24.8.13

Día 168

Una mirada no iracunda 
Desgarradora
Afable
Huidiza.
Un gesto de intolerancia
De astucia
De desencanto.
Huida.
Intensidad desmedida
De dos seres
Que a la deriva
Reclaman.
Qué reclaman?
Comprensión
Ternura
Libertad.
Silencio.
Un silencio prolongado
Que esconde el deseo.
Un silencio programado
Que quema en la soledad.
Un silencio respetuoso
Entre dos seres 
Que se aman 
Pero que no 
Han aprendido
A estar.

23.8.13

Día 167

Derrida dice:

"El duelo consiste siempre en intentar ontologizar restos, en hacerlos presentes, en primer lugar en identificar los despojos y en localizar a los muertos (toda ontologización, toda semantización -filosófica, hermenéutica o psicoanalítica- se encuentra presa en este trabajo de duelo pero, en tanto que tal, no lo piensa todavía..." (Espectros de Marx: 23)

22.8.13

Día 166

Llegué a la piscina con mi traje de baño blanco con naranja y mi gorra blanca que me compré durante el viaje y de la nada abordé al entrenador que estaba ahí. Un chico de buen cuerpo que había observado como también lo había hecho con los demás entrenadores mientras decidía si seguir "entrenando" por mi cuenta o incorporarme a algún equipo. Me acerqué y le dije que quería que me entrenara. Por un momento sentí que traicionaba a mi otro entrenador, luego lo pensé con calma mientras nadaba y me dije que no importaba, sólo sería un año, después de mi sabático regresaría a la rutina de antes. Falsedad. No se puede regresar a una rutina porque los que nos vamos o cuando nos vamos dejamos de ser los que fuimos. No se que pase en un año, lo cierto es que hoy cerré un ciclo y abrí otro. El sabático me llena de gozo y me hace moverme de los lugares que cómodamente he ocupado, ahora los transgredo y me gusta dejarlos a la deriva. Hoy estoy contenta por sentir nuevamente ese impulso vital de hacer cosas nuevas, de conocer gente nueva, de estar con la gente que siempre ha estado, a veces a la distancia, a veces de la mano.

21.8.13

Día 165

Ayer fue un día de sorpresas varias y de emociones encontradas. Satisfacción de logros alcanzados, de objetivos cumplidos, de observar a la distancia una trayectoria profesional exitosa, pero por un momento también sentí tristeza de "no tener con quien compartir" tanta dicha. Una falacia, enredos que me cuento. Le escribí a mi familia y lo compartí con ellos. Sentí alivió, pensé en el pasado, en los otros logros, en los logros que no he compartido. Fui por unos tacos. Revisé nuevamente las portadas de los libros y caminé a mi otra reunión. Lo éxitos, los fracasos, las tristezas, los placeres son de una misma. Compartirlas es lo de menos, en mi caso lo que importa es disfrutarlas, recordarlas a cada rato, lamerme los bigotes de esa emoción que aprieta, que ensancha el pecho, que eleva el espíritu. Al paso del día sentí cansancio. Caminé a casa después de la reunión donde me invitaron a formar parte de un proyecto en televisión y llegando me recosté. Sentí nostalgia. Llamé a una amiga para ir al teatro. Me terapeó en el carro, me dijo lo que ya sabía, me llamó la atención como lo hacen los terapeutas cuando te cuentan ejemplos de los otros con la intención de no decir las cosas directas para ver si el inconsciente o el consciente lo capta. Escuchaba, primero molesta, después entendí que no me hablaba a mí, que lo hablaba solo en voz alta, que se lo decía a ella, como muchas veces nos decimos a nosotros mismos cosas que no queremos saber. Sentí cansancio nuevamente. Esperamos a que diera la hora de entrar a la función. Dos horas nos dijeron que duraría. Dudé. Pensé en no entrar pero un amigo del elenco nos había comprado los boletos y no tenía pretexto para huir. La función comenzó y conté despacio los minutos. Dos horas repetí mentalmente. Mi amigo salió a escena. Respiré. Seguí con atención sus movimientos, sus palabras, sus gestos. Me olvidé de mi misma. La obra bien escrita, bien dirigida, bien actuada. Una especie de digresión estética que entrelaza historias de la condición humana. El arte, la belleza, la destrucción. Me acordé de Kant, de lo sublime, de lo terrorífico. Las narrativas de quienes no han sido escuchados pero que encuentran una salida a la razón por medio de la creación, de la creación poética. Un desenlace redondo, quizá sobreactuado. Silencio en el escenario. Poco después se escucharon lentamente los aplausos. Salimos y esperamos a mi amigo para felicitarlo. Lo acercamos a su casa y me dejaron en la mía. Nuevamente sola. Nuevamente el cansancio. Me recosté, cerré los ojos. Amaneció lloviendo.

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Cielos

Información sobre la obra:
http://www.rendermagazine.com.mx/cielos-una-obra-que-lucha-contra-el-pasado/



20.8.13

Día 164

Continua el insomnio. Nuevamente me desperté a las cuatro de la madrugada. Desde que llegué duermo un promedio de seis horas que para mi media (de ocho) es desastrozo pues me impide concentrarme debido a la pesadez que siento el resto del día. Casi creo que es parte de mi hipocondría o un pretexto para no ponerme a leer. Hoy por lo pronto, o de madrugada, ya tomé nuevamente a Derrida. La bestia y el soberano se llama el libro (dos tomos) que dejé a medias hace unos meses, pero cuando se lee a Derrida eso no importa, siempre encuentras el hilo conductor pues como pasa con Rayuela de Cortazar, a Derrida se debe leer sin orden ni cronología.

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Cuando la sinapsis de la memoria hace el mismo recorrido que el inconsciente:

En Berlín vive una amiga que conocí hace diez años en Barcelona, vivimos en el mismo piso varios meses, a la par dos chicos uno después de otro, también compartieron con nosotras ese piso. A uno de ellos, con el que más habíamos convivido, lo vi hace unos años por la condesa o la roma, ahora también vive en Berlin, al otro, de quien ni me acordaba, me lo encontré este fin de semana en un bar porque se hizo amigo de mi hermano. Este chico posteo recientemente un documental sobre un señor que tiene una tienda de segunda de CDs en NY, a quien se le conoce como The Birdman.  Este lugar me redirigió a la librería de segunda en la que estuvimos en Berlín hace unos días con otra amiga (amiga de mi hermano) que se hizo amiga de mi amiga. En ambos casos, tanto en la librería como en la tienda, lo que permanece es el gusto (la pasión) de los dueños por evitar que esos tesoros (libros y CDs) desaparezcan o contrarrestar la vorágine consumista de la tecnología. Se habla mucho de la desaparición física de los libros, aunque su transformación ha sido menos evidente que la de los dispositivos para almacenar música (cassette, LP, CD, USB, iTunes...), pero no había reparado en la desaparición de estos dispositivos. 
Ahora esta de moda lo Vintage y se recuperan los LP, pero los CD desaparecen poco a poco porque a diferencia de los LP no se puede experimentar con ellos manualmente como lo hacen los DJ. Ayer incluso en la depuración de mi estudio estaba pensando en deshacerme de ellos una vez que los copie a la computadora y los guarde en el disco duro externo... Después de ver el documental me parece lastimoso como el consumismo nos lleva por caminos inconscientes y de ahí que el dueño de la tienda, con sus más de setenta años, se preocupe por algo que, como el mismo dice, va a desaparecer cuando se muera, como han desaparecido las tiendas de barrio bajo la ocupación incesante de las grandes cadenas o franquicias que homologan una forma de vida, dejando a la deriva a lo alternativo, no como moda, sino también como una forma de sobre vivencia. El libro, a diferencia del CD, parece que todavía sigue vigente, aunque quizá con las nuevas generaciones que están mas acostumbradas al Kindle (entre otros), empiece a cavar su propia tumba. Ya veremos en unos años más.
En Berlín vive una amiga, ahora dos o tres o más. En México vivimos nosotros, los otros, lo que alguna vez vivimos juntos, el destino es una trampa, el inconsciente lo es aun más. Dejemos que hablen ambos, dejemos que la historia colectiva también haga un recuento de sus días. Los libros, la música, las narrativas serán lo único que nos quedará para dar cuenta de nuestra sociedad.





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La deconstrucción de la "historia única" por una novelista nigeriana que reafirma la importancia de contar nuestra propia historia (como también lo hace Benhabib desde la filosofía), de emplear las narrativas para deconstruir la hegemonía monocultural de Occidente.