19.10.24

Qué decir de cuando se llega a los 50 años

Hoy cumplo 50 años y aunque no lo creí en su momento, los 50 son los nuevos 30. Si hace 20 años no pensaba en llegar a esta edad, ahora tampoco pienso en que el pasado fue mejor. Cumplir años es superarse día día, una superación dialéctica, donde a veces avanzas un paso y retrocedes tres, hasta que te das cuenta que aquello con lo que creciste toda tu vida no es real. Te dicen que hay que buscar el amor, la felicidad, el éxito. Con los años sabes que nunca se encuentra porque nada de eso se busca, en todo caso lo procuras. Aunque parecen oraciones hechas, lugares común, eso que luego cuestiono del coaching, pues sí, ahora que cumplo 50 sé que hay muchas frases hechas que cobran sentido con el tiempo, con la edad. Una de esas, un gran aprendizaje de hecho, es que "el tiempo lo cura todo", o casi todo. Cura la tristeza, el dolor, el trauma, pero no lo cura por ósmosis, sino que, y aquí viene la parte a veces no tan divertida, hay que comprometerse y mucho. Comprometerse con conocerte a ti misma, otra frase trillada, conocer lo que duele y nombrarlo; conocer, experimentar, sentir lo que da alegría y nombrarlo; saber pedir perdón, reconocer los errores, que son muchos a lo largo de la vida, reconciliarse con la frustración, con la expectativa, con la muerte de un ser querido incluso; saber que lo que haces, dices, piensas te afecta y afecta al entorno. Con los años aprendes a cuidar las palabras para no herir-te, aprendes a escoger las batallas y a no quedarte callada, pero sobre todo aprendes a dejar ir conocidos, colegas, familia, lugares, trabajos. Soltar los silencios que incomodan, los juicios de valor y las críticas que lastiman. 

Con mis 50 años recién cumplidos abrazo a mis otras yo que he sido en cada década, a cada una de ellas las honro, las amo, las veo en la película de mi memoria y no cambio nada. Puedo decir sin temor a equivocarme que he hecho con estos 50 años lo que he querido y más de lo que he deseado, quizá, precisamente, porque nunca desee nada, nunca me imaginé llegar a esta edad, solo me dediqué a vivir al día, a viajar, a conocer el mundo, a leer, a escribir, a amar, a nadar, a jugar, a compartir. También sé que no llego sola, son muchas las personas que me han acompañado y a todas ellas les agradezco nunca soltarme, ofrecerme un lugar en su corazón, en su vida, en su estar en el mundo. 

Medio siglo se dice fácil, pero en el medio siglo de hace cien años pasaron dos guerras mundiales. A veces perdemos noción de lo que es la vida y estar vivos, por eso hago este ejercicio de escritura a manera de corte de caja. En medio siglo les cientos de libros, escribes miles de palabras, nadas n cantidad de kilómetros, duermes cantidad de horas, trabajas muchas más, respiras millones de veces, se regenera la piel, las neuronas y el alma n cantidad de veces. Con cada arruga, con cada cana, con cada lágrima derramada, con cada cicatriz, se engrosan los afectos, ya sea para que te vuelvas más o menos sensible. La sensibilidad que te permite observar las hojas que caen en otoño, escuchar el agua correr con la lluvia, reconocer la alegría del perro cuando llegas a casa y disfrutar del café en la cama. Con medio siglo detrás tienes una historia que contar, tienes una vida hecha y tienes un futuro por delante. Hoy cumplo 50 años y puedo decir, sin temor a equivocarme, que soy una mujer plena, realizada y amada. 

24.8.24

Agrado

A mi hermano le gustaba agradar

lo conseguía con su sonrisa 

Con su carisma 

Nada que ver con Agrado

El personaje de Almodovar en Todo sobre mi madre

Cuando mi hermano me preguntó por un nombre para su hotel

No dudé en decir Agrado

El nombre propio que resignificaba

La reminiscencia de nuestra estancia en Barcelona 

La dignificación de nuestro trasvestismo migrante

El agenciamiento político que vino con nuestra libertad fuera de la casa familiar 

El reconocimiento a nuestra homosexualidad 

Una recordatorio de la responsabilidad de llevar al otro

Al huésped, al solitario, al que está por venir 

Como alguien más lo hizo con nosotros 

Con su muerte, la de mi hermano,

a diferencia de lo que le sucede a Agrado,

el personaje de Almodovar,

Agrado dejó de ser un nombre propio para convertirse en un nombre común 






Creencias

Dejé de buscar respuestas en las creencias de los otros 

Por años vagué entre dogmas, cosmovisiones y relaciones diversas

Dejé el laicismo y me volví agnóstica

Dejé los rituales de iniciación 

hinduistas, budistas, cristianos, mexicas

incluso los del amor cortés

Aunque me hubiera encantado probar con los rituales 

órficos, pitagóricos y sáficos

Dejé de buscar respuestas en las creencias de los otros 

Porque me encontré conmigo

En un sueño:

Desde la orilla de la piscina cubierta de lirios observaba

A una bebé de meses que se hundía 

Me tiré al agua sin dudarlo

La tomé de las manos  

Para rescatarla del fango en el que ya reposaba inherte

Subimos a la superficie 

La recosté en mi pecho

Respiramos juntas

Dejé de buscar respuestas en las creencias de los otros 

Porque me encontré conmigo