El título de la mesa era "encuentro de escritores mexicanos". Cuando lo leí pensé inmediatamente que se habían confundido conmigo, luego vi mi foto en el programa y no me quedó duda. Me enfrentaba a una frontera que ha estado mucho tiempo de frente a mí pero no había querido cruzar.
Unos días antes de la presentación decidí de una vez salir del clóset (no sería la primera). Es decir, que iba a presentar a mi alter ego, ese que escribe aquí, que soy yo, pero no soy yo. Seleccioné los textos, tres que escribí hace dos años en Tijuana y que hablan sobre la frontera. Los leí por la mañana varias veces en voz alta. Me alisté y salí con mis otros libros bajo el bazo, los de ensayo académico.
Ya en el escenario todo fluyó, no leí nada, nadie leyó nada. Solo hablamos de nosotros. Un goce egocéntrico. Una palmada al hombro. Un reconocimiento sin duda al trabajo de cada uno.
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