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21.3.25

Siendo apenas una niña ya era rara

Entiendo el temor que les causaba mi mirada

Siendo apenas una niña ya era rara

De ojos grandes, expresivos que buscaban siempre una respuesta

La gente se sorprendía al ver por debajo del fleco esa mirada

que decía sin decir lo mucho que el mundo me apasionaba

La gente también se sorprendía cuando hablaba

tiene un micrófono incorporado, decían a manera de broma

nunca de burla

Siendo apenas niña ya era rara

Entiendo el temor que les causaba

por ello prefirieron adiestrarme 

a dejar que siendo apenas una niña brillara

No supieron qué hacer conmigo

con mi lucidez, con mi alegría, con mi inteligencia

mucho menos con mi ser rara 

La gente se sorprendía cuando siendo niña me veía jugar entre puros niños

Ahí empezaron las burlas, el descrédito, su temor de que fuera rara

o quizá lesbiana

Entiendo el temor que les causaba

y por ello prefirieron callar, ignorar, invisibilizar que fuera rara

De adulta sigo siendo rara

la gente normalmente me observa con incredulidad

a veces también con desprecio

para ellos soy rara

Entiendo el temor que les causa que de adulta siga siendo rara



19.10.24

Qué decir de cuando se llega a los 50 años

Hoy cumplo 50 años y aunque no lo creí en su momento, los 50 son los nuevos 30. Si hace 20 años no pensaba en llegar a esta edad, ahora tampoco pienso en que el pasado fue mejor. Cumplir años es superarse día día, una superación dialéctica, donde a veces avanzas un paso y retrocedes tres, hasta que te das cuenta que aquello con lo que creciste toda tu vida no es real. Te dicen que hay que buscar el amor, la felicidad, el éxito. Con los años sabes que nunca se encuentra porque nada de eso se busca, en todo caso lo procuras. Aunque parecen oraciones hechas, lugares común, eso que luego cuestiono del coaching, pues sí, ahora que cumplo 50 sé que hay muchas frases hechas que cobran sentido con el tiempo, con la edad. Una de esas, un gran aprendizaje de hecho, es que "el tiempo lo cura todo", o casi todo. Cura la tristeza, el dolor, el trauma, pero no lo cura por ósmosis, sino que, y aquí viene la parte a veces no tan divertida, hay que comprometerse y mucho. Comprometerse con conocerte a ti misma, otra frase trillada, conocer lo que duele y nombrarlo; conocer, experimentar, sentir lo que da alegría y nombrarlo; saber pedir perdón, reconocer los errores, que son muchos a lo largo de la vida, reconciliarse con la frustración, con la expectativa, con la muerte de un ser querido incluso; saber que lo que haces, dices, piensas te afecta y afecta al entorno. Con los años aprendes a cuidar las palabras para no herir-te, aprendes a escoger las batallas y a no quedarte callada, pero sobre todo aprendes a dejar ir conocidos, colegas, familia, lugares, trabajos. Soltar los silencios que incomodan, los juicios de valor y las críticas que lastiman. 

Con mis 50 años recién cumplidos abrazo a mis otras yo que he sido en cada década, a cada una de ellas las honro, las amo, las veo en la película de mi memoria y no cambio nada. Puedo decir sin temor a equivocarme que he hecho con estos 50 años lo que he querido y más de lo que he deseado, quizá, precisamente, porque nunca desee nada, nunca me imaginé llegar a esta edad, solo me dediqué a vivir al día, a viajar, a conocer el mundo, a leer, a escribir, a amar, a nadar, a jugar, a compartir. También sé que no llego sola, son muchas las personas que me han acompañado y a todas ellas les agradezco nunca soltarme, ofrecerme un lugar en su corazón, en su vida, en su estar en el mundo. 

Medio siglo se dice fácil, pero en el medio siglo de hace cien años pasaron dos guerras mundiales. A veces perdemos noción de lo que es la vida y estar vivos, por eso hago este ejercicio de escritura a manera de corte de caja. En medio siglo les cientos de libros, escribes miles de palabras, nadas n cantidad de kilómetros, duermes cantidad de horas, trabajas muchas más, respiras millones de veces, se regenera la piel, las neuronas y el alma n cantidad de veces. Con cada arruga, con cada cana, con cada lágrima derramada, con cada cicatriz, se engrosan los afectos, ya sea para que te vuelvas más o menos sensible. La sensibilidad que te permite observar las hojas que caen en otoño, escuchar el agua correr con la lluvia, reconocer la alegría del perro cuando llegas a casa y disfrutar del café en la cama. Con medio siglo detrás tienes una historia que contar, tienes una vida hecha y tienes un futuro por delante. Hoy cumplo 50 años y puedo decir, sin temor a equivocarme, que soy una mujer plena, realizada y amada.