18.8.14
"Vas a quedar con el ojo cuadrado"
Fuimos al Muac. En teoría a distraer a mi sobrino y los sorprendidos fuimos nosotros. Vimos la exposición al ritmo de un niño de 10 años, que vive a la velocidad del internet, y que difícilmente se detiene a experimentar, porque nació conectado a la consola. La primera exposición la recorrimos sin problemas y a paso lento; la segunda, un caos. La historia de su familia, de sus abuelos, narrada mediante expresiones artísticas de diversa índole que marcaron las décadas cincuenta y sesenta del siglo pasado. Tres generaciones observando lo que estaba a nuestro alcance: Para mis padres, recuerdos de su juventud; para mí, los movimientos sociales; para mi sobrino, desconcierto. No entendía por qué lo habíamos llevado ahí. Al salir nos formamos en la máquina de fotos, ilusión de los cuatro. Un día perfecto, pensé. No había visto a mis padres con esa inquietud traviesa de verse "con el ojo cuadrado". A mí sobrino, sin embargo, le pareció un tanto bobo. Tres generaciones fotografiadas con un retoque que te hace un ojo de forma cuadrada. Publicidad del museo. Nos tardamos y mi sobrino se desesperaba aún más. Pasamos, fui sentando a cada uno en el banco y vi sus rostros, la intimidad de quién se expone al ridículo, los tres me sorprendieron, los tres disfrutaron el juego. Salimos del museo "con el ojo cuadrado" y el espíritu rebosante.
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