23.12.15

días de fiesta

Si en México me sentía cada vez más fuera de lugar con las fiestas decembrinas de la tradición judeocristiana, ahora que estoy en Barcelona no las siento. La familia, especialmente mis papás, son el último eslabón del anclaje a eso que no entiendo porqué se debe celebrar, y ahora que no estoy cerca de ellos, pues no me siento en la obligación de celebrar nada. De hecho me gusta no tener que pensar en ello. Demasiado pensar y poco sentir, dice mi terapeuta. Pero no es porque sea una mujer no creyente, sino porque creo en muchas cosas y creo que se debe venerar todo lo que nos hace estar vivos, incluyéndonos a nosotros mismos porque transitar por este camino tiene lo suyo, y no es una afronta sencilla. En fin, desde que llegué hace unos días he huido de las zonas comerciales, aunque con la crisis en España, los comercios todavía no se reponen del todo y es un poco más notoria la necesidad que tienen de vender en estas fechas. Hoy, por ejemplo, recibí una tercera llamada del centro de yoga, al que me asome a preguntar por su tarifas, de la vuelta de la casa donde me estoy quedando para decirme que aproveche las ofertas de diciembre. Eso hace unos años hubiera sido impensable en la ciudad del "tú mismo". Cuando por primera vez me dijeron "tu misma", como respuesta a una pregunta cualquiera como "no volvemos a ver pronto", entendí que aquí se iba a lo suyo, o a lo propio. Ayer (otro ejemplo) caminando por el Born, uno de los barrios más fancy, hasta hace algunos años, nos "invitaban" a entrar a los bares semi vacíos. En otra época, si hubiéramos querido beber algo, tendríamos que haber esperado para entrar a alguno de esos sitios. Supongo que las fiestas cambian año con año, según el ánimo de la gente. Lo que me queda claro es que estos días de fiesta responden, con intenciones fidedignas en muchos casos, a la economía mundial. Esperamos diciembre para cobrar el aguinaldo, para comprar regalos, hacer regalos y recibir regalos. No existe nada menos artificial que esto. Por eso propongo que estos días sean de guardar y si no se puede, pues pensar que son días de juntar, juntar alegrías y no esperanzas.



18.12.15

De Berlín (df) a Barcelona

Empaqué mi vida en cajas. Decidí cortar los hilos y tomar un descanso. Un descanso del país sumido en una gran confusión social donde cada iniciativa es anulada con un bloque de corrupción, aunque entre tanto caos de repente algo sale gracias a la tenacidad de unos cuantos. Un descanso de la universidad que se deja llevar por las inercias y mezquindades comunitarias. Desde mi perspectiva, así no se construye comunidad, pero ese es el camino que decidieron seguir. Un descanso de un "proyecto de vida" que me planteé hace muchos años y que consistía en tener una pareja estable y hacer una pequeña familia. Muchos años insistí en ello y ahora estoy recuperando mi noción de ser. Finalmente, un descanso de esa gran ciudad que se llama df y que día a día te merma el alma sin darte cuenta hasta que estás fuera. Como lo puedo ver, vivir, sentir con pocos días de haber llegado a Barcelona. Lo primero, caminar por la calle sin prisa y con calma (como dice Silvio); lo segundo, andar de noche sin miedo; lo tercero, que me lo ha hecho saber una amiga, la ciudad no te absorbe, no te come viva. 
Llegué con dos maletas llenas de recuerdos, sentimientos y, sobre todo, proyectos profesionales. Una decisión drástica como muchas otras en mi vida, solo que ahora me lo trabajé casi dos años. Dos años que fui planeando el cómo llegar hasta este punto. Una estancia, un nuevo reto (o muchos retos), un país u otro, al final me decidí por una ciudad, ésta, que conozco muy bien y que me ha recibido sin poner resistencia. Una ciudad con su propia lengua y otra historia. Una lengua que me resuena familiar aunque no la hable. Antes de partir sentí que estos dos años fueron la analogía de un entrenamiento previo a una competencia de largo aliento (una que se llama vida). No me malinterpreten, piensen en una competencia como nadar en aguas abiertas donde no hay más que un solo competidor en medio de un océano. No hay ganador ni perdedor, solo un proyecto, llegar al otro lado, con lo que eso implique. Así pues, un día antes de partir sentí que estaba lista, me había preparado, me había encargado de dejar todo en orden, y había cerrando ciclos afectivos. Volé con la certeza y seguridad que necesita un atleta para conseguir su meta, pero sin la esperanza que carcome la conciencia. Lo que suceda de aquí en adelante ya es parte de mi propio acontecimiento. Un devenir y una huella.

3.12.15

De la escritura

Empecé a escribir a los siete años por ocio y en el yeso de mi pierna derecha. Me rompí el dedo gordo corriendo descalza mientras hacía el calentamiento previo a entrenar en la alberca. De ahí vinieron los diarios. Escribir enajenante a veces, otras sin ninguna prisa. No conservo ninguno de ellos. Los fui tirando por pudor a que alguien descubriera mis secretos. Secretos de adolescente atormentada que sufría por desamor o, mejor dicho, por falta de amor. Dejé los diarios cuando apareció el blog y con ello también abandoné el pudor. Ahora todo lo conservo, las libretas de apuntes, las hojas sueltas, las ponencias, los borradores de libros y lo que aparece en este espacio desde 2007 (verborreas mentales o escritura creativa). No he borrado nado de lo que he escrito hace casi diez años. Escribo convulsivamente a veces, otras con parsimonia. Ya no escribo secretos, ahora me cuento historias. A veces de desamor, a veces de mucha ironía. No he dejado de escribir desde entonces, y no me reconozco sin la escritura. 

De bibliotecas

Cuando me mudé a este piso que estoy por dejar, ahora con más conciencia, que cuando dejé el otro, pensé en que no cargaría nuevamente con los libros. Y así lo haré. Un cuarto de mi biblioteca lo doné a la universidad, lo que se refiere a migración y fronteras. Dos cuartos de mi biblioteca, toda la literatura, lo vendí a una librería de viejos, y con lo que me dieron compré un kindle, que entiendo le caben más textos que los que puedo ir acumulando cada vez que me cambie de casa. El otro cuarto, los libros de filosofía, decidí conservarlos, más por un asunto del fetichismo académico que por ganas de cargar. 
Hace unos años me enorgullecía ver mi biblioteca acomodanda por género y en orden alfabético, mucho tiempo libre para tenerla impecable, con el paso de los años, pero sobre todo con las mudanzas, fui dejando de comprar libros. Hoy soy muy feliz con el kindle, aunque reconozco que éste nunca sustituirá a los libros, y por eso decidí, escuchando a la nostalgia, escoger diez; una tarea no muy complicada cuando es superior la obsesión de viajar ligera:

Herta Müller: todo lo que tengo lo llevo conmigo;
Paul Bowles: el cielo protector;
Jane Bowles: dos damas muy serias;
Fernando Pessoa: libro del desasosiego;
Huaruki Murakami: what i talk about when I talk about running;
Raymond Carver: what we talk about when we talk about love.
Xhevdet Bajraj: el tamaño del dolor;
Sei Shonagon: el libro de la almohada;
Ho Xuan Huong: perfume primaveral;
Jorge Luis Borges: siete noches;
Thomas Mann: la muerte en Venecia.

Ahora, mi biblioteca se reduce a eso, diez libros y un kindle. ¿Se necesita más?

28.10.15

La moral y la educación

Por dos años estuve a cargo de la coordinación del Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales. Repito: humanidades y ciencias sociales. Hago énfasis por lo que eso significa o se supone tendría que significar para el devenir de nuestras comunidades, específicamente dado el compromiso que tiene una universidad pública con la sociedad. 
Decidí participar en un proceso de elección para asumir este encargo por motivos personales (comprobar que me había equivocado en lo que había estudiado), y dado que sentí una obligación moral de continuar con una batalla que habíamos iniciado por defender el proyecto de nuestra universidad. 
En ambos casos los resultados fueron inversamente proporcionales a lo que esperaba: soy buena administradora (no política); el proyecto es lo de menos. A algunos solo les interesa el poder por el poder.
Estos dos años, sin duda, significaron un aprendizaje y un crecimiento emocional invaluable. Muchas satisfacciones personales y colectivas; muchas desavenencias; y un replanteamiento constante de la condición humana y de mis ideales.
Uno de ellos, pensar que la educación puede cambiar al país o que el problema fundamental del país (del mundo) es la falta de educación, es falso. 
Por dos años coordiné el trabajo de más de quinientos profesores, todos licenciados, algunos con maestría, los menos con doctorado. Disciplinas diversas: filósofos, sociólogos, antropólogos, literatos, politólogos, comunicólogos, aristas, creadores, entre algunas otras áreas del conocimiento. ¿Y cuál fue mi sorpresa? La falta de congruencia y el poco compromiso con la universidad.
Activistas de a pie que marchan, escriben, hablan, desde la comodidad de su escritorio. Investigadores que solo buscan el financiamiento de sus proyectos, da igual si la idea fue suya o de un estudiante o algún colega. Docentes que solo les interesa cumplir con sus horas de clase. Egoísmo, mezquindad e hipocresía. Con eso me tope y con eso trabajé dos años.
Después de esto, obviamente dudo que el problema del mundo sea la falta de educación, o por lo menos de educación académica. El problema y la solución está en la condición humana: en aceptarla como es y en querer modificar actitudes que comprometan el devenir de la sociedad. 
Hace días que le estoy dando vueltas en la cabeza a este tema y de repente, como me ha sucedido en un par de ocasiones, encuentro en la escritura de Herta Müller la respuesta. Es un principio moral (quizá en un sentido kantiano) del que carecen los intelectuales, incluso en situaciones críticas de sobrevivencia:


"Eso no se hace", pensé varias veces durante esos dos años. Así no avanzamos. Así todo intento de querer cambiar nuestro pequeño mundo se desvanece, se vuelve inocuo y solo alimenta la mediocridad ideológica del capitalismo tardío. El engranaje de la maquinaria ahora es engrasado por quienes critican al sistema sin cuestionarse primero a ellos mismos.
Hubo otros casos, los menos, que pusieron delante de sus intereses los intereses de la comunidad y con eso avanzamos tres pasos para regresar dos y empezar de nuevo. Concluyo entonces, el problema no es la educación, es la falta de responsabilidad colectiva; discernir entre lo "que se hace" y "no se hace".

12.10.15

De tatuajes a tatuajes

Hace dos semanas me hicieron mi cuarto tatuaje, una línea recta de 16 cm de largo y 1 mm de ancho en el antebrazo. 

Visualmente se explica así:

___________________________________

Límite, borde, frontera, obstrucción, separación, distancia, ruptura, rajada, rayón.

Visualmente es así:
___________________________________

De un día para otro lo decidí, sabía que quería hacerme un tatuaje más, pero no tenía claro qué. No había prisa, podía seguir imaginando qué podía ser tan potente para ponerlo en símbolo o letra. Sin embargo, un día me escribió Evelia, "ya me quiero tatuar". Llevábamos retrasando la decisión hasta que un evento fortuito, casi un milagro, que procuró durante meses de angustia, se dio. Le dije que sí solidariamente, por la felicidad y paz que sabía le había regresado a su alma tan buena noticia. El viernes, me dijo. Acepté. Ahí nos vemos a las doce.

Evelia se tatuó una frase de Heráclito en griego que se refiere al movimiento de los seres sensibles, yo una línea recta, que paradójicamente alude a la flexibilidad de los límites gracias al movimiento de los músculos y huesos (el cuerpo humano es lo más perfecto que existe).


Salimos del local contentas con nuestros tatuajes, cada una con la significación implícita del recuerdo, placer, memoria o satisfacción plasmada en el brazo.

Pasaron los días y observaba mi rayón. Algunos con gusto otros con inquietud y confusión. No estaba segura si me gustaba del todo. No le di más vueltas, ya está, pensé, me acostumbraré, y la gente seguirá pensando que es un rayón que me hice con pluma bic. Quien me conoce y sabe que lo que más me apasiona son las fronteras entenderá inmediatamente que me haya tatuado mi propia frontera.

Pasaron los días, fui a masaje-terapia y ahí me di cuenta que el significado iba más allá. Es resultado de una labor terapéutica de muchos años, de muchos especialistas y de muchas técnicas. Es el resultado de lidiar con mi personalidad obsesiva y disciplinada. Es lo que quedó de mi frontera como caparazón emocional que durante años me encargué de engrosar para evitar que nadie me hiciera daño, solo yo, y que de forma inversa, también durante años, me he encargado de adelgazarla para que pueda palpar mi corazón. 
Estoy vulnerable le dije a Ricardo, al terminar la sesión, y tengo miedo. Ahora solo queda el recuerdo de esa gran frontera que durante años construí, de esas máscaras a las que alude Octavio Paz, o de esos velos que hay que deconstruir, según Derrida. Pero queda algo, algo muy profundo que debes honrar, me contestó. 
¿Honrar? Me asusté. Sí, dijo. "Comprende la diferencia entre hacer un movimiento suave, como acercarte para oler una flor, y uno brusco, como evitar que alguien te de un golpe en la cara. Ambas son formas de reaccionar y ambas necesitan extensión y contención. Pero para ello no necesitas engrosar tus fronteras sino hacerlas flexibles, móviles, sensibles y estéticas".


Salí confundida y agobiada. Han pasado los días, la gente sigue pensando que me pinté con una pluma por descuido. Ya no intento sacarlos de su error ni explicar que es un tatuaje ni lo que significa. La frontera sigue ahí, como recuerdo, como herramienta, como amuleto. 




2.10.15

#2deOctubreNOseOlvida

Este año no marcho. Todos somos responsables. Nadie es responsable. He perdido la fe en la utopia. No me vanaglorio, es una pena. De joven pensaba en cambiar el mundo. Hoy solo espero que el mundo no me cambie a mí. No es olvido. No es memoria. Es condición humana.

Cada acto es una falta moral nombrada. Cada omisión es un responsabilidad ética sublimada.
Hace años mi papá me decía que eso era perder el tiempo, hoy está dispuesto a luchar. He escuchado cantidad de veces que es manipulación, que por esas causas no se lucha. Ya están muertos, desaparecidos, olvidados. Hay que seguir adelante.

Están las madres de mayo y su consigna, no están muertos hasta que no se presente el cuerpo, mientras tanto siguen desaparecidos. Y han ido apareciendo, a cuenta gotas, sin protagonismos. Están las madres de migrantes centroamericanos, buscan a sus hijos, desaparecidos, y han ido apareciendo. Están los padres de los normalistas, buscan a sus hijos, desaparecidos, y siguen sin aparecer.

Tenemos muchas pérdidas, muchos abusos del gobierno, muchas omisiones. Es cierto. También tenemos unas grandes carencias para ser solidarios. La pequeña burguesía académica ha cedido al sistema. De la sociedad de a pie ni hablamos. Subestimar la duda cartesiana. El error de la academia. Dudamos por orgullo. Dudamos por ignorancia. Dudamos por frustración. 

La academia se instaló en su papel opositor, sin proponer. Nos creímos el cuento del pensamiento crítico, sin proponer. Demagogia y control. Abuso y descalificación. Así se construyen nuestras universidades, con dudas, con cuestionamientos, sin avanzar, sin arriesgarse. Así educamos a los más jóvenes, así esperamos que cambien el mundo, así les legamos nuestras cobardías, añoranzas y demás inconsistencias. Y nos sorprendemos y ofendemos cuando el gobierno desaparece a los estudiantes. ¿Qué hicimos para evitarlo?

Construimos discursos, leemos a los teóricos, pedimos reconocimiento. No cedemos nada a cambio. Este año no marcho. He perdido la fe en esta academia. La que marcha arrastrando sus incongruencias y gritando consignas que la memoria le imputa a su condición política, pero no a su condición ética. No es suficiente con decir que el 2 de octubre no se olvida, porque aún así se nos olvida luchar a diario.

21.9.15

Solo pasarla bien

Llegado el momento decidí abrir mi perfil en tinder. El primer día agoté el catálogo y después me enteré que mientras más "corazones" escojas, menos opciones tienes de seguir viendo, a menos que pagues una cuota mensual para tener cuenta "premium". Los primeros dos días estaba como niña con juguete nuevo. A diferencia de otras aplicaciones de contacto, ésta tiene la particularidad que es anónima; es decir, hasta que otra persona que vio tu perfil, y al igual que tú le dio "like", es cuando puedes entrar en contacto, si no existe esta simultaneidad puedes dar "likes" ad infinitum sin que nadie más se entere, salvo el programa de algoritmos que llegado un punto te impide seguir de voyeurista. 
En la primera sesión encontré muchas caras conocidas, mujeres que hace veinte años veía en los antros y hoy vuelvo a ver en tinder; conocidas de conocidas y otras no tan conocidas pero que seguramente me gustaría conocer.
Hoy en una conferencia donde nos cuestionaban los retos que enfrentan los jóvenes, el ponente de mi izquierda (que de izquierda no tenía nada), decía que no entendía a los jóvenes que se la pasan en tinder buscando pareja. Creo que esta reacción es una irreflexiva argumentación colectiva, donde pocos aceptan abiertamente que usan el tinder, como en su momento pocos aceptamos haber tomado ansioliticos, a pesar de que es más común de lo que parece. 
El para qué usas tinder u otras aplicaciones de contacto depende de que necesitas del otro. Quizá una pareja, quizá solo sexo, quizá solo amigos o quizá estás aburrido o todas las anteriores. Algunas lo tienen más claro y no ponen nada en su perfil, otras no tanto y escriben textualmente "si buscas sexo dale a la izquierda" (en la aplicación la izquierda es sinónimo de "no me gusta", simbolizada con una tremenda ❌, como en la cataficcia de Chabelo), pero sus fotos indican todo lo contrario. Total, cuando pensaba en mi "slogan" de perfil pensaba también en lo que necesito en estos momentos. Llegué a dos conclusiones: 1) necesito aquello que se ha vuelto tedioso de proveerme, el sexo. Una cosa es no tener prurito en aceptar la masturbación como una forma de experimentar placer y liberar energía sexual, y otra muy distinta es sentir el contacto de la piel, un abrazo apasionado o un beso cachondo. 2) aceptar que solo quiero "pasarla bien". Esta conclusión me hizo aún más feliz porque también me di cuenta que para asumir en estos momentos de mi vida que solo quiero sentir placer con desconocidos es gracias a que tengo cubiertas el resto de mis necesidades (de autonomía personal, laboral y principalmente emocional); es decir, una apuesta ontologica, que de original no tiene nada, ya los griegos lo sabían, que consiste en compartir aquello que da placer, una afirmación muy distinta a esperar-buscar que otras personas me den placer. Desafortunadamente en nuestra cultura esto no es así de evidente y creo que tendré poco éxito en mi encomienda. Aun así ha sido liberador reconocer que por ahora solo quiero pasarla bien (sola o acompañada).

Pd. Tinder no es para mí. Di de baja mi perfil a la semana y volví a lo tradicional: una mirada, una sonrisa... Solo pasarla bien sin afán de simular nada.

16.8.15

Las relaciones de pareja están sobrevaloradas

Pensé que nunca lo iba a sentir, pero después de más de diez años de estar en parejas varias y con amantes intermedios, afirmo que las relaciones de pareja están sobrevaluadas. Llevo ocho meses con blinkers, de esos que le ponen a los caballos de carga; es decir, de mi casa al trabajo, del trabajo a mi casa. Ya pasó la época de la abstinencia donde al estar cerca de una pareja haciéndose arrumacos todavía se me salían las lágrimas. También ya pasó la época de la negación: "no te necesito para nada, yo puedo sola y si no estoy con alguien es porque no he conocido al amor de mi vida" blablabla. Una encuentra muchas formas para negar el gran dolor de una ruptura pero también para no asumir la condición de estar sola. Llegada al punto donde nadie está en casa cuando llegas, no tienes a quien decirle que la extrañas, ni recibes mensajes de whats app en un fin de semana completo, pues está la resignación y netflix. Horas viendo series y películas de amor en casa. Algunas veces cerveza en mano y pañuelos por aquello de la nostalgia. Pero no dura mucho. De un día para otro me di cuenta que estar sola es placentero. Que la necedad de estar en pareja es la obsesión que las redes sociales y los medios de comunicación reproducen muy seguido. Todos te dicen como estar en pareja, nadie te dice como estar sola. Y si alguno toca el tema es porque estar sola es sinónimo de ser superdotada, o retrasada social. Desayunar sola, comer sola, cenar sola, dormir sola y despertar sola es también una forma de vida, quizá más común de lo que la gente promedio está dispuesta a aceptar.
Tengo una tía que decidió estar sola. Nunca se casó. Solo tuvo un "amor de su vida". Ella era la amante. Él estaba casado. E insistía en llamarlo "nuestro tío". Un día se enteró que había muerto y decidió seguir con su vida sola. 
A lo que voy: estar en pareja es una decisión de vida y conozco casos exitosos. Mis padres. Estar sola es también una decisión de vida y de igual forma conozco casos exitosos: mi tía. A mí me va mejor la primera opción, estar en pareja, pero no hay prisa e incluso estoy dispuesta a que se ma vaya la vida en ello. 
Estar sola y estar en pareja es la combinación perfecta, es como beberse un gintonic con mucha sed: te amarga y te calma. Así también es amar.

La aversión de los pelos

Mientras me bañaba hacia el ritual de la rasurada. No mucho que quitar, soy lampiña, herencia indígena. Y pensaba en la barba del conferencista del viernes, una barba muy larga y abundante que contrastaba con una cabeza pelona. No pude evitar hacer la comparación con mi bello púbico. Pasé el rastrillo por las piernas, las axilas y la línea del bikini... Así dice el canon occidental... Que no se te asome ningún pelo, de otra forma eres hippie y ya no está de moda... Lo que sí está de moda es la depilación completa del pubis. No lo entiendo todavía, me es más cercano a la pedofilia. Lo curioso es que esta moda no conoce de clases sociales ni de oficios. Dicen que es más placentero el sexo, dicen que excita más a la pareja, dicen que es más cómodo... Será el sereno, mi postura es el justo medio. Sin tapujos y sin exhibicionismos. Por algo somos seres peludos. Esa necedad de contravenir nuestra esencia es producto del aburrimiento.

30.7.15

La fuerza guerrera / la fuerza de la sangre

Amanecí guerrera indígena
Quizá por la sangre
La de mis abuelas
Quizá por la que recorre mi cuerpo

Dolor del espíritu 
Sanación en el cuerpo
Días de letargo
Despertar amoroso
Ovulación 

Un cuerpo distinto
Una dicha eterna
La búsqueda ansiada 
Del camino esperado
Ha terminado

Cólico 
Dolor menstrual
Un ciclo se cierra
Cada 7
Cada 13
Cada 28
Da igual

La filosofía ancestral
Se revela 
Despierta
Y cimbra mi pensamiento

Hacer filosofía
Desde lo femenino
Desde lo corporal
Desde la muerte

La sangre guerrera
No necesariamente es roja
También es indígena.

28.7.15

The dead of friends

That's a meditation
A Buddhist meditation
Yesterday I heard it
In my heart 
In my head
Collapse
Maybe is an euphemism
Maybe it took place
The death is always there
We can see it
We can feel it
But we can never accept it.

(For those that passed away, rest in pace and look for us, we will always remember you... until die: Dharma or Samsara?).

25.7.15

Machihembrado

Hablando de los cuerpos de quienes cada tercer día nos encontramos en bañador para hacer nuestro entrenamiento matutino, sorprende que tanto hombres como mujeres estemos tan atentos de nuestra corporalidad, ya sea por lo voluptuoso, lo estético o lo antojable. Categorías en las que agrupo las modalidades que permean el imaginario colectivo. Lo curioso es que existe un sesgo de lo que se puede o no hacer con ello. Un sentimiento, que no en todos es deseo, de otra forma ya se hubiera desintegrado el equipo, y una manera de relacionarnos socialmente distinta.
Recuerdo que cuando inicié en ese equipo, hace casi ocho años, mi temor era que mis compañeras supieran de mis preferencias sexuales y que se distanciaran de mí por temor a que les "fuera a agarrar cariño". Obviamente eso nunca pasó. Es decir, la sexualidad no necesariamente está presente en toda relación del cuerpo. Ahora nos tenemos mucho cariño y en ningún momento me he sentido excluida, incluso antes de ello, ya me había marginado. 
Ayer, mientras comía con algunos de ellos, repasando nombres de quienes admirábamos, no solo por su capacidad de deslizarse en el agua, sino también por el cuidado de su cuerpo, les comentaba mis gustos y favoritos. Es verdad que solo hablaba de hombres porque el cuerpo del nadador me gusta mucho. Incluso más que el cuerpo de la mujer en bañador. Una pieza que no necesariamente es muy estética. Con sorpresa uno de mis amigos me preguntó porqué opinaba si a mi no me gustan los hombres. A lo que contesté, no me gustan para una relación pero eso no significa que no pueda opinar si son "cogibles" o no. Entendió pero le costó trabajo hacer la superposición de ideas. Es decir, en un primer momento supongo que él como a varios les costó trabajo entender que me gustaran las mujeres, como ahora les cuesta trabajo entender que me gusten también los hombres porque casi siempre se piensa en lo machihembrado. Aquello que embona, literal, pero no necesariamente figurado. Desconocía, hasta ayer, el concepto machihembrado y su uso. Seguramente mis amigas feministas estarán en contra de la siguiente afirmación, pero creo que el concepto "machihembrado" es una perfecta acepción de lo que intentamos hacer con nuestros cuerpos socialmente: embonar, pertenecer, ser aceptados, sin importar nuestros gustos ni preferencias.

20.7.15

Usurpar oficios: de esas cosas que una hace para matar el tiempo

La fotografía ha sido tan cercana como la literatura. Mi gusto por ambas se dio en el bachiller. Mientras descubría a los existencialistas, también intentaba imprimir en hoja de plata. Duró poco mi estancia en el taller porque no tenía una cámara réflex, sino una de las Kodak de rollo 35mm. Pronto perdí interés y no era tan redituable el revelado porque todavía no comprendía que no se trataba de fotografiar el cotidiano, sino de hacer la composición, de narrar una historia con la imagen. Tuvieron que pasar algunos años para darme cuenta de ello. Con la literatura fue más sencillo ubicar la teoría, entender la accccion dramática, la importancia de las figuras retóricas y la construcción de los personajes.
En la universidad tuve mi segundo acercamiento con ambas, hacia mi servicio social en el periódico universitario como reportera. Todavía lo digital no se posicionaba, así que mientras redactaba notas también tomaba fotos si era necesario. Recuerdo una vez, Saramago iba a dar un par de pláticas, una en las instalaciones de la universidad, otra en Bellas Artes, me apunté para cubrir ambas. Para la segunda no había fotógrafo, así que cambié la pluma por la cámara. En el recinto, tras bambalinas, Saramago del brazo de Poniatowska. La imagen perfecta pensé. Cuando me entregaron la impresión de las fotos ninguna servía. Todas estaban fuera de foco. No volví a usar la cámara hasta que salí de la universidad. Compré una réflex análoga con la que pronto me familiaricé e hice fotos de todo y nada. Mi pareja de ese entonces se dedicaba a ello y aprendí alguna que otra cosa, incluso a revelar e imprimir. Luego la dejé (también la relación), la regalé, los negativos deben estar guardados todavía en algún lugar. Una reliquia si consideramos que ahora todo es digital.
Hace un par de años decidí comprarme otra vez una cámara, ahora una réflex digital, también Nikon. Según que para hacer investigación, la investigación que tengo en puerta. Pasó un año y ni siquiera la saqué de su caja. De vez en vez la prendía, iba a las marchas con ella, una que otra foto salía bien, al final todas están archivadas. 
Nuevamente la he vuelto a desempolvar, ya tengo el tiempo encima y quiero narrar con la imagen, no solo con palabras. Le pedí a un amigo cineasta que me enseñarla a usarla y estoy ahí. Un intento más para dominar la cámara. Tengo buen ojo, pero no he sido constante. Así que este fin de semana le dije a mi mejor amigo que me acompañara a tomar fotos para llevar a mi siguiente clase.
Fuimos a Chapultepec, hicimos el recorrido obligatorio en las lanchas, nos topamos con los voladores de Papantla, y quizá hay un par de fotos técnicamente bien hechas. Por la tarde, Paco tenía una boda (tema para otra entrada) y estaba dudosa de acompañarle. Una boda de mujeres. Solo había que esperar a que llegara la juez y las casara. Al final acepté acompañarle con la promesa de ir por unos gins al terminar. 
No me tardo, me dijo. Pero estoy muy chamagosa para ir a una boda en Polaco, le contesté. Pues decimos que eres mi fotógrafa, sugirió. Y acepté. Qué podía pasar, traía el kit completo. Llegamos al lugar, la gente súper producida, como se acostumbra en estos eventos. Me puse al frente, me quité el suéter. Una playera blanca y jeans con alpargatas. Desentonaba en el lugar. No me importó. Asumí mi papel de fotógrafa, empezó la ceremonia. Entraron las novias con unos vestidos hermosos. Me concentré en lo mío, en lo que me habían enseñado y en lo que había aprendido durante el día: la luz, la exposición, los blancos, el diafragma, etc. Toda una profesional, salvo por el atuendo. Se acabó la ceremonia (sigue sin conmoverme el acto performativo del matrimonio ni siquiera en el momento en que las novias se declaran amor eterno). Aplausos, besos y abrazos. 
Salí corriendo. Algo en mi consciente se detonó. Vergüenza, culpa, malestar. Había irrumpido una escena íntima con un oficio que no era el mío. Estaba agobiada, al tiempo que satisfecha, había visto la clase media, sus historias, sus pretensiones, en otros tonos. Recuerdo que un fotógrafo ya se dio a la tarea de hacer un libro sobre ello. ¿Qué se puede decir de la clase media con las imágenes? Mucho o nada, según la composición. Estaba fascinada con lo que había logrado ver en un cuarto tan pequeño, pero no podía evitar sentir vergüenza. Vergüenza que se agravó cuando Paco recibió una llamada preguntando que quien era yo. Balde de agua fría, fui suficientemente notoria para incomodar, pensé. Sí, me encargo de enviarles las fotos, dijo Paco antes de colgar. 
Después de unos tragos, lo dejé en su casa. Llegando a la mía prendí la computadora, bajé las fotos. Satisfacción. ¿Qué les dirá Paco cuando las envié?, pensé. Le advertí, las fotos no son lo que la gente espera de su boda, pero a mí me gustan. 

18.7.15

Sentir

De un día a otro
Sentir
Nuevamente un escalofrío

Una mirada
Una sonrisa
Un gesto

Busco una caricia
Puede ser cualquiera

Un roce de hombros
Un tocar la pierna
Un abrazo de despedida

Palpitación sexual cuando observo con intriga
A las que piensan
A las que ríen
A las que fuman
A las que están a mi lado

Con asombro 
De un día para otro
Todas me parecen hermosas 

No quiero una relación 
Repito incesante
Solo una caricia
La de una amante intinerante

Solo quiero sentir 
Un placer egoísta
Un deseo voyeurista







13.7.15

Inconsciente colectivo

Cuando la gente no dice
Afirma
Cuando la gente no pregunta
Niega
Cuando la gente se ufana de su miseria
Esconde.

Las hienas merodean con una risa delirante
Así también la gente sin consciencia.

Le presión social corroe
No todos están hechos para ser libres
Y los que se asumen 
Confrontan.

Miro sin mirar
Acepto sin comprender
Tolero sin respetar.

Seres sociales
Que evitan la diferencia
Y niegan la condición humana
Una aporía ontológica.

El inconsciente colectivo navega
Se infiltra en los usos
Para evitar que las costumbres colapsen.

Vientos desafanados
Arrebatan
Carcomen
La sociedad no se inmuta 
(O eso quiere también negar).
 



Cuando el cuerpo delata

Leer a los otros siempre me ha gustado. Observar, imaginar lo que van a decir, adelantarme a sus intenciones o, como se dice coloquialmente, leerles el pensamiento. Se puede confundir con servilismo, pero la realidad es que esta actitud es solo una máscara de mi timidéz e inseguridad social. Por lo tanto, solo doy el primer paso cuando me siento segura de haber leído, escaneado, en su totalidad a la gente. Este fin de semana, sin embargo, me pasó lo contrario. Me falló la lectura corporal y me aventé sin decir agua va. El resultado fue un negativa, un gancho al ego. Pero la reacción fue asintomática: salí del letargo, pensé al amanecer. Volví a respirar, a sentir, a experimentar deseo, pasión, goce por la vida y por lo que me rodea. Había perdido toda emoción en los últimos meses debido al estrés y las presiones del trabajo. De repente, en un fin de semana, en una noche, con solo cambiar la vista de lugar, mi cuerpo se volvió a iluminar. Perdió su tonalidad ceniza, casi diría amarillo huevo de folder tamaño carta, y con una mirada me cargué de energía. Después del bochornoso momento al que sin dudarlo me remitió un "no" rotundo, me di la vuelta y sonreí. 

27.6.15

El filtro arco iris

Ayer se aprobó el matrimonio gay en todo Estados Unidos. Reacciones varias en redes sociales. Casi todas fueron de júbilo, de celebración, de felicidad. Inmediatamente la gente acudió a casarse en algunos estados del sur del país, la gente salió a la calle, y Facebook hizo su aplicación arco iris. Al poco rato varias personas ya habían utilizado el filtro de colores en su foto principal. Algunas en una actitud de demostración abierta de su homosexualidad, otras como apoyo sincero a la comunidad (o como se dice coloquialmente gayfriendly).
Obviamente me parece desbordada la reacción cuando un par de semanas antes la Suprena Corte de Justicia había legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo en México. Situación que no tuvo una respuesta mediática como el desbordamiento que vivimos ayer en redes sociales, de televisión no puedo hablar porque no tengo. Aunado a que soy bastante escéptica con respecto al matrimonio y principalmente al matrimonio entre personas del mismo sexo. Escéptica en el sentido de que muchas veces estas solicitudes de trato igualitario solo reproducen  patrones heteronormativos que hemos cuestionado a lo largo de los siglos.
Mi lectura bastante práctica de este evento, que sin duda va a revolucionar en distintos sentidos las sociedades, no se si en todos los niveles, pero sí en lo político y económico, es precisamente que Obama se fue por la libre. Le pusieron muchas trabas en la seguridad social, en la ley de migración, con respecto a Guantánamo, la salida del ejército en Medio Oriente, y en otras tantas iniciativas, pero en este sprint final no le vieron ni el polvo. Le apostó al voto arco iris y lo va a ganar. Los demócratas le dieron la vuelta a los republicanos y no se conformaron con el voto latino, un voto previsiblemente dividido y que no garantizaba la permanencia de su partido en el poder. Le apostaron al voto útil de un sector económicamente más fuerte e incluyente, en lugar de apostarle solamente al voto étnico como lo habían hecho los años anteriores. Así es la política en algunos países, y cuando se trata de ganar, hay que repartir el triunfo y el beneficio social. 
Con este triunfo para la comunidad LGTTB se libran varias batallas, se enaltece el espíritu liberal y muchos otros valores universalizados por la modernidad, aunque para ello tuvo que pasar por lo menos un siglo. El caso de Estados Unidos sin duda es distinto al de México (necesitaría un análisis más amplio para aclarar esto y no es el tema ahora) y eso significa que la euforia de nuestros vecinos sumará favorablemente para proponer políticas públicas distintas y para legislar acciones violatorias de la integridad humana. Aunado a una fuerte reactivación de los mercados globales con miras a lo que por muchos años se llamó la industria, el servicio y el comercio rosa. Justo en momentos como éste la vecindad con Estados Unidos tiene sus ventajas. El tema es saber capitalizarlas y promover, más que un cambio en la foto de perfil, que los estados del norte de Méxici asuman su responsabilidad frente al matrimonio entre personas del mismo sexo, a pesar del conservadurismo existente, y la adecuada vigilancia de los órganos de gobierno para encausar un derecho ya ganado: la libertad de juntarte con quien se te de la gana sin temor a ser violentado... Un gran paso sin duda en muchos aspectos de la condición humana.


1.6.15

solo deseo

tener tiempo para escribir
             pero si me apuran puedo hacer mi lista ad infinitum
pero como estoy en etapa zen-tada
pues el aquí y ahora
            dice mi aplicación de meditación
de esas que te bajas cuando hay voluntad y tiempo
o las ganas de ser mejor
           (otro lugar común)
que difícil es transitar entre lo espiritual y lo mundano.
lo mejor es reírse,
                            reírse de una misma...
y no dejar de desear.


lugar común

estamos en junio.
se va volando el año
(lugar común).
nos hacemos mayores
(lugar común).
vivir plenamente
(lugar común).
Entonces, ¿que nos queda?
disfrutar el lugar común
y dejar que el tiempo pase.
a nadie le importa
si nos hacemos mayores
                                      solo a nosotros.


17.5.15

Los ciclos en algún punto se cierran

Hace años, más de veinte, seguramente no salía todavía del bachiller, compré El porvenir es largo. No recuerdo el momento en que me interesé por leer a Althusser o quizá solo fue por el título del libro... Compré, lo que ahora entiendo -después de leer la biografía de Derrida que escribe Benoît Peeters- es una obra autobiográfica postraumática de la crisis mental que llevó a Althusser a asesinar a su esposa. Recuerdo único que tuve del filósofo durante muchos años. No volví a comprar un libro suyo hasta hace un par de años para un seminario de Teoría Critica. Sin embargo, con la lectura de la biografía de Derrida, un texto bastante bien documentado, entiendo esta relación antagónica entre estos dos filósofos del siglo XX que comparten un origen, una lucha, un desasosiego. Cada uno con su estilo, cada uno con sus fobias. Hace veinte años yo no sabía quién era Derrida, pero sí Althusser; tampoco sabía de la cercanía entre ambos. Ahora no solo los conozco a ambos, como se conoce a alguien por sus lecturas, y no necesariamente por sus presencias, y reconozco en ambas voces ese silbído del oráculo. Un canto de sirenas que con paciencia arriba al puerto del conocimiento esperado, donde se logra la sinápsis del entendimiento. Un entendimiento no solo epistemológico, también ontológico.


8.5.15

terapia de la celebración

Hace unos días no fuimos de paseo para aprovechar el puente del día del trabajo. Desde hace meses tenemos la costumbre de reunirnos los tres para platicar de nuestros agobios, ligues y cualquier otra cosa que nos aflija o alegre. Al encontrarnos, lo primero que nos dijimos fue lo rápido que se ha ido el año, ya en mayo. De inmediato reaccioné y les dije, en Monterrey me di cuenta que tengo dos objetivos en la vida: que el tiempo no transcurra tan rápido; es decir, que debo disfrutar cada momento y no ceder al estrés de la ciudad, del trabajo, de la creatividad, y para ello debo aprehender mis logros. Ambos coincidieron en la primera parte pero la segunda no estaba tan clara. Les expliqué lo complicado que me resulta sentir la satisfacción del logro. Mentalmente la puedo entender, pero sentirla, abrazarla, regocijarme, pocas veces. Obvio es una conducta aprendida de la familia, les dije, donde reiteradamente mis padres me decían "tu obligación es estudiar, lo mínimo es un ocho, lo ideal es un diez". Así crecí. Así crecimos varios, con la exigencia de unos padres que transmitieron su propia exigencia seguramente porque con el paso de los años comprobaron los resultados. Yo también los he comprobado y estoy satisfecha, pero después de los cuarenta el tiempo es cada vez más volátil y los recuerdos efímeros. ¡Pues empecemos a festejar!,  dijeron. Nosotros festejamos todo el tiempo, cada ocasión se debe celebrar. Miré mi antebrazo, donde tengo tatuada una estrella, una estrella que me puse cuando me doctoré, un símbolo de la infancia, de los recuerdos de la guardería, donde por buena conducta nos ponían una estrella en la frente al salir cada día. No me tengo que tatuar cada logro, pensé, no lo tengo que hacer evidente, solo debo sentirlo, permitir-me el regocijo, saborearlo y disfrutarlo. Los logros no empiezan con acciones fáciles, se trabajan, se sufren, se gozan. No es una obligación ser exitoso, es una forma de vida, pero el éxito reside en como cada uno asume sus propios logros. ¿Con qué empezamos?, dijimos mientras llegábamos a nuestro destino. Cada uno hizo un recuento de la semana y brindamos, brindamos por las satisfacciones durante tres días que estuvimos juntos.


28.4.15

Fb Twitter o el anonimato

Me di unas vacaciones obligadas por varios meses de fb. Me di a la fuga sin avisar de un día para otro, y de un día para otro también volví a esa gran comunidad. Me salí por razones laborales y regresé por razones profesionales. He de reconocer que la primera hora me emocioné, personas cercanas de las que hace meses no sabia nada me dieron la bienvenida cariñosamente y de igual forma respondí. Es cierto eso que dicen: el fb puede alejar a las personas que están cerca y acercar a las que están lejos. 
Para contrarrestar mi "hermetismo", como me reclamaron en algún momento, conservé mi cuenta en Twitter y en insragram; ahora que regreso al fb observo que estoy fuera de condición. Al poco rato me abrumé y me dieron unas ganas de cerrar definitivamente mi cuenta. 
Leo esto que escribo y me parece muy banal mi reflexión, pero no lo es tanto: varios fenómenos ocurren simultáneamente con el uso de las redes sociales que son tan imperceptibles para quienes están adentro pero tan evidentes para quienes por azar decidimos tomar un respiro.
No los voy a enumerar, seguramente ya deben existir tesis sobre "la influencia de las redes sociales en el comportamiento y las actitudes de las personas que los usan" o algo similar. Lo cierto es que al no estar en fb uno vive como robinson crusoe. Tenemos nuestro viernes, que puede ser Twitter o instagram, pero nunca llegamos a intimar tanto con ese otro virtual como se hace en fb. Se me olvidaba que la idea es escribir hasta los pensamientos y las actividades más insignificantes... Quizá como lo hago yo en este mismo espacio... Bendito el fb que nos hace menos anónimos.

19.4.15

De la escritura creativa

Me invitaron a participar en la feria del libro que organiza una universidad en el norte de México. Seis escritores en escena, un moderador. Preguntas generales para hablar de nuestro trabajo, temas obligados, como las redes sociales, la autopublicación, el financiamiento, pero no sobre la frontera (entonces no tengo nada que decir...  Pensé). Solo se hablar de la frontera. No había entendido que aquí no se trataba de hablar de lo que cada uno sabia, sino de porqué escribíamos. Un performance a todas luces, como son siempre las presentaciones. Quizá algunos más apegados a sus personalidades, otros con un personaje más acabado. 
El título de la mesa era "encuentro de escritores mexicanos". Cuando lo leí pensé inmediatamente que se habían confundido conmigo, luego vi mi foto en el programa y no me quedó duda. Me enfrentaba a una frontera que ha estado mucho tiempo de frente a mí pero no había querido cruzar. 
Unos días antes de la presentación decidí de una vez salir del clóset (no sería  la primera). Es decir, que iba a presentar a mi alter ego, ese que escribe aquí, que soy yo, pero no soy yo. Seleccioné los textos, tres que escribí hace dos años en Tijuana y que hablan sobre la frontera. Los leí por la mañana varias veces en voz alta. Me alisté y salí con mis otros libros bajo el bazo, los de ensayo académico.
Ya en el escenario todo fluyó, no leí nada, nadie leyó nada. Solo hablamos de nosotros. Un goce egocéntrico. Una palmada al hombro. Un reconocimiento sin duda al trabajo de cada uno. 
Confirmo que me gusta la escritura creativa y también el anonimato. Agradezco a los organizadores de la feria por este nombramiento, uno de los que más feliz me ha hecho en los últimos meses.



30.3.15

Timing

Salgo de la tienda con mis pantalones para la playa, busco las llaves de mi bici y veo a alguien desencadenando la suya. Espero para cruzar y mientras lo tengo de frente a mí, pienso: esa bici es igual a la mía... Es la mía!!! 
Giro hacia un lado, hacia el otro, qué hago? Voy a corroborar si es la mía. Mejor me asomo a ver si los alcanzo, eran dos, una chica y un chico. No, no los voy a alcanzar. Giro de nuevo, mejor me voy a mi casa. Me asomo. Están parados a cincuenta metros. Vuelvo a girar y digo enfática al policía que está deteniendo el tránsito:

-Oficial, ese chico de gris se lleva mi bici.
-Cuál, me pregunta. Los que van allá, señala con su dedo al frente, y cruza la calle a paso veloz.
-Ese, el de gris, le grito. 

Pienso que no lo alcanzará corriendo, pero lo subestimo, para al taxista de enfrente, un joven que estaba haciendo tiempo. Y se sube. 

-Qué hago, le grito.
-Pues súbase, me contesta.

Incrédula subo al taxi, es como de película, pienso, al tiempo que sonrío. El chofer, muy seguro de traer a la autoridad de copiloto, acelera y empieza la persecución por las calles del centro de Coyoacán. 
Inmediatamente los ladrones se dan cuenta y agarran una calle en sentido contrario. El chofer hace lo mismo. Los carros frente a nosotros pitan el claxon, mientras que el policía les hace señas para que se hagan a un lado. Logramos alcanzarlos al final de la cuadra, pero en cuanto se baja el policía del carro para detenerlo, el ladrón se da la vuelta. El taxista también. 
Al policía lo dejamos atrás. Perseguimos al ladrón, lo alcanzamos y el taxista le grita que se pare. No hace caso y lo empuja con la facia del Tsuru. El ladrón sale expulsado de la bici, se levanta rápidamente y huye. El taxista acelera. En ese momento le grito que me bajo, se estaciona e intenta correr atrás de él, pero desiste. 
Me tiemblan las piernas y los brazos, estoy sorpréndentemente apanicada. El taxista regresa, va por mi bici, me quedo cuidando el carro. Solo una salpicadera abollada... Y la cadena cortada. Me entrega la bici, le doy las gracias y nos despedimos. 
Las patrullas pasan por todos lados con las torretas prendidas, pero el ladrón ya se ha dado a la fuga. 
Regreso a casa, no veo al policía. Y con el ruido de la llanta, solo pienso, eso es timing, un minuto más que hubiera tardado en la tienda y hubiera regresado a casa sin bici y sin la satisfacción de saber que, en esta ciudad, la gente se arriesga.

29.3.15

Manías

Últimamente tengo más manías, de esas que ocultan la ansiedad.
Mi sanadora oficial me dijo el otro día que por fin había tocado fondo.
La miré con extrañeza, casi preguntando, cuántas veces en la vida una debe tocar fondo? E inmediatamente inicié un recorrido por lo que en ese momento me cruzaba la existencia:
Cada vez que termino una relación?
Cada vez que siento una gran tristeza?Cada vez que me doblego ante las mezquindades ajenas?
Después dijo, finalmente habrás decidido lo que quieres hacer. Balde de agua fría! No digo nada, porque creo que hasta me lee los pensamientos, y en mi soliloquio me contesto casi a gritos: si no estuviera confundida no estaría aquí.
Hacemos el ritual de la sanacion, veo la luz dentro de mi cabeza y salgo reconfortada... 
Días después observo nuevamente mis manías, especialmente esa de tener un celular que solo suena en horario laboral y para cosas de trabajo. El resto de las horas, los fines de semana, soy yo quien lo observo por horas, quizá algo nuevo en Twitter, seguro un mail interesante, de alguna amiga lejana (de esas con las que escribo una vez al año). Nada, paso a Instagram, por lo menos una foto cálida, la sonrisa de un amigo. Nada, he borrado a casi todos mis contactos que tenía de la universidad porque me recuerdan a mi ex. Me he aislado pienso con pánico. No importa, me digo a mi misma, ya pasará, mientras sigo actualizando el Twitter cada segundo. 
Eso sí, el Facebook no lo he abierto desde que me di de baja hace casi un año. Tengo una fecha para regresar de nuevo a esa gran comunidad, pero todavía no es el momento. 
El otro día vi un Twitter que decía que en Facebook está concentrada el 80% de la comunidad mundial, muy por encima de China. Me sentí como Robinson Crusoe, pero aún así no cedí a la tentación. Soy de ideas fijas... Respiro profundo.
Tampoco he cedido a la tentación de stalkear, no tengo la costumbre, aunque lo hice un par de veces hace unas semanas cuando me topé con alguien. Se acabó pronto el gusto y la di de baja, como a otras muchas personas de mis contactos en Twitter. 
Lo que sí hice fue bajar una aplicación de ligue, también me duró un par de días el gusto. Nada como mirar de frente a los ojos, soy una romántica... Trato de convencerme que no hay nada mejor que un encuentro casual para no ceder ante la adversidad...
Lo que sucede es obvio, después de casi diez años de relaciones varias, estoy en estado de abstinencia: me cuesta trabajo concentrarme en sentir lo normal de una separación porque ya no recordaba lo que eso implica. Ahora, como dijo mi sanadora, he tocado fondo, pero como las leyes naturales lo demuestran, el cuerpo que no pone resistencia sube solo a la superficie. 
Eso significa que en algún momento, sin darme cuenta, desaparecerán mis manías, dejaré de sentir tristeza y me asomaré a la calle para encontrar de nuevo mi camino. Por ahora escribo para que mi mente descanse de sus propias manías.

23.3.15

Vulnerabilidad y resitencia

Disciplinadamente fui a escuchar a Judith Butler a la sala Nezahualcóyotl, conferencia organizana por el PUEG, de la UNAM (un acierto sin duda dado que fueron de las primeras en traducir uno de sus libros más significativos). Digo disciplinadamente porque desde hace años decidí que conocería a los y las filósofas que han influido en mi lectura de la realidad. A Derrida ya no lo conocí y lo lamento. Hoy escuché a Butler y me regocijo, sin duda es una experiencia de groupie, pero qué más da; si por años fui a ver a Silvio Rodríguez, por qué no escuchar a Butler en vivo y en directo. 

La academia acartonada, como siempre, todas las doctoras algo tenían que decir: explicarnos a su Butler o la lectura de sus lecturas. En fin, así el protocolo de quienes asumimos ese rol de profesar, pero no en el sentido derridiando. Escuchar atentamente hasta que le ceden la palabra a la filósofa. Entretanto, observar a la audiencia: colegas de la universidad, estudiantes varios, escritoras connotadas, variopinto de la academia.
Aplausos. Inicia Butler haciendo referencia a #Ayotzinapa. Un ejemplo de los tantos que se pueden utilizar para hablar de vulnerabilidad y resistencia. Hace una revisión de su trabajo: performatividad, agencia, cuerpo, speech act; lo adiciona con elementos nuevos y habla de vulnerabilidad como potencia, como forma de resistencia, incluso. Un bálsamo al espíritu de quienes ahí estamos. Los que nos sentimos vulnerables por tanto atropello sistematizado de estos dos años de gobierno.

Una oradora elocuente que reconoce no tener la respuesta a nuestros problemas, que incluso no tendría que ser ella, una extranjera, quien pensara en nuestras soluciones.

Termina su presentación, cuatro preguntas, de cientos. Cuatro preguntas escogidas, quizá al azar, quizá ya premeditadas. Las tres primeras reiteraban su presentación, la cuarta sobre Palestina. La gente no entiende porqué hablar de Palestina, a mí me entusiasma. Escucho atenta pero es demasiado correcta, no entra en gran detalle.

Termina la conferencia, la gente comenta pletórica, pero están insatisfechos con la pregunta de Palestina. Un par de estudiantes delante de mí susurran: quien haya hecho esa pregunta se hubiera quedado en su casa. Miro al piso y contesto a mis adentros, solo por eso venía... Me hizo el día. Palestina es un ejemplo de vulnerabilidad y resistencia... Como también lo es #Ayotzinapa. Falta la experiencia creativa y la voluntad para no denostar lo que nos es ajeno. 


15.3.15

De vocaciones

Llega un día una estudiante a preguntarme si puedo entregar constancias de terminó de créditos de licenciatura: será una entrega de varias academias en el Ágora se Tezonco, me dice. Veo mi agenda y le contestó inmediatamente que solo puedo de dos a cuatro. Pasan los días, y antes de ayer me entrega el orden de participaciones. Nos vemos mañana, me dice. Solo recuerda que me debo ir pronto, le contesto al ver la lista de casi diez personas invitadas para decir unas palabras a los estudiantes que terminan.

A las dos en punto estamos ahí casi todos, el Ágora que es un anfiteatro grande, está ocupado en un tercio de su totalidad. Esperamos mientras los estudiantes se organizan. Sentadas de frente al público, estudiantes en toga y birrete, padres de familia y algún profesor solidario, hablamos de nuestra selección profesional para hacer tiempo.

Carmen nos enseña su anillo, de esos de piedra azul, bastante cotizado en algunos lados.
Yo tengo el mío pero en dorado, demasiado grotesco, concluyó.
Pues en dónde estudiaste, me pregunta. Donde tú, le contesto... Administración de empresas...
Administración, repite intrigada... Cómo llegaste ahí?, me pregunta María.
Les explico brevemente que quería hacer filosofía pero no fui convincente con mis argumentos y tuve que hacer examen vocacional para que mis padres tuvieran la certeza de mi decisión, pero los resultados fueron contrarios a mis deseos: administración, finanzas y contabilidad, dijo la psicóloga que analizó mis estudios. No tuve más opción que escoger alguna de esas e inscribirme a la universidad.
Maria voltea y nos dice, los míos concluyeron que pudiera ser psicóloga, monja o periodista... 
Monja, preguntamos incrédulas Carmen y yo.
Se puede escoger como vocación ser monja. No es un acto de fe, pregunto.
No pierdo la esperanza, dice Maria, en tono de broma, quizá todavía pueda aspirar a ello.
Bueno, eso es cierto, contesto. Algo de razón tendrán esos exámenes vocacionales, les digo. Por ejemplo, al finalizar la sesión, la psicóloga le dijo a mi madre: cuide mucho a su hija, dada su introversión puede ser que le guste a las mujeres o que a ella le gusten las mujeres... En eso sí tuvo razón, aunque no se si por mi tendencia a la introversión.

Empieza la ceremonia, cada una habla, tratando de ser convincente, y les decimos algo a los estudiantes que tenemos de frente sobre la importancia de terminar un ciclo en la universidad. Es mi turno, digo mis palabras y me disculpo por tener que salir corriendo. 

De camino al carro pienso en cuántos de ellos no saben porqué estudiaron lo que escogieron, y cuántos más no van a trabajar en eso que decidieron estudiar. Las vocaciones no se tendrían que escoger a tan temprana edad, algunos somos afortunados de redirigir el camino, pero los que no, cuánta frustración e infelicidad puede ocasionar no hacer lo que te gusta en la vida. Aunque claro, en esta sociedad no importa la felicidad sino la sobrevivencia.



11.3.15

cuando las casualidades se encuentran

Me dice Mario un día, vamos a presentar una película de budistas en la universidad, le entras? Seguro, le contesto, dame la fecha para anotarla en la agenda. 
Se me olvida, pasan las semanas y de repente recibo un mail de Mario con el cartel del documental Bringing Tibet Home, es del exilio de tibetanos, me dice. No era de budistas, le pregunto. De ambos, contesta. Luego te envío más información para que digas algo. 
Pasan los días, empiezo a preocuparme de lo que tengo que decir, y pienso que es una buena oportunidad para juntar varias de mis pasiones en un texto (en este texto): el budismo, las fronteras, y la filosofía; casualidades que se encuentran y que en ese orden las quiero platicar porque así fueron llegando a mi vida.

El budismo:

Hace casi veinte años, la mitad de los que tengo, empecé mi recorrido, ese que le llaman la búsqueda del maestro. Empecé por lo que conocía, la religión católica y salí corriendo; busqué en el hinduísmo y me dio miedo; llegué al budismo y encontré el silencio. Lo adopté como filosofía de la vida, aunque no he encontrado al maestro todavía.

Las fronteras:

A las fronteras las empecé a estudiar siendo migrante, diría que por casualidad, pero supongo que no existen tales casualidades. Tenía que escoger un tema para hacer mi tesina y pensé en las fronteras intertextuales de la posmodernidad. Todavía no entiendo bien qué era lo que quería hacer, por eso ahora solo trabajo con fronteras geopolíticas desde diversas aristas.

La filosofía:

Dado que debía estudiar la posmodernidad para hablar de ésta en mi tesina, empecé mi recorrido de lecturas filosóficas con un autor contemporáneo no muy querido por la academia, Jacques Derrida.  Desde el primer momento que lo estudié pensé que su planteamiento era muy cercano al budismo. Ahora dudo de mi objetividad con respecto a esto porque encuentro similitudes budistas en muchos de los filósofos que me gustan. 

El documental:

Ahora bien, porqué escribo esto, porque justo lo que logra Tenzin Tsetan Choklay, director del documental Bringing Tibet Home, es juntar las casualidades de la anécdota del padre del protagonista, el artista tibetano en exilio Tenzing Rigdol, que en algún momento previo a su muerte le dice a su hijo que quisiera volver a pisar el Tibet. 

Seguramente el documental lleva a cada quien por un viaje distinto. A mí me hace pensar en los migrantes centroamericanos, en los migrantes mexicanos, en los palestinos sin tierra; en las otras fronteras y en sus similitudes. 

"El puente de la amistad" (cruce fronterizo entre China y Nepal) es la perfecta ironía de las fronteras, de la hospitalidad, de la ocupación China, pero también de la ocupación sionista, de los proyectos anexionistas y de las conquistas modernas de gobiernos voraces que castran a las personas de su identidad cultural y simulan controlar sus fronteras para evitar el paso de los "parias", de los terroristas, de todos aquellos que puedan vulnerar la irracionalidad de proyectos económicos antidemocráticos. Aun así, no logran silenciar las voces de quienes se esfuerzan por sostener sus creencias, sus religiones, sus historias de vida.

Comunidades en exilio que tienen que reconstruir sus vidas en otros lados, donde quizá algunos tienen la fortuna de poder volver a casa, pero los que no, qué hacen con la melancolía, con la añoranza, con los sueños de pisar algún día su lugar de origen. Esos otros, como Tenzin Tsetan y Tenzing Rigdol, lo convierten en arte; un arte generoso y hospitalario. Generoso como potencia, diría Spinoza, y hospitalario como experiencia creativa. 

Ambos logran el sueño de muchos, pisar su tierra, llevarse puñados o costales enteros a sus casas, como aquellos que se llevaron pedazos del extinto muro de Berlín al momento de su caída. Por unos días, Dharamsala es la recreación del Tibet gracias al contrabando de veinte toneladas de tierra que fueron transportadas por más de 2000 km, a través de dos fronteras internacionales y varios retenes. Una encomienda de más de un mes de lidiar con la incertidumbre para finalmente poder hacer la instalación "Nuestra tierra, nuestra gente", el proyecto artístico que Tenzing Rigdol hace en honor de su padre fallecido.

Bringing Tibet Home, un título alegórico de los exilios, es la apuesta política y la apuesta estética de quienes deciden no quedarse callados, a pesar de que ninguno de los dos pueden, todavía, conocer el Tibet, salvo en fotografías, con los recuerdos de sus padres, o desde la frontera.



Tenzing Rigdol durante  la instalación titulada "Nuestra tierra, nuestra gente".

La recreación del Tibet en Dharamsala.




15.2.15

Frontera sur II

Leonora me contó de su municipio, Libertad. Leonora-Libertad, pensé mientras me platicaba de sus logros en la Parroquia de su localidad. Escuchaba atenta y de vez en vez me distraía pensando en su edad. Un cuerpo firme, pequeño, cara arrugada por el trabajo en el campo. Hago de todo, me decía. Cultivo café, tejo pulseras y bolsos, también vendo un licuado de vitaminas. Una vez viaje a Guadalajara. Lleganos muchas personas de todos lados. Fueron a algún encuentro de migración, le pregunté. No, que va, de la empresa. Cúal empresa?, dije intrigada. La de los licuados. No ve que vendo licuados de vitaminas. En Libertad, dije con ironía. Sí, también deja, me contestó con una sonrisa. Si vendo cuatro mil pesos semanales, nos dan un bono de diez mil dólares. Claro, yo no vendo tanto...
Luego volvimos sobre la parroquia y de ahí al trabajo que hace en su comunidad. Migración y género. Las mujeres no quisieron hablar, se tardaron mucho. Les dolía pensar en ello, quizá cinco años o más. Ahora -baja la voz- ya se habla de la violencia de género. La miro y espero, mientras Leonora duda de lo que me está contando. Decide continuar: A mí, mi marido me apoya pero no va a la iglesia. Ya no se lo pido. Unas cosas por otras. El párroco nos da todo para hacer nuestro trabajo. Esa fue la condición cuando quisimos hacerlo por nuestra parte con organizaciones. Llegan hasta cincuenta mujeres en cada sesión, las organizaciones no logran tanto. También nos dan cursos, ahora estoy tomando un seminario de derechos humanos que nos va a dar el padre de la pastoral.
Terminamos de cenar, ya todos se habían levantado, y Leonora seguía hablando. También me quería retirar pero sus ojos negros querían seguir hablando. Le serví agua y seguimos. Parecía un interrogatorio. Y sus hijos, le pregunté. En Estados Unidos, contestó. Todos, volví a preguntar. Solo tres, los otros están conmigo, dijo volteando la cara al piso. Y usted, nunca quizo irse, continúe. No, pero tengo visa, voy cada año a verlos, contestó confiada.
Llegó el cansancio, se me cruzó con la impotencia del día. La miré directo a los ojos, esperando que me lanzará un salvavidas, ahora era yo quien me sentía vulnerable, y rematé preguntando: cómo le hace? Me observó y entendió lo que decía. Con confianza y esperanza, contestó sin vacilar. Confianza en qué?, pregunté. En la fe, afirmó. Por eso les digo a mis hijos que vayan a la iglesia. Usted también debería de ir, ahí en las escrituras están las respuestas.
No quise escuchar más, salimos del comedor, nos despedimos en el pasillo. Nos vemos en el próximo encuentro le dije. No estaré, me voy a Estados Unidos a ver a mis hijos.




Frontera sur I

Balsas que no entrañan esperanzas sino continuidades.
Balsas que se sostienen inopias como las sociedades que le circunscriben.
Balsas que subsisten con el comercio del sueño que se volvió ilícito.
Balsas que aseguran el devenir de la movilidad humana hecho delito.
Balsas que en el Suchiate deambulan de un lado a otro con el contrabando.
Balsas cargadas de contradicciones inherentes a sus propios limites.


23.1.15

La intimidad del cuerpo

Sigo con el monotema de vestidores. Me sorprende que las mujeres, desde las más jóvenes hasta las más mayores, oculten su cuerpo. Un cuerpo trabajado y en muchos casos bastante más firme que el común denominador. 
Las mujeres que veo andar por las regaderas y los vestidores supongo, porque no he visto a una completamente desnuda, que tendrán menos grasa corporal que yo por las rutinas de ejercicio a las que se someten diariamente. Creo que tengo más celulitis que ellas; sin embargo, la toalla es su mejor aliada para ocultarse. Lo que no entiendo es porqué lo ocultan, porqué se ocultan. 
Para entrar a la alberca, por ejemplo, se enrollan la toalla arriba del traje de baño y al salir lo mismo, aunque los baños no son mixtos y están bien delimitadas las entradas de "hombres" y "mujeres", e incluso cuando no tenemos que salir a la intemperie, por aquello que les de frío... 
La gran mayoría de ellas se pone la ropa interior en las regaderas, la sola idea de pensar en ponerme ropa cuando todavía estoy húmeda o el ambiente es húmedo me descoloca. Otras hacen marabares en los pasillos para ponerse la crema en todo el cuerpo sin quitarse la toalla que tienen enrollada de los pechos a las nalgas, de igual forma se ponen la ropa interior, sin perder el estilo y mucho menos la posición de la toalla (lo mismo cuando se desvisten). 
Las más tímidas o conservadoras (si se les puede llamar así) esperan a que se desocupe uno delos dos vestidores para encerrarse en ellos (yo también lo he usado, solo cuando los pasillos están llenos). 
Es tan rígida su relación con el cuerpo que en momentos me he sentido incómoda al untarme crema en el cuerpo completamente desnuda con cinco o seis mujeres que hacen marabares alrededor mío para tratar de ocultar, no sé si sus senos, sus nalgas, la celulitis, las estrías, las cicatrices, todo aquello que nos hace mujeres. 
Todo esto que describo no tendría que sorprenderme, incluso debería estar acostumbrada y quizá ocultarme como ellas dada nuestra cultura de doble moral, donde la mujer recatada es la buena madre que se sacrifica por su familia... Blablabla...
Lo que me llama la atención es que aunque el cuerpo se esconda, se tiene el fetiche de la sugerente ropa interior. Es una incógnita: porqué no se pueden desvestir de cuerpo entero pero sí pueden valorar la poca ropa que cubre sus partes "más íntimas". Creo que el sentido de la seducción está pensado hacia el otro y no hacia una misma. De ahí que la intimidad se entienda y se viva como ocultar, ocultar el deseo, jugar a ser el objeto de deseo. Una fórmula que funciona bastante bien en nuestra sociedad. Quien tiene el poder es quien lo esconde en los artilugios de la seducción.
Debo reconocer que me da flojera esta actitud y creo que si tuviéramos la capacidad de vernos de cuerpo completo, desnudas en la totalidad, erradicaríamos muchos de los problemas sociales actuales. La intimidad del cuerpo es y será una forma falocentrica de controlar incluso a las mismas mujeres que se precian de su recato.