30.6.09

Autobiografía IV

Estoy leyendo un libro de Orhan Pamuk, titulado Estambul. Ciudad y recuerdos, donde el escritor narra sus vivencias infantiles, o por lo menos hasta donde voy. Podría decir que es un texto autobiográfico de un autor que no es de mis favoritos, pero que tiene un estilo impecable: trazos delicados e imágenes realistas (aunque los recuerdos son demasiado descriptivos para mi gusto); de una ciudad que me encantaría conocer, y de un género literario que estoy descubriendo.
Adentrarme en la mente de ese pequeño personaje me ha servido de inspiración para copiar un estilo, hasta que pueda encontrar uno propio (siempre he creído que para escribir debes leer mucho y redactar más; debes copiar, como hacen los pintores, o repetir una pieza, como hacen los músicos), hasta que la pluma se suelte, la hoja en blanco no de miedo y las ideas fluyan.
Puedo asegurar que esta es una de las primeras veces que conscientemente abro la puerta a los recuerdos de mi infancia: empiezo de la más sencillo, con los deportes en los que era buena, con las cosas que dejé de hacer y todavía me arrepiento (tocar el piando), o con los idiomas que espero algún día aprender (por lo menos quisiera poder leer en alemán); sigo con los lugares que he visitado, en los que he vivido; con las parejas, los amantes, los amores imposibles o los amigos que he tenido, que tengo y que tendré, más una infinidad de situaciones que todavía no alcanzo a aterrizar. A pesar de que ahora mismo me parece una labor titánica, el estado en el que me encuentro me provoca un gran placer, me hace moverme a mi escritorio, sin importar la hora o el día, para escribir. Escribir sin parar con el fin de evitar que una idea se me escape, que un recuerdo se pierda, que una palabra se olvide o que un gesto se borre.
En pocas palabras, el libro de Pamuk ha abierto mi caja de Pandora: sueño despierta con mis propios sueños, me invento mi propia historia, y construyo otra tan lejana de lo que es ahora que me hace pensar que una autobiografía, cualquiera que ésta sea, dista mucho de la realidad, por lo menos de la realidad de quien la escribe.

27.6.09

Autobiografía III

Si la memoria le falla, recurra a las historias familiares: desde ahora en cada reunión familiar intentaré que hablen de mi niñez, aunque no puedo pedir mucho porque mis papás son tan elocuentes como yo. Confío en que mi hermana Ana Laura, la mayor de los cuatro, quien me lleva nueve años, y quien más se acuerda de nuestra infancia o, por lo menos, se la inventa... de ahí mi frustración con la elocuencia, ella lo es en exceso. No es fácil crecer con alguien así, sobre todo cuando quieres ser escritora (aunque sea de ensayo literario), porque siempre tiene una historia mejor que la mía o por lo menos la cuenta con más sabor.
Recuerdo que cuando niños, íbamos muy seguido a la casa de campo que tienen mis papás cerca del Popocatépetl, y Ana Laura cada mañana nos levantaba para llevarnos de escursión. Evidentemente no escalabamos ninguno de los dos volcanes; es más, no caminabamos más de 10 km de la casa, pero sí nos llevaba a las casas abandonadas donde nos contaba historias de seres fantásticos, de brujas y gatos muertos, de enanos que vivían en casa de árbol. Pasaba más del medio día y regresabamos a casa hambrientos y con ganas de seguir soñando con el próximo viaje. Ninguno de ellos fue igual al anterior, siempre había cosas nuevas por descubrir en ese inmenso mundo de la mente de mi hermana. Hasta la fecha me sigue pareceindo extraordinariamente fantasiosa y envidiable.

Autobiografía II

Salió una convocatoria para un concurso de escritura autobiográfica, desde entonces no dejo de pensar cómo empezar a contar mi historia. No quiero iniciar con un cuento de hadas: "Erase un 19 de octubre de 1974 cuando nació una cachetona niña en un hospital de la ciudad de México..." Es más, no sé si quiero que la historia sea cronológica, prefiero jugar con los géneros literarios y con las fronteras textuales; tampoco quiero que parezca una prueba psicológica de esas que te ponen a hacer cuando vas a pedir trabajo: "Escriba su autobiografía", en dos hojas en blanco que, dependiendo del día, te alcanzan o te sobran, con la intención de analizar tu escritura y descartar que puedes llegar a ser un criminal en serie, un ladrón, o un irresponsable... como si de verdad la grafología funcionara al 100 % en todos los casos.

Autobiografía

Este no es un intento absurdo de escribir mi autobiografía, simplemente es la necedad de poner en práctica un ejercicio autorreflexivo de lo complicado que me resulta escribir sobre mi pasado debido a la falta de memoria y, principalmente, de creatividad. Siempre he creído que soy demasiado teórica para poder escribir ficción y por eso practico con estos intentos de semi-ficción autobiográfica.
Envidio considerablemente a la gente que sabe contar una historia elocuentemente, a la gente que se mueve armónicamente y, sobre todo, a los corredores que veo flotando en la arcilla cada mañana que me levanto, con mi pesado cuerpo (no porque sea gorda, sino porque soy arrítmica), a trotar en los Viveros. De hecho, este blog se llama "La gallina patuleca" en honor a la forma en como camino (ya se lo podrán imaginar). En fin, a pesar de mis carencias, casi siempre me rodeo de gente creativa y elocuente que me reconfortan, algo les he de aprender.