde hice mi primera comunión, mi segunda iglesia favorita, la primera está en Barcelona, entre ellas se parecen por lo majestuosas, una más churrigeresca, la otra completamente gótica. Y como algunas veces me pasa cuando estoy afligida, entro a la iglesia a tomar un respiro. Afortunadamente no empezaba aún la misa de las 8:30 y me dio tiempo de pensar en dos cosas:  decidir si estaba afligida por la impotencia de no poder actuar o por la felicidad de la prudencia. ¿Cuál sería la definición de aflicción de Spinoza? De camino a casa hacía memoria sobre el glosario spinoziano de los afectos, pero no, no habla de la aflicción en particular sino de la tristeza en general: “el paso del hombre de una mayor a una menor perfección” (p.285); es decir, “el acto por el que resulta disminuida o reprimida la potencia de obrar” (p. 286). Una coincidencia metafísica de esas que causan un goce doble: afirmar que la aflicción es un afecto y que el afecto, entendido como “una fuerza de existir mayor o menor que antes” (p. 301), una fuerza que en mi caso, y por lo menos en esta ocasión, se traduce a su vez en amor, contento, voluntad de seguir descifrando mediante el espejo y la presencia del ser amado los afectos de quien ama.

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Spinoza (2014). Ética demostrada según el orden geométrico. España: Alianza Editorial.

13.12.17

Mis primeros 10 años de escritura creativa y/o bloggera

Hace diez años inicié con la escritura de las verborreas mentales en este blog. Al finalizar 2007 estaba terminado-empezando de reescribir mi tesis de doctorado, vivía en la Ruiz Cortinez y mi vecino de 14 años se había suicidado. Era finales de noviembre, escribí esa primera entrada pensando en mi vecino y su familia, en el dolor del duelo, y la titulé "los seres humanos somos tan vulnerables...". Al poco tiempo me mudé de esa casa y no volví a saber de mis vecinos, de esos vecinos.
Empecé a escribir en digital bajo la influencia de los bloggeros que conocí cuando buscaba escritores fronterizos en Tijuana y Ciudad Juárez, en esos años casi todos tenían un blog y el blog se perfilaba como el destape autogestivo de los escritores independientes... Así funcionó durante unos años hasta que el sistema literario-académico le puso candado a los bloggeros mediante la claúsula de "inédito". Muy tarde supe que los bloggeros de esa época decidieron dejar de usar el blog para regresar a lo impreso más por cuestiones de sobrevivencia económica que por convicción. Y cuando digo muy tarde es justamente este año: cuando decidí hacer con algunos textos de este blog una publicación impresa para concurso.
Después de tres días de azote dramático autoinfligido porque en un mismo día rechazaron una propuesta en un congreso, un artículo porque ya existía una versión ampliada en digital (un experimento que hice de autopublicarme en ebook via Amazon) y dieron a conocer los resultados del concurso de poesia que evidentemente no gané, entré en shock porque creo en el conocimiento libre via las tecnologías de información y comunicación (TIC) que no conllevan un costo extra de difusión.
Pasaron un par de semanas para que pudiera tomar alguna decisión sobre mi situación de bloggera y lo primero que hice fue escribirle a una amiga editora para pedirle que me cotizara el poemario de 60 cuartillas que había enviado al concurso para publicarlo impreso, cumplía diez años de escribir en este espacio de forma continua y quería celebralo. Un poemario que talleré el primer semestre del año, le di forma con una metodología propia y una objetivación distinta a su mera existencia digital que me permite creer que es inédito, aunque el sistema no lo reconozca. El libro estará listo a finales de enero de 2018, será el primer libro de poesía que "escribo".
También decidí que seguiría autopublicándome. Soy demasiado impaciente para esperar a que una revista, una editorial o lo que sea ponga el sello de propiedad al conocimiento. Soy afortunada de tener un trabajo estable en el que me pagan por escribir y difundir el conocimiento, y soy doblemente afortunada por tener el gusto y la habilidad de la escritura, así que puedo dividirme entre realizar una escritura para el sistema y otra escritura para el ocio, el divertimento, la creación en éste y los otros blogs que tengo.
Han pasado diez años y la escritura en este espacio me ha permitido sobrevivir a la inercia del cotianiado gracias a que me he puesto retos que he cumplido en tiempo y forma (el último consistió en escribir una entrada diaria a lo largo de un sabático que duró tres años por cuestiones ajenas al proyecto en sí). También he podido ahorrar años de terapia y, especialmente, me ha permitido tener a flor de piel la memoria afectiva y el recurdo de lugares, personas, situaciones y contextos que han transcurrido a lo largo de una década.
Los budistas dirán que los recurdos son también apegos pero deja de importarme cuando releo lo que escribo y disfruto la experiencia del desdoblamiento de la subjetividad, así como la inmediatez de su virtualidad. Me recuerda al final de la película Lucy cuando a pregunta expresa del lugar donde se encuentra contesta por mensaje de texto en el celular: "I am everywhere", lo más cercano a la noción de inmanencia, una experiencia que no necesariamente se logra con el libro impreso, o por lo menos eso quiero creer como devota de la virtualidad y del blog.




8.4.17

¿Dónde quedó la app de #blogger en #IOS?

Desperté, fui al baño, como todas las mañanas, y el dolor de estómago que pensé era llanto reprimido resultó ser un cólico. Tengo la mala costumbre de no llevar la cuenta y días como hoy me alegra enormemente inferir que mi profunda tristeza de los últimos días se debe a las hormonas y no a la separación. Me vestí presurosa para salir por un café y meditar qué hacer el resto del día. En el camino, una epifanía: volver a la escritura creativa y comprar una planta (quizá debe empezar por los básicos antes de tener otra vez pareja). Pedí el desayuno, intenté bajar la app de blogspot en mi iPhone, pero ya no está disponible para IOS. Desilusión, la segunda en siete días. La primera ya forma parte de mi pasado, pero ésta es mi presente. Me acostumbré a escribir en el celular, en medio de la gente, sentada en un café o esperando en la fila del banco. Justo donde la realidad se hace ficción. Siempre digo que no hago investigación de campo, pero es falso. Escribo in situ. Ahora debo decidir si cambio de celular o de terapia de contención.

Pd. Decidí comprar dos plantas, una más complicada de cuidar que otra. Espero que ambas sobrevivan hasta (y después de) que me enamore nuevamente. También compré la app de iTunes que permite editar en iPhone porque el soporte técnico de #google #blogger es nefasto. 

Edit


19.9.16

De regreso a las andadas

Después de un par de meses de ausencia y derivado de varios factores que ahora mencionaré, me tomé unas vacaciones que no sirvieron de mucho porque mi mente se atrofió y volvió a sus ansiedades... Ya me lo decía el psiquiatra, escribir es la válvula de presión de mi cabezota... Así que aquí me encuentro de nuevo.

Lo primero que tengo que decir es que dejé de escribir porque una querida amiga regresando de mi viaje me dijo en una comida que ya me había leído todo, que le contara algo diferente... Asombrada abrí los ojos con mirada de pistola que atravesaba su sonrisa y pensé que lo que había escrito durante mi año sabático era una probada del esto... Pero quizá me engañaba un poco.  Durante esos meses escribí obsesivamente y luego me percaté, lo cual agradezco, que la gente me lee, y que por lo mismo quieren que les cuente otras aventuras. Me pasó recién en una clase donde estaba narrando mis anécdotas y un estudiante me dijo "ah sí, como dices en tu blog"... Nuevamente miranda de pistola, pero esta vez no me inhibí y seguí narrando. Total, después de esa comida y conociendo mi poca elocuencia oral (enunciativa para que no se preste a malas interpretaciones) decidí que todo lo iba a decir con la palabra hablada. He sido un poco un fracaso en esta encomienda, salvo en las clases, donde el performance de mí misma se me da muy bien. Fuera de ahí soy bastante peresoza, incluso cuando se trata de ligar.
Eso me lleva al siguiente momento. En cuanto regresé decidí dar fin a mi celibato. Ascetismo dice mi terapeuta y creo que es más general e involucra muchos tareas pendientes a resolver o por lo menos a reflexionar durante meses de contemplación... Rauda y veloz, una vez en tierra mexica me puse en marcha... Que mejor espacio virtual que tinder para conocer posibles amantes (sí, y sé que en otro momento despepité contra tinder en este mismo espacio... Es de sábias equivocarse). Colgué mis mejores fotos, un slogan simpático e interesante y mucha paciencia. Dispuesta a todo y contrario a la vez anterior a todas (o casi todas) les di ✅. A los días ya tenía conversiones varias y una que otra me empezaba a interesar un poco más. A la semana quedé con una que ahora es mi novia, aunque a ella le da pena que lo diga en voz alta.
Obvio todo este proceso de conquista y seducción ameritaba usar mi creatividad en otros espacios que no fuera éste.
El tercer factor de mis meses de ausencia se vincula a su vez con el anterior, además de dedicarme al arte de la seducción posmoderna, también me di a la tarea de escribir un libro. Terminé fundida del cerebro. Si no había sido suficiente con lo que había escrito aquí durante meses, muchas veces bajo presión para no perder ningún detalle, también decidí en dos meses terminar un documento para entregarlo a un concurso... Ahora estoy en espera de los resultados, mucho más relajada y con mucha verborrea acumulada... De ahí que haya decidió volver a la escritura creativa, a este espacio lúdico y quizá en algún momento posterior pueda dejar de ir a terapia...

20.6.16

El viaje sin regreso


I
Después de hacer una parada en Atenas volamos a Tesalonica para hacer trabajo voluntario y observación participante en los campos de refugiados. Habíamos planeado el viaje meses antes, con la esperanza de poder contribuir en algo. A mis 41 años no dejo de pensar en querer cambiar el mundo, aunque el mundo no se deje cambiar... Dormimos en un hotel de paso, pues el plan consistía en alquilar un carro y llegar cerca de la frontera con Macedonia, donde recientemente habían evacuado a miles de refugiados que se encontraban en #Idomeni (cerca de 8 mil personas) y en una estación de gas #EKO (cerca de 1,500) sobre la autopista. 
Iniciamos el recorrido pasadas las doce del medio día, después de intentar llegar al campo de recogida que está en el mar. Fue imposible encontrarlo porque no hay calles que den a la altura donde llegan los refugiados. Las fábricas o bodegas, que parecen abandonadas, cierran cualquier rincón para poder llegar a la orilla. Continuamos la ruta por la autopista recta que lleva a la frontera con Macedonia. Previo a consultar el "Estado actual de los campos de refugiados en #Grecia" que publica el Canal de Refugiados. A la izquierda vimos a lo lejos un campo militar y no nos detuvimos. Anduvimos cerca de 50 km en una carretera enorme y ancha con una luz opaca que paradójicamente deslumbra y con un paisaje extenso de verano donde las flores violeta pintan el grisáceo concreto. Al principio estuve a punto de claudicar, hace meses que no manejaba y nunca lo había hecho en Europa. Poco a poco la ansiedad se transformó en placer y manejé el resto del día por la misma autopista varías veces más.

II

Pasamos la primera salida, la que nos llevaría a #ParkHotel, donde íbamos a ofrecer nuestros servicios para limpiar verdura y empaquetarla para llevarla a los campos militares donde ahora están los refugiados. Continuamos sobre la carretera hasta que llegamos a la estación de gas #EKO donde solo quedan los escombros y la basura: casas de campaña, mantas, zapatos, ropa, comida, dibujos... Un cementerio. Bajamos del carro entramos a la tienda por agua sin saber lo que podíamos o no hacer, si había restricciones para tomar fotografías o estaba prohibido andar por ahí... Temerosos empezamos a caminar, un par de jóvenes estaban al fondo y fuimos poco a poco haciendo fotos. Silencio sólo silencio. Mientras en mi cabeza pasaban las imágenes de lo que semanas antes había sido ese campo. Primer momento de impotencia. Ahí no queda nada, ni quedará sombra de ello cuando terminen de limpiar la zona. 



III

Regresamos a la carretera para ir a #idoneni, un poblado de 140 personas que en pocos meses se convirtió en uno de los campos de refugiados más emblemáticos de este éxodo. La entrada al pueblo parece que está resguardada, aunque cuando nosotros pasamos afortunadamente no había policía, al salir sí estaba una patrulla controlando la entrada. No fue difícil dar con el campo porque está junto a las vías del tren y  todavía quedan los contenedores de ciertas ongs que han sido desmantelados por los lugareños, junto con otros montones de basura e instalaciones prefabricadas in situ para la organización de la vida cotidiana en el campo. Nuevamente tomamos fotografías y fue curioso observar que otros turistas estaban haciendo lo mismo. Intentamos ir a la frontera con Macedonia siguiendo la ruta del río pero nos perdimos en un campo de arbustos húmedos que contrastaba por la cercanía con la aridez del campo. Contrastes en todo el camino. 



IV

Salimos del campo en busca de un hotel pero como nos desviamos nuevamente de la ruta, al volver, escúchamos el tren a lo lejos y regresamos al campo de idomeni para asegurarnos de que ya no había gente en el trayecto. Volvimos a parar, ahora había un tercer auto y nos sentimos más relajados para hacer más fotos, seguimos al carro de adelante, donde iba una mujer sola. Al bajar por segunda vez nos sorprendió que era una policía. Al principio nos asustamos, pensamos que nos diría algo, antes ya habíamos pasado por la estación de policía con temor a ser identificados como turistas, pero lo cierto es que solo quería hablar un poco. Llevaba cigarros en la mano pero no se atrevió a prender uno porqué le ganó el sentimiento. De repente sus ojos se humedecieron cuando nos preguntaba si habíamos estado durante la ocupación. Le dijimos que no y le preguntamos cómo había cambiado a la comunidad la instalación del campo. Ahí no pudo seguir hablando, se le hizo un nudo en la garganta y se despidió de nosotros. Silencio. Ni Thales ni yo supimos que decir ni hacer. 



V

Regresamos a la autopista para ir a #parkhotel pero nos volvimos a pasar, otros cincuenta minutos para dar una vuelta en U y volver a nuestro destino. Los ánimos ahí ya estaban caldeados entre nosotros, tanto por el cansancio, el calor, y sobre todo por la impotencia de no poder hacer nada. En semanas limpiaron la zona y no dejaron huella de la existencia de miles de personas que pasaron por ahí. Es impresionante la eficiencia de los gobiernos para hacer limpiezas étnicas. Por fin llegamos a nuestro destino inicial. Thales fue a preguntar cómo podíamos ayudar y yo entré al baño del hotel. Un hotel de paso en una carretera perdida cerca de la frontera. En el porche había unos cuantos refugiados con sus celulares y en el interior unos cuantos voluntarios. Todavía quedaban los letreros en varios idiomas con indicaciones sobre el mantenimiento y la limpieza de los baños. Al salir me encontré con Thales quien me dijo que podíamos trabajar de 10 a 18 horas limpiando verduras para después poder ir a entregarla a los campos militares. Pensé que no era una opción y que preferiría no hacerlo. Es muy fácil perder de vista el objetivo de las investigaciones cuando estoy bajo presión, cansancio, ansiedad, o exceso de sensibilidad. 

VI

Decidimos no hacer parte de lo que queríamos hacer durante el viaje. Es decir, trabajo voluntario. Decidimos ir a Macedonia. Estábamos muy cerca. Pasar una noche allí, cruzar la frontera del espacio Schengen y regresar al día siguiente con otro plan. Nos encaminamos nuevamente, nos formamos en la línea y pasamos el primer control sin problemas. El segundo ya no fue tan sencillo porque nos pedían el "green card". Obviamente pensé en la tarjeta verde estadounidense y me pareció muy extraño, cuando en realidad era una forma migratoria. Nos bajamos del carro y fuimos por ella. La sorpresa fue que costaba €50 para cada uno. Volvimos al carro y volvimos a la autopista no sin antes ser revisados por la policia fronteriza griega. Entre el cansancio y la frustración, estas escenas fronterizas ya parecían una burla. Habíamos planeado una ruta que con cada desacierto se fue modificando y al final parece que no logramos nada, aunque ahora que escribo esto pienso que hicimos todo por conseguirlo, aunque el factor sistema, tan bien engranando hace imposible continuar avanzando.



Paramos a comer en #EKO, la estación de enfrente. Mientras en la televisión pasaban el triunfo de la formula uno, un mexicano entre ellos; del otro lado de la autopista veíamos los escombros del campo, y en la mesa de junto llegaba la policia que nos habíamos encontrado antes. No nos dirigimos la mirada. Regresamos a Tesalonica. Una ciudad turística que al parecer no se enteraba de nada. La gente en el malecón, en los bares, y nosotros en búsqueda de un hotel. Éste no era el resultado del viaje. Habíamos venido a contribuir con algo y estábamos en una situación que nos obligaba a hacer turismo en una ciudad que posiblemente no visitaríamos si no fuera por los refugiados. Silencios, contrastes, frustraciones, malestar... No me imagino el nivel de impotencia que sienten quienes han perdido su casa por una guerra absurda y han perdido la libertad de movilidad por políticas mezquinas. 




31.5.16

Resumen año sabático


#TIjuana
#Rosarito
#ValledeGuadalupe
#SanDiego
#LosAngeles
#Berlin
#Amsterdam
#LaHaya
#Rijnsburg
#Varsovia
#Barcelona
#Nador
#Melilla
#Oujda
#Berkane
#Argelia-MoroccoBorder
#TelAviv
#Jerusalem
#Masada
#MarMuerto
#Ramallah
#Betlehem

y de corolario:

#Atenas
#Tesalonica
#Idomeni
#Polikastro
#MacedoniaBorder
#Dubrovnik

y mucha gente, amigos, conocidos, colegas, taxistas, amantes, interlocutores, terapeutas, familia...

a todas quienes hicieron de este viaje un gran sueño... muchas gracias!

https://youtu.be/-0RHKmnsaqk




30.5.16

#307

Mañana finaliza oficialmente mi sabático. Un sabático que estuvo dividido en dos partes y transcurrió en cuatro años. Un sabático que parecía inacabable llega a su fin y con éste un sin fin de caminos recorridos, fronteras visitadas, artículos y libros escritos. También una lista interminable de enseñanzas sobre la condición humana, sobre el amor propio, el trabajo del intelectual en el tercer mundo, los retos de la academia "por venir". Sentimientos encontrados y contradicciones cada tanto.

Diría que fue un camino hacia adelante pero sería mentira, el sabático no tiene forma geométrica ni ha sido lineal, por lo menos no éste. De sur a norte, de este a oeste y de regreso las veces que fuera necesario. Así transité estos años. Buscando siempre algo, algo que a veces encontré en la mirada de un interlocutor o en la memoria de los sabores, o en el encuentro efímero con un amante. Regresé a donde hace muchos años me construí un horizonte, ahora con 41, y no con 28. Reconstruí mi memoria. Me reconcilié con mi historia. Dibujé mi por-venir, nuevamente. Un porvenir que amerita calma. Parar el hacer por el hacer.

Estos últimos meses han resultado epifánicos en varios niveles y he decido voltear la página hacia otro nuevo proyecto. Que puede ser para toda la vida o no. Sin duda seguiré escribiendo y publicando y enseñando... no se hacer otra cosa. Ya vendrá otro sabático en unos años y veré si este mismo ejercicio creativo se cumple (o no). Por lo pronto, estoy muy emocionada por lo que he hecho, por lo que he escrito en este espacio, y en otros, por el amor manifiesto en cada lugar en el que he estado. Mi propio diario de campo, da cuenta de esto, y también da cuenta que el objeto de investigación he sido yo y mis propias fronteras. Por lo tanto, al final de estos últimos meses llego a las siguientes conclusiones:

Para no serle infiel a Derrida, voy a transitar de la monogamia serial al poliamor. Encuentro en Balibar y en Foucault, lo mismo que en Spinoza, aunque sea de otra época, mis relaciones intelectuales futuras.

A Derrida sin duda le debo mucho de lo que he hecho estos quince años y sobre todo, entender de donde viene mi obsesión con el "deber ser". Derrida dice [aludiendo al deber ser de Kant], parafraseo algo de ello: "una acción moral no debe solamente ser conforme al deber sino que debe ser llevada a cabo por deber, por puro deber [...] Si actúo por puro deber porque se trata de una deuda que tengo que pagar, quedan dos límites que manchan la eticidad pura, o la pura moralidad [...]":

1. "[...] subordino mi acción a un saber. Esta acción que se contenta con un obedecer a un saber no es más que una consecuencia calculable [...]", continúa Derrida. Traduzco en mi propia experiencia: Actúo en función de un deber-ser porque puedo medir, controlar y calcular la consecuencia. Y aquello que quede fuera de lo calculable es negado. Es decir, el resto de mi personalidad. Una personalidad negada o una personalidad tachada (al estilo lancaniano).
2. Continúa Derrida: "Al actuar por puro deber cancelo una deuda y cierro el círculo económico de un intercambio" [...]". Traduzco: en ese intercambio, que se vincula con el "capital humano" que desarrollo a continuación, siempre me quedaba la sensación que alguien me quedaba debiendo... debiendo en afecto, debiendo en atención, debiendo en agradecimiento... Es decir, no existe acto, evento que me satisfaga porque siempre espero más... más de los demás derivado, en primer lugar de la consecuencia calculable, y en segundo lugar de lo que, a su vez, se esperaba de mí.

Balibar y Foucault coinciden, en diferentes momentos, en la idea simplista y modeladora del "capital humano" para los fines prácticos del neoliberalismo. Un discurso introyectado en muchos y también en muchas generaciones.

Balibar dice: "El individuo 'desafiliado' (o desincorporado) —por ejemplo, un joven proletario desempleado y sin perspectiva de empleo estable, ya sea de origen migrante o no— es un sujeto a quien se le dirigen permanentemente conminaciones contradictorias. Debería comportarse como un gran "emprendedor de sí mismo" siguiendo el nuevo código de valores neoliberales, de manera que exhiba una autonomía cuyas condiciones de posibilidad le son al mismo tiempo retiradas o inaccesible".

Estoy segura que mi padre creció así y eso fue lo que nos quizo transmitir a nosotros. Y no lo hubiera hecho si no hubiera experimentado en sí mismo su propio funcionamiento. Al final mi padre fue exitoso y pudo darle a sus cuatro hijos mucho más de lo los suyos le dieron a él y a sus hermanos. Incluyendo una educación privada, que en Latinoamérica, en México, alude a un estatus particular dependiendo de la institución donde estés. La mía fue en una universidad neoliberal tecnócrata donde durante cinco años me reafirmaron que debía ser la "gran emprendedora de mí misma". También lo logré en poco tiempo con la premisa de la consecuencia calculable y a costa de la borradura de otra parte de mi personalidad, específicamente mi ser-mujer.

Foucault dice lo mismo con otras palabras: "el hombre del consumo no es uno de los términos del intercambio. En cuanto consume, el hombre del consumo es un productor. ¿Y que produce? Pues bien, produce simplemente su propia satisfacción. Y el consumo debe considerarse como una actividad de empresa por la cual el individuo, precisamente sobre la base de un capital determinado del que dispone, producirá algo que va a ser su propia satisfacción".

Mi propia satisfacción, hasta hace unos meses, estaba dada por mi propia empresa, aquella que reinvertía todo sus recursos (materiales y afectivos) en su propia autoproducción intelectual. Ahora, después de meses de leer a estos autores y de contemplar el techo muchas horas, sin la auto-presión de escribir, publicar, presentar, recapitulo lo que en otros cuarenta años será la mitad de mi vida y pienso en el por-venir y disfruto la incertidumbre del cambio. Pasarán unos años más antes de que vuelva sobre el tema. Por lo pronto cierro este año sabático con muchas palabras en el tintero aún por escribir y muchos afectos por indagar.

23.5.16

#306

La ruta en imágenes:

De Nador a:




Primera parada: Cap de L’eau con vista a las Islas Chafarrinas.



Segunda parada: frontera Zouj Behal entre Algeria y Marruecos.




Tercera parada, Oujda, comer cordero halal.





Cuarta parada, Oujda mercado Fellah.



Quinta parada, Berkana-Nador




Fotografías: Roxana Rodríguez



#305

el tiempo pasa espeso en Marruecos
el calor
la distancia
los colores
los amigos
todo suma
suma a la precariedad
suma a la felicidad
Marruecos es de contrastes
es terracota
es árido
es denso
es mar
es frontera
las rutas se trazan
en el corazón
Marruecos deja huella
su gente también

19.4.16

#298 Crónicas de viaje: Israel-Palestina

Día 8

I
El avión salía a las nueve am. Tenía que estar a las seis am. Había puesto el despertador a las cinco am. Salí a la calle a coger un taxi, tuve que caminar un poco, me consolaba que para ellos el domingo era nuestro lunes y que en algún momento pasaría alguno libre. Veinte minutos tardé en conseguirlo. Llegué al aeropuerto 6:20 am y mal humorada. Busqué la aerolínea y obviamente estaba repleta. Otro avión jumbo para la vuelta. Una familia de judíos-argentinos se colaron delante de mí. Ya había entendido que la actitud pasiva no va con esta sociedad, si quieres que no pasen por encima de tu espacio vital tiendes que empezar a repartir codazos y así lo hice. Llegué frente al entrevistador. No carburaba ni en inglés ni en español. Me preguntó que a donde iba le dije a Jerusalén y Tele Aviv. Me volvió a preguntar, le dije que a Barcelona. Pidió el pasaporte, se lo entregué. Preguntó porque había estado en Nador, le contesté. No hizo más preguntas. Pidió que lo siguiera. Me imaginé en el cuarto de las entrevistas. Imprimió una etiqueta y la pegó a la mochila. Me deseó buen viaje y alcancé a entender que me iban a revisar.

II
Al entregar el pase de abordar me enviaron a otra puerta. Junto a una negra y a una árabe. A todas nos revisaron el equipaje de mano, nuevamente el escaneo de todos los aparatos eléctricos. Terminó la revisión y me dejaron ir. No lo podía creer. Ya había preparado mi entrevista en la cabeza. Dudé, seguramente no me volverán a dejar entrar nunca más a este país. Tampoco me importó, no sé si quiero volver en estas condiciones. Fui por mi pase de salida, ahora el permiso es rosa y sustituye al sello de migración en cualquier otro país. Me senté a esperar. Nuevamente el vuelo iba retrasado. Empecé a leer La nostalgia feliz, era lo único que me distraía. Llamaron para abordar, nos formamos, nuevamente la gente queriéndose meter en mi lugar y con mi bolsa los golpeaba. No está de más decir que esta actitud termina sacado de sus casillas a cualquiera que no esté acostumbrado. En el avión lo mismo para ocupar los asientos. En un momento del viaje me dio un ataque de ansiedad, pero esta vez pensé que si me pasaba algo, que se hicieron cargo ellos, seguramente me dirían que me tranquilizara en tono militar y me darían una cachetada... Ya estaba muy molesta porque todo el rato pegaban en el asiento quienes no podían quedarse sentados. Preferí retomar la lectura y me topé con una párrafo de Nothomb: "Esta pulsión de aniquilación de uno mismo tiene una potencia demencial. Nunca me he dejado vencer por ella, pero la he experimentado miles de veces, sin que ninguna explicación haya logrado convencerme". Me tranquilizó. Al poco rato sirvieron de comer y después pude dormir.

III
Casi al aterrizar un hombre abre el compartimento de arriba del asiento y empieza a meter maletas. Lo observo. Deja la mía al fondo y le digo que la ponga arriba. No cierra la gaveta. Le digo que tenga cuidado, que ahí va mi cámara. Duda y le digo en tono irónico, qué no hay otro espacio donde guardar sus cosas. Voltea y abre otra gaveta. Aquí. Dónde quiere que ponga sus cosas, me pregunta. Me río de enojo. Donde están. Se da la vuelta y se va. Estoy a punto de enfurecer. Aterrizamos. Por fin. Me urge dejar ese avión, el slogan de la compañía dice algo como no solo es un avión, es el país entero. Pienso que es la extensión de su pequeño-gran coto de poder, ahí no puedo gritarle a ninguno porque me encierran, pero ya estando afuera puedo enloquecer si es necesario. Corro para cruzar migración lo antes posible y no volver a ver a esta gente. Para mi decepción, habían llegado tres vuelos al mismo tiempo y tenían abiertas solo cinco ventanillas. Me formo, no sin antes luchar con dos grandulones que querían rebasarme. Empiezo a dar golpes con mi mochila. Una hora en la fila, una hora con dos hombres encima de mí que no conocen el mínimo respeto por el espacio vital. Mi turno, revisan mi pasaporte, ven mi visa, y me dan la bienvenida. Estoy en casa.