26.10.09

Resistencia pacífica al aumento de impuestos

Hola a tod@s, les propongo lo siguiente para que los diputados y senadores nos hagan caso como ciudadanos. Está claro que las marchas y las protestas frontales no sirven para hacernos escuchar:

1. Hagamos boicot a los empresarios, al final ellos no pagarán más impuestos y, desafortunadamente, a ellos sí les hacen caso.
2. Dejemos de consumir lo que no sea indispensable para nuestra vida diaria: celular, internet, cable.
3. Dejemos de ir a los supermercados, regresemos a las tiendas de abarrotes y al tianguis.
4. Dejemos de comprar pan de caja (mejor conocido como bimbo), comida rápida, refrescos... lo que se les ocurra.

Ojo: no es una medida en contra del sistema económico, entiendo que debemos generar más ingresos, es una medida para que nuestros diputados nos hagan caso, tomen en cuenta nuestras solicitudes y nos entreguen cuentas claras del dinero que supuestamente van a "ahorrarse" con la desaparición de Luz y Fuerza; con el dinero que van a recabar con los impuestos.

Antes de pensar en subir impuestos (no estoy en contra de ello) solicito que:

1. Eficienticen la administración pública.
2. Revisen y disminuyan los salarios (incluídas prestaciones) de los diputados, senadores y consejeros del IFE.
3. Dejen de privilegiar a los empresarios para que puedan evadirse fiscalmente.
4. Disminuyan la partida electorera a los partidos políticos.
5. Disminuyan el número de senadores y diputados, no entiendo para qué necesitamos a 500 si las decisiones las toman una docena de ellos.

Con el dinero recabado:

1. Invertir en investigación, innovación y desarrollo tecnológico, social y humano.
2. Invertir en infraestructura turística.
3. Invertir en educación.
4. Invertir en salud y nutrición.
5. Invertir en seguridad pública.

Si estás de acuerdo, por favor reenvía a tus conocidos para empezar a presionar a nuestros diputados y senadores.

9.10.09

in trsansus paranoico

Hace una seaman nos robaron la casa, se llevaron las pantallas planas tan de moda últimamente (una que apenas empiezo a pagar, ya saben que lo mío son las cómodas mensualidades, parte de la tradición familiar); las computadoras; las joyas de Cata (junto con sus recuerdos); y la seguridad de sabernos resguardadas en nuestro hogar. Han sido momentos de angustia, de estrés y de paranoia, aunado a la deseperanza e impotencia de sabernos completamente desprotegidas por las instituciones de este país y por nuestro propios vecinos.
Me queda claro que cuando una es la víctima todos los demás son sospechosos, no por eso deberíamos empezar una cacería de brujas, pero desafortunadamente es imposible sentirnos vulnerables, sobre todo cuando los demás te señalan por intentar hacer cambios en el edificio (como cambiar la chapa de la entrada principal) o tratar de averiguar si alguien vio algo. Desafortunadamente (ya verán por qué) en este caso sí hubo un testigo(a) ocular, pero cuál fue nuestra sorpresa, que nadie quiere atestiguar por temor a represalias, eso sí, no dejan de mirarnos como si nosotras fueramos, al mismo tiempo, víctimas y victimarias.
Es muy curiosa nuestra actitud cuando estamos del otro lado, cuando no te ha pasado nada, cuando no han entrado a tu casa, cuando no te bañas pensando que posiblemente alguién pueda sorprenderte desnuda y mojada, cuando cualquier ruido te despierta en la noche, cuando llegas a tu casa y lo primero que haces es cerrar con llave (dentro de) para sentirte segura... Hace un mes yo estaba de ese lado, hace un mes robaron a la vecina de abajo, y, cuál fue mi reacción, sólo me limité a decir: "pobre, ya sabes, lo que necesites. Buenas noches".
Ahora me río, todos somos iguales, no queremos tener problemas y no somos solidarios. Ahora soy un número más de las estadísticas y ahora también puedo decir: "ya sé lo que se siente, no te preocupes, no vendrán nuevamente a la casa, ya no tenemos nada de valor"... Son palabras completamente absurdas para una situación que se ha vuelto tan natural y cotidiana, tanto que también nos atrevemos a decir: "qué bueno que no estaba en casa, si no quién sabe qué hubiera pasado" (sic).
En fin, ahora vivimos en un bunker (de papel), cambiamos chapas, pusimos una tercera, la cochera tiene dos candados para que no se lleven el carro (que sigo pagando), al salir nos tardamos cinco minutos en cerrar, lo mismo pasa al llegar... Nos asomamos a la calle esperando ver al sospechoso, confundimos a un motocicleta repartidor de periódico con el supuesto delicuente, cualquiera que se estacione a la sombra frente a nuestra casa nos está vigilando... No tenemos cabeza para más. Estamos exahaustas de tanta paranoia. Supongo que en unas semanas esta situación cambiará, de lo que no estoy tan segura es de que cambie nuestra forma de reaccionar a los problemas, ajenos y propios.