25.10.19

me cuesta tanto darme cuenta que ya no estás aquí

Ayer estaba buscando unas fotografías de Spinoza para subirla a la nota que estaba escribiendo, me acordé que tenia unos Cd's en algún lugar del cubículo que ocupo en la universidad. Los encontré en una bolsa de plástico dentro de una gaveta, algunos traían fecha, otros nada. Empecé con los más viejos, 2004-BCN, ponía en mi letra, lo metí en la PC (único lugar donde puedo abrir un DVD-CD) y al abrirse fui directo a las fotos, le doy click y cuál fue mi sorpresa, unas fotos de amigos, de mi hermano y mías. Me tardé en reaccionar, presente, pasado, México, Barcelona, cuánto tiempo de ello, qué estaba haciendo ese año y porque ahí, y especialmente dónde está mi hermano ahora. Todos esos pensamientos en muy poco segundos. Dejé de respirar como normalmente hago cuando me impresiona algo, que últimamente es más seguido de lo que quisiera, de ahí mis constantes ataques de ansiedad. Sentí la punzada en el pecho, estaba entre clase y clase, trabajando en mi cubículo y pronto debería volver al salón. Al tiempo, estaba escribiendo por guats up con una de las amigas que salía en esa foto porque era su cumpleaños. Rápidamente reaccioné y subí tres fotos de éstas a Fb con una nota que decía "un regalito para...". Lo único que se me ocurrió en vez de ponerme a llorar, fue compartir la sorpresa de verme, vernos, verlo tan joven, tan fresco, tan risueño. Reconocerme, reconocemos en esos años de complicidad migrante. Al poco tiempo recordé que en octubre de 2004 volví a Barcelona a entregar la tesina del master, y ahí estábamos todos los que años atrás habíamos convivido como una gran familia de migrantes, mexicanos, italianos, alemanes, compartiendo a diario las calles, cafeterías, bares, parques de Barcelona. Sentí felicidad de tener esos recuerdos, de conservar las fotografías. Hoy las vuelvo a abrir, ya no en el cd que se quedó en el cubículo, sino en la copia que subí al dropbox, desde mi casa, mi escritorio, desde donde giro la cabeza siempre a la izquierda para ver tu foto que decidí tener en mi altar. Veo tu foto en la computadora, veo tu foto en el altar y me cuesta tanto darme cuenta que ya no estás aquí.



24.10.19

Potencia de obrar, capacidad de afectar y ser afectado

Me levanté pensando cuál sería la entrada de hoy, en este nuevo capítulo de escribir a diario en este espacio, y mientras caminaba con Ramona, conectada al audiolibro, una distracción que ocupa mis largos paseos diarios desde hace unos meses, me decidí a escribir sobre las tecnologías digitales, pero nada más llegar al salón de clases y abrir, otra vez, la parte tercera de la Ética demostrada según el orden geométrico de Baruch Spinoza, prefiero hablar de esto que se me olvida cada tanto: la potencia de afectar y ser afectado.

A Spinoza lo conocí hace algunos años, gracias a una ex-novia spinoziana, con quien además hice un viaje a Amsterdam y cercanías para conocer las casas en las que vivió el filósofo holandés del siglo XVII (aquí escribí parte de eso: https://lagallinapatuleca.blogspot.com/2013/08/dia-146.html), y desde entonces lo cito cada tanto, y lo leo menos de lo que debería.

Spinoza desarrolla una metodología de explicar la ética a partir de hacer conjuntos y subconjutos de los afectos, como queda demostrado en esta tercera parte, específicamente en la "Definición de afectos" (pp. 284-303), es así que vamos a tener dos afectos primarios (alegría y tristeza) que combinados con otros secundarios, nos permite definirlos en función de nuestra capacidad de afectar y ser afectados (afectos como verbo y sustantivo), por ejemplo:

alegría = [paso del hombre a una mayor perfección]

tristeza = [paso del hombre a una menor perfección]

____________________________________________

amor = [alegría (mayor perfección) acompañada de una causa exterior]

odio = [tristeza (menor perfección)  acompañada de una causa exterior]

y así con otros afectos como esperanza-miedo, satisfacción-insatisfacción, seguridad-desesperación, etc.

Cunado lo leí, o me lo explicaron por primera vez, inmediatamente pensé que se acercaba tanto al pensamiento budista de los apegos y a la deconstrucción derridiana, lo seguí trabajando con detenimiento, tratando de encontrar los puntos de intersección entre filosofías y pensamientos disímiles en el tiempo y en la geografía, y tengo pendiente hacer una exégesis de ello, quizá para mi jubilación.

Lo interesante de Spinoza es cómo y cuándo explicarlo. Este año, que no ha sido particularmente mi mejor año en el sentido de productividad académica y docente, vi mermado mi deseo de dar clases, resultado de una depresión de duelo, así que inicié con bastante desinterés este semestre, lo cual se notó en el salón de clases.

Introducción a la filosofía es una signatura que nunca había impartido y como tal pensé que sería de gran interés para muchos, mi sorpresa fue que es una materia comodín para varios, así que me enfrenté a un grupo mucho más desigual de los que ya estoy acostumbrada, estudiantes de ingeniería, comunicación, sociales, historia, y quizá uno de filosofía perdido por ahí.

Pasaron las semanas, disminuía el número de estudiantes y mi interés por terminar el semestre satisfactoriamente. Un lunes desistí de dejarles lecturas de filósofos y cambié la dinámica del curso. Pensé que no les dejaría leer ningún otro filósofo y les hablaría de cualquier cosa que sé y puedo explicar muy bien, hasta que Spinoza volvió a aparecer.

En algún momento de estas semanas les expliqué el cambio de la dinámica y el por qué, y les dije que sería su Sherezada, cada sesión sería distinta y yo me encargaría de que ellos se quedaran picados con la temática. Un esfuerzo doble de perfomance pedagógico que hasta ahora ha tenido mejor resultado y respuesta.

La sesión pasada hice un salto cuántico entre un texto de Mujica que lleva por título "La felicidad es garantizarse tiempo para cultivar los afectos", así que expliqué someramente porqué Spinoza habla de alegría y no felicidad, cuáles serían las diferencias entre la felicidad occidental-neoliberal y la alegría spinoziana, mientras un estudiante bromeaba a modo de queja de lo afectado que se siente con mis clases. Inmediatamente pensé en la clase siguiente, la de hoy, donde nos pusimos a leer la definición de los afectos spinozianos en el salón.

La respuesta fue inmediata, ojos abiertos, comentarios varios, autopoiesis. Salí gozosa, logré mi cometido de ser su Sherezada y recordé lo importante de estar consciente de la potencia de afectar y ser afectado cuando eres docente, una vocación que no cambio por nada.





23.10.19

Fetiche de los cuadernos-diarios-libretas

No he dejado de escribir en estos meses, aunque esta vez el período de ausencia de escritura en este espacio fue más largo porque se juntaron varios eventos, especialmente personales, pero también porque en algún momento decidí no dejar huella aquí, pues todo lo que sea público deja de ser INÉDITO y eso me impide participar en concursos de escritura.
No sé en qué momento pensé que era buena idea participar de eso, pero me mantuvo un tiempo bastante largo lejos de este blog al que tengo tanto cariño. Seguí escribiendo en privado, volví a los cuadernos, pero los cuadernos tienen esa virtud de no ser públicos por pudorosos.
El cuaderno-diario arrastra el trazo de quién no quiere decir nada y termina diciéndolo todo en una letra horrible (de receta de doctor) hecha a propósito para evitar que cualquiera acceda a ellos. Por lo menos así he escrito en el último año, en un cuaderno azul, de pasta dura, con hojas lisas (no soporto los cuadernos de rayas, mucho menos de cuadros) tirándole a crema, donde la tinta de la fuente no se transparenta de página en página, una virtud de las Moleskine, que no son nada baratas, y por ello la escritura abigarrada donde no se desperdicia ni un espacio en blanco.
Desde muy chica, y esto creo que ya lo dije en algún momento por aquí, escribo, empecé en los yesos de las extremidades que me imposibilitaban a estar en la calle cada vez que me fracturaba. Después llegaron las libretas, donde apuntaba mis dramáticas soledades de adolescente al no ser correspondida por quien(es) me gustaban. Luego se me juntaron los cuadernos de mis estudios de posgrado y finalmente los cuadernos varios de apuntes diversos, muchos donde hago resúmenes de mis filósofos favoritos.
A diferencia de este espacio que acumula lo escrito en casi doce años y da cuenta de mis avances en la escritura creativa, pero no ocupa espacio en mi biblioteca, hace tiempo decidí no tirar ningún diario-cuaderno-libreta, aunque me esté llenando de papel y ya no tanto de libros. No sé si algún día los leeré pero no está de más dejar la memoria escrita de quien he sido.