8.8.13

Día 150

No quiero ser dura con Varsovia ni con su gente, pero la visita ha sido inhospitalaria en muchos sentidos, incluyendo el hecho de que es una ciudad completamente recreada de un pasado que no se si se quiere velar o de un presente ficticio. Tendría que regresar e ir a otros sitios de Polonia, pero por ahora no me dan ganas. Es ilustrativo viajar a esos sitios distantes en la geografía mas no en la memoria de los discursos de guerra donde los perdedores y los ganadores muestran una y otra vez la cara de lo que esconden, ya sea la ambición, el resentimiento, la tristeza, el dolor, el beneplácito o sabe qué. Lo cierto es que resulta complicado indagar en quien ha decidido ponerse una careta arquitectónica para vender a una ciudad como parte del patrimonio universal a un costo social alto, donde la gente del servicio turístico, por lo menos en ciertas áreas de Varsovia, claramente no disfruta de lo que hace, como se puede observar en otros sitios de Europa, donde, por ejemplo, en Barcelona o Berlín, ser camarero o camarera es un oficio y uno bien remunerado (comparado con México). Me parece que Varsovia es un performance constante donde además los gobiernos actuales han decidido derruir lo poco que queda de sus historia (una historia desgarradora en muchos ámbitos quizá por su ubicación geopolítica, quizá por su convicción religiosa), como sucede con el barrio de Praga, donde quedaban los últimos referentes de lo que fue Varsovia antes de la guerra. De igual forma, están levantando altos rascacielos que imponen en un ciudad que es bastante extensa. Edificios superiores a los que edificó el régimen socialista (casas habitación) que se quedan relegados, a pesar de ser estos edificios lo más original de lo que ha sido su historia. En fin, la sensación que me da Polonia en lo poco que pude ver de las cinco (o diez) horas de tren y los tres días en Varsovia es que le pasa lo mismo que a México, es el patio trasero de Alemania: el patio trasero de uno de los países más poderosos del mundo y así, difícilmente, se puede ser objetivo y crítico.














5.8.13

Día 149

La moraleja de las virtudes 

I. La agonía 





II. La destreza






III. La compasión




IV. La libertad



Las fotos las tomé en Varsovia.

Día 148

Dejamos Amsterdam con las ganas de quedarnos para festejar y reventar en el gay pride pero dadas las circunstancias del momento tomamos el tren que nos llevaría primero a Berlín y finalmente a Varsovia, una viaje de más de veinte horas debido a nuestra inexperiencia de viajar por tren en Europa. Un viaje cansado no sólo por los tiempos de espera sino también por las condiciones del mismo. Paciencia fue la consigna y al final llegamos a Varsovia. En el camino me cuestionaba Mariela "por qué Varsovia?, que hay en esa ciudad que reclama tu atención para hacer un viaje tan largo?". La intuición, le contesté. nunca lo había pensado sólo quería conocer más allá de lo conocido por mí hasta ahora. Quería conocer la Europa lejana.
El mismo viaje fue una locura en sí, dos chicos coreanos fueron nuestros compañeros de viaje en la primera etapa, unos chicos ansiosos de conocer Europa en 22 días. Sólo de pensarlo estaba agotada. Para no aburrirnos hicimos las preguntas obligadas de cuando recién conoces alguien y después intercambiamos nuestra lengua. Aprendimos a contar del uno al diez en la lengua del otro. Una empresa complicada el coreano pero con un buen maestro resultó divertida. Llegó la noche, hicimos las camas y dormimos. Nosotras debíamos de bajar a las cuatro de la mañana pero el tren se retrasó un par de horas. Comimos algo en Berlín y esperamos el tren que nos traería a Varsovia. 


Encaminadas dormitamos y observamos un paisaje bastante similar a lo que se puede apreciar en México, campo en largas extensiones de tierra, zonas boscosas, fábricas. Mientras nos adentrábamos más observamos edificaciones muy antiguas, algunas completamente abandonas, otras con vestigios de las guerras, las más de una época comunista. 



Llegamos por fin a la estación de Varsovia central. 



Primera sorpresa, tienen una moneda diferente al euro; segunda sorpresa, es un país muy barato; tercera sorpresa, me sentí muy ignorante; cuarta sorpresa; el peso mexicano está sobre valuado, la vida en México es muy cara y perdemos piso con respecto a lo que sucede en otros países; quinta sorpresa, Varsovia es un lugar encantador que seguramente en pocos años se lo comerá el turismo a un costo social muy alto como ha pasado en España o está sucediendo en Berlín.



Día 147

Apuntes del gay pride en Amsterdam
Por Mariela Oliva y Roxana Rodríguez 

Viajamos a Amsterdam con el propósito de conocer la casa de Spinoza, filósofo holandés del siglo XVII, y nos topamos con el gay pride que se festeja el primer fin de semana de agosto. 


Una visita de dos noches donde yo solo era la acompañante solidaria de quien decide cerrar un proceso de muchos años entre alguien que decide estudiar con pasión un filósofo y viajar al lugar donde conformó un sistema de pensamiento importante en la tradición filosófica. Y hago énfasis en la visita filosófica porque Spinoza trabajó desde una ética sin moral las pasiones y los deseos de la condición humana. De ahí que me parezca más sorprendente la casualidad de coincidir en una fecha que se ha vuelto representativa por lo represiva que también puede ser en otros puntos del planeta salir a festejar a la calle nuestras preferencias sexuales, sean homosexuales, bisexuales, heterosexuales, intersexuales. 



Lo que pasa en Amsterdam no lo había visto en ningún otro gay pride. De entrada la locación es espectacular: a lo largo del río se montan los botes de la gente decorados con globos que desde temprano llegan a ocupar un espacio para ver el desfile que empieza pasado el medio día.


Los que no tienen bote se van acomodando también sobre la orilla del río con sus canastas de picnic, sus bebidas y la mota que es legal en los coffe shops, pero que en este día, conforme pasan las horas, el humo de la hierba sube como el alcohol en la cabeza de los que ahí festejan con júbilo no sé si el carnaval más colorido del año o sólo una fiesta más de verano.



El ambiente festivo, no pretensioso ni burlesco, como se puede respirar en otros lugares, contrasta con la seriedad de los antiguos edificios que circunscriben los ríos en un barrio que es famoso por las mujeres semidesnudas que se muestran en las vitrinas. 



Es verdad que en Amsterdam se respira y se siente un ambiente de libertad, no diría de permisibilidad ni de tolerancia (una discusión filosófica en la que se confunde el respeto con el cumplimiento del deber ser o la legalidad), donde cada quien va a lo suyo.



Conforme el día avanzó la gente se fue acomodando en los pocos huecos que había para ver pasar el desfile de los barcos decorados. Dos hombres que bailaban sobre el río empujados por la potencia del agua fueron los encargados de abrir el desfile, un espectáculo impresionante, festivo y libre reflejan parte de lo que en su momento quiso hacer Spinoza con las pasiones de la gente: entender o comprender las pasiones para encontrar la libertad. No sé si lo logró, pero lo cierto es que en Amsterdam el respeto a la diferencia se siente. No sé en qué terminó lo que pintaba para un gran bacanal porque ese mismo día viajamos para Varsovia, lo cierto es que si tienen oportunidad de ir no se lo pierdan, el gay pride en Amsterdam es la fiesta de la condición humana.


2.8.13

Día 146





Día de Spinoza:

De Amsterdam a La Haya:

Ironías de la filosofía: un callejón de prostitutas desemboca frente a la casa de Spinoza. El filósofo holandés que  pensó en las pasiones desde una ética sin moral que sentara los principios de factibilidad para que los sujetos pudieran ser libres. Spinoza tuvo el oráculo del ser, pero quizá no hemos logrado transformar nuestras pasiones en acciones.


Pd. La mujer que asoma la cara empezó a gritarme cuando vio que muy atenta observaba la dinámica del callejón. Estos lugares me fascinan y me hubiera aventurado si hubiera visto mujeres por ahí, pero es sólo cosa de hombres. Hombres de todo tipo, de toda clase, algunos van por droga, otros por un rapidin.

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De La Haya a Leiden (Spinosalann): una casa del siglo XVII que resguarda algunos libros que se supone pertenecieron al filósofo. Digo se supone porque durante la Segunda Guerra Mundial fueron decomisados por el gobierno alemán y tiempo después donados a esta pequeña casa perdida en una zona habitacional (Rijnsburg) de un pueblo que era intelectualmente famoso durante la época de Spinoza, ahora no es ni su sombra y puedo decir que hasta tristeza da ver tan poco entusiasmo por un filósofo tan importante en su país.





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La verdad no nos hace mejores pero libera...