5.2.24

¿Renta o hipoteca?

Ser una peterpana por elección es una decisión difícil de sobrellevar. Logré no tener ataduras financieras reales hasta que hace cinco año me decidí por una hipoteca de esas que cuando ves la corrida financiera te vas de espaldas. Pensar a largo plazo de repente se volvió no solo un dolor de cabeza, en su momento también me dio vértigo. Mientras firmaba las escrituras y el crédito pasaban por mi cabeza esas imágenes de los gastos, de los viajes, de los sueños que ya no iba a poder realizar. Desde hace cinco años la mitad de mi sueldo se lo come la hipoteca, la otra mitad el mantener un estilo de vida cómodo.
Durante estos últimos cinco años la queja perpetua, el conflicto interno, de si había tomado la mejor decisión, de si realmente podría aguantar, ya no sostener, los años que me faltan para liquidar la hipoteca, de si no era más bien una ideología heredada de mis padres la que me llevó a embarcarme en un proyecto de esta naturaleza cuando mi relación más larga hasta hace poco había sido de dos años nada más y cuando estaba acostumbrada a cambiar de auto cada dos años o a desmontar casas, a empacar todo y migrar, ya fuera para estudiar en otro país, porque el barrio no me acomodaba, porque tenía sabático, porque me juntaba con alguien.
Así pasé los últimos cinco años, incluso en la terapia lo llegué a enunciar, pero nunca tuve ni buenas razones para claudicar ni tampoco buenas razones para dejar de quejarme hasta ayer que me sugirieron vender el departamento, capitalizarme y pagar renta para hacer otros proyectos. Lo mismo que te sugieren en Tik Tok. Obviamente sonaba un buen negocio en la cabeza de quien nos estaba genuinamente recomendado esa opción a Claudia y a mí, ahora que estamos buscando opciones para construir una casa en el campo. Incluso mientras paseábamos a los perros lo comentamos y hasta a nosotras, que somos un par de aceleradas, nos pareció una excelente idea.
Cada una a su manera lo meditó por la noche, con la almohada, como se dice coloquialmente, y, al despertar, las dos coincidimos: no es para nada una buena opción vender para invertir y vivir rentando. Finalmente, me cayó el veinte que la decisión que tomé hace cinco años con la hipoteca es y será una muy buena opción. No sólo porque para cuando la terminé de pagar me estaré jubilando y seguramente el precio del departamento se habrá triplicado y le habré ganado a la hipoteca, sino también y sobre todo porque puedo pagarla, porque tengo un trabajo que me permite hacerlo y tengo todavia manera de incrementar mi sueldo durante los siguientes diez años.
Entonce, rentar o hipotecar siempre es una decisión (estoy muy consciente del verbo decidir gracias a una plática reciente que tuve por zoom, ya escribiré de ello en otra entrada), una decisión que depende única y exclusivamente de si puedes o no pagar la hipoteca, no necesariamente del estilo de vida. Ser peterpana lo decidí hace mucho tiempo y lo sostengo, una decisión que no depende de si tienes o no la propiedad, depende de si tienes la voluntad para no ceder a la ambición de acumular más y de saber vivir con lo que te acomoda.

2 comentarios:

  1. Afortunadas(os) quienes tienen las condiciones para considerar ambas opciones. Debido a las nuevas modalidades laborales, parece que a una parte creciente de la juventud cada vez les es más difícil tener opciones, especialmente para no pasar penurias económicas personales y familiares. Saludos.

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    1. De acuerdo, soy afortunada de poder decidir. Gracias por comentar!

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