14.6.18

Relación abierta, relación cerrada, poliamor o soltera: pros y contras

Para avanzar, debes dejar a tu espalda 
muchas cosas que la mayoría 
de la gente no está dispuesta a abandonar.
Jane Bowles.


Por una u otra circunstancia he tenido un intento de estas cuatro variantes de relaciones: abiertas, cerradas, poliamorosas y conmigo misma (soltera). Algunas fueron pensadas, reflexionadas, habladas con mis parejas y las otras se dieron, como se da un enculamiento de un día para otro. Ves pasar a la persona y piensas que no la tienes que dejar ir, aunque sea por una noche que, normalmente, se prolonga más, sin llegar a ser una relación. No siempre he estado del lado de quien propone, que hace realidad sus fantasías, a veces me ha tocado "ganar" y otras "perder"; es decir, "dejar" y "ser dejada". Eufemismos de como se piensa la dinámica en una relación binómica en las monogamias (e incluso en algunas poligamias) que son necesarios deconstruir.
La última vez que me relacioné con alguien, desde el día uno le indiqué que, derivado de mi historial afectivo-amoroso, y mi curiosidad ontológica, me interesaba construir una relación no binómica de posesión, sino de autonomías múltiples; es decir, una relación entre dos personas que comparten un proyecto personal de vida entre sí, al tiempo que pueden confiarse sus deseos sexuales como fantasías y como realidades, bajo ciertos mínimos de respeto y cuidado con las personas involucradas que se estipulan entre ambas (de hecho no existe una fórmula, cada pareja es distinta y cada pareja debe estipular lo propio).
Después de ocho meses, regresaba de un sabático-celibato en el extranjero, quería poner en práctica la teoría que en ese momento estaba trabajando: la noción de hospitalidad e incondicionalidad. Me pareció que estaba preparada (y lo sigo creyendo) para echar a andar un proyecto de esta envergadura. Al día uno que pise México me conecté a Tinder, conversé con varias al mismo tiempo, primer ejercicio de pensar una relación abierta y/o poliamorosa, con algunas no daba ni tiempo de llegar a plantearles la diferencia entre uno y otro esquema, otras preferían no seguir la conversación porque les interesaba la monogamia tradicional: relación cerrada, cuyo principio rector sigue siendo la fidelidad.
Cada vez que pienso en la fidelidad, esquema que no practico, recuerdo cuando Diego Rivera le dice a Frida Kahlo que no le es fiel, le es leal. Y por ahí creo que se debe empezar cualquier relación, incluso con una misma. Ser leal con lo que queremos y luchar por ello debe ser nuestra principal motivación afectiva-amorosa en cualquier encomienda.
Al poco tiempo de estar en Tinder me topé con una que llevaba algunos años incursionando en relaciones abiertas/poliamorosas, conectamos inmediatamente, nos conocimos, vivimos juntas y nos separamos antes de cumplir los dos años. El motivo: ella tenía una relación poliamorosa y me lo dijo seis meses después de vivir juntas. Aquí es donde sí importa la claridad de los términos (a continuación defino cada uno) en cada relación.
Antes de continuar, me interesa precisar que pensar en abrir o no una relación, no tiene nada que ver con los feminismos autónomos lésbicos o como quieran llamarles, es una condición ontológica que experimenta cualquier persona de cualquier género y cualquier sexo. Y lo peor que se puede hacer cuando alguna de las personas involucradas quiere abrir el tema en la relación es darle carpetazo aludiendo a que "ya no se junte con esas feministas". Me ha tocado escucharlo incluso de las mismas feministas. Vamos quitando etiquetas a las existencia misma.

Ahora sí, vamos con los pros y contras de estos cuatro esquemas de relación:

1. Relación cerrada: es la relación heteronormativa más convencional y menos cuestionada de la sociedad que reproducen tanto homosexuales como heterosexuales. Es apta para casi cualquier tipo de persona que crea en el ideal del sistema económico basado en tres fuentes: patrimonio, parentesco y familia, y por ello es que preferentemente se firma un convenio denominado matrimonio. Se requiere compromiso, el que se adquiere en palabra, ya sea en nombre de dios o en nombre de la ley; fue pensada para perpetuar la especie de forma moralmente controlada; a veces se confunde con dependencia (económica o emocional), y es muy probable que dure hasta que la muerte les separe. Aunque este esquema parece que cae en desuso, es cada vez más extraño de encontrar parejas monógamas, he de decir que admiro a personas, como mis padres, que casi cincuenta años después de conocerse siguen juntos.
2. Relación abierta: puede tener algunos principios básicos de la anterior, especialmente el ideal económico basado en esos tres pilares (patrimonio, familia, parentesco), y normalmente es solo una persona quien la práctica, lo que se conoce como la "casa chica". No está por demás decir que en esta situación ventajosa para una persona, se lastima a varias más. Esto es lo que normalmente se conoce y practica como relación abierta, evidentemente no es la que yo practico ni propongo. Para mí la relación abierta empieza hablando el tema, el deseo sexual de estar con otras personas, llegando a acuerdos, cerrando la posibilidad de la misma relación cuando no se está en condiciones para hacerlo, sin juzgar, porque lo que debe primar entre quienes se comprometen, es el proyecto de vida compartido, que no necesariamente se vincula con lo económico, sino con lo ontológico.
En este sentido, para lograr esta relación, sin duda, se parte de, en primer lugar, mucho amor a una misma, que se puede entender incluso como autorealización, ninguna intención de poseer ni dominar ni controlar a la persona amada, y ser incondicional, hospitalaria y generosa con el proyecto compartido (no necesariamente con la persona). Una vez que se cumple con lo anterior es posible abrir la relación a terceros que pueden ser amantes en turno o relaciones más largas y compartidas, que se denominan poliamorosas.
3. Relación poliamorosa: a veces se explica una relación de este tipo cuando alguna integrante de la pareja tiene otras relaciones afectivas (no solo amantes), de forma atemporal y concomitante con quien, en un principio, decidió formar una relación, asumir un compromiso de proyecto de vida y compartirlo con alguna tercera.  Evidentemente, esta relación debe cumplir con los principios mencionados en la relación abierta (amor propio, autorealización e incondicionalidad), y por ello se debe partir de informar a las partes involucradas la intención de la relación, el tiempo de la misma y, nuevamente, pactar, hablar sin juzgar, cuando la relación polígama no da para más, sin importar las razones de quien lo proponga. A veces, este ejercicio se realiza sin informar a una de las partes involucradas por inseguridad, desconfianza o deslealtad con el proyecto compartido, lo que merma la posición de alguna de las involucradas y es casi imposible que se pueda continuar con la relación. Esta relación  es muy poco común en la práctica, aunque las relaciones de amigos, casi todas, caen en este tipo de afectividades, sin pasar necesariamente por la relación sexual.
4. Soltera: esta relación con una misma puede ser decidida de forma consciente o autoinmpuesta, normalmente aprendemos a estar solas por necesidad, no por convicción, y cuando lo logramos lo hacemos bastante bien. Para un mayor disfrute de nuestra soltería (no de nuestra soledad) lo óptimo sería no anhelar lo que te ofrece la relación cerrada y construir lo que te obliga la relación abierta o poliamorosa: una conciencia ontológica del afecto y el amor incondicional.

Concluyo, no hay fórmula escrita que funcione para nadie, ninguna relación es igual a la anterior, se aprende sobre el ensayo y el error, se puede regresar siempre al esquema cerrado si nos genera ansiedad la aventura y el trabajo analítico de una misma, o cuando sexualmente estamos plenamente satisfechas con una sola persona, eso no impide que se plantee una relación abierta al diálogo-escucha atenta y respetuosa de las necesidades de cada involucrada al interior de la pareja, eso es vital para el éxito de cualquier relación en la vida.

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