24.10.19

Potencia de obrar, capacidad de afectar y ser afectado

Me levanté pensando cuál sería la entrada de hoy, en este nuevo capítulo de escribir a diario en este espacio, y mientras caminaba con Ramona, conectada al audiolibro, una distracción que ocupa mis largos paseos diarios desde hace unos meses, me decidí a escribir sobre las tecnologías digitales, pero nada más llegar al salón de clases y abrir, otra vez, la parte tercera de la Ética demostrada según el orden geométrico de Baruch Spinoza, prefiero hablar de esto que se me olvida cada tanto: la potencia de afectar y ser afectado.

A Spinoza lo conocí hace algunos años, gracias a una ex-novia spinoziana, con quien además hice un viaje a Amsterdam y cercanías para conocer las casas en las que vivió el filósofo holandés del siglo XVII (aquí escribí parte de eso: https://lagallinapatuleca.blogspot.com/2013/08/dia-146.html), y desde entonces lo cito cada tanto, y lo leo menos de lo que debería.

Spinoza desarrolla una metodología de explicar la ética a partir de hacer conjuntos y subconjutos de los afectos, como queda demostrado en esta tercera parte, específicamente en la "Definición de afectos" (pp. 284-303), es así que vamos a tener dos afectos primarios (alegría y tristeza) que combinados con otros secundarios, nos permite definirlos en función de nuestra capacidad de afectar y ser afectados (afectos como verbo y sustantivo), por ejemplo:

alegría = [paso del hombre a una mayor perfección]

tristeza = [paso del hombre a una menor perfección]

____________________________________________

amor = [alegría (mayor perfección) acompañada de una causa exterior]

odio = [tristeza (menor perfección)  acompañada de una causa exterior]

y así con otros afectos como esperanza-miedo, satisfacción-insatisfacción, seguridad-desesperación, etc.

Cunado lo leí, o me lo explicaron por primera vez, inmediatamente pensé que se acercaba tanto al pensamiento budista de los apegos y a la deconstrucción derridiana, lo seguí trabajando con detenimiento, tratando de encontrar los puntos de intersección entre filosofías y pensamientos disímiles en el tiempo y en la geografía, y tengo pendiente hacer una exégesis de ello, quizá para mi jubilación.

Lo interesante de Spinoza es cómo y cuándo explicarlo. Este año, que no ha sido particularmente mi mejor año en el sentido de productividad académica y docente, vi mermado mi deseo de dar clases, resultado de una depresión de duelo, así que inicié con bastante desinterés este semestre, lo cual se notó en el salón de clases.

Introducción a la filosofía es una signatura que nunca había impartido y como tal pensé que sería de gran interés para muchos, mi sorpresa fue que es una materia comodín para varios, así que me enfrenté a un grupo mucho más desigual de los que ya estoy acostumbrada, estudiantes de ingeniería, comunicación, sociales, historia, y quizá uno de filosofía perdido por ahí.

Pasaron las semanas, disminuía el número de estudiantes y mi interés por terminar el semestre satisfactoriamente. Un lunes desistí de dejarles lecturas de filósofos y cambié la dinámica del curso. Pensé que no les dejaría leer ningún otro filósofo y les hablaría de cualquier cosa que sé y puedo explicar muy bien, hasta que Spinoza volvió a aparecer.

En algún momento de estas semanas les expliqué el cambio de la dinámica y el por qué, y les dije que sería su Sherezada, cada sesión sería distinta y yo me encargaría de que ellos se quedaran picados con la temática. Un esfuerzo doble de perfomance pedagógico que hasta ahora ha tenido mejor resultado y respuesta.

La sesión pasada hice un salto cuántico entre un texto de Mujica que lleva por título "La felicidad es garantizarse tiempo para cultivar los afectos", así que expliqué someramente porqué Spinoza habla de alegría y no felicidad, cuáles serían las diferencias entre la felicidad occidental-neoliberal y la alegría spinoziana, mientras un estudiante bromeaba a modo de queja de lo afectado que se siente con mis clases. Inmediatamente pensé en la clase siguiente, la de hoy, donde nos pusimos a leer la definición de los afectos spinozianos en el salón.

La respuesta fue inmediata, ojos abiertos, comentarios varios, autopoiesis. Salí gozosa, logré mi cometido de ser su Sherezada y recordé lo importante de estar consciente de la potencia de afectar y ser afectado cuando eres docente, una vocación que no cambio por nada.





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