3.12.15

De la escritura

Empecé a escribir a los siete años por ocio y en el yeso de mi pierna derecha. Me rompí el dedo gordo corriendo descalza mientras hacía el calentamiento previo a entrenar en la alberca. De ahí vinieron los diarios. Escribir enajenante a veces, otras sin ninguna prisa. No conservo ninguno de ellos. Los fui tirando por pudor a que alguien descubriera mis secretos. Secretos de adolescente atormentada que sufría por desamor o, mejor dicho, por falta de amor. Dejé los diarios cuando apareció el blog y con ello también abandoné el pudor. Ahora todo lo conservo, las libretas de apuntes, las hojas sueltas, las ponencias, los borradores de libros y lo que aparece en este espacio desde 2007 (verborreas mentales o escritura creativa). No he borrado nado de lo que he escrito hace casi diez años. Escribo convulsivamente a veces, otras con parsimonia. Ya no escribo secretos, ahora me cuento historias. A veces de desamor, a veces de mucha ironía. No he dejado de escribir desde entonces, y no me reconozco sin la escritura. 

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