21.8.13

Día 165

Ayer fue un día de sorpresas varias y de emociones encontradas. Satisfacción de logros alcanzados, de objetivos cumplidos, de observar a la distancia una trayectoria profesional exitosa, pero por un momento también sentí tristeza de "no tener con quien compartir" tanta dicha. Una falacia, enredos que me cuento. Le escribí a mi familia y lo compartí con ellos. Sentí alivió, pensé en el pasado, en los otros logros, en los logros que no he compartido. Fui por unos tacos. Revisé nuevamente las portadas de los libros y caminé a mi otra reunión. Lo éxitos, los fracasos, las tristezas, los placeres son de una misma. Compartirlas es lo de menos, en mi caso lo que importa es disfrutarlas, recordarlas a cada rato, lamerme los bigotes de esa emoción que aprieta, que ensancha el pecho, que eleva el espíritu. Al paso del día sentí cansancio. Caminé a casa después de la reunión donde me invitaron a formar parte de un proyecto en televisión y llegando me recosté. Sentí nostalgia. Llamé a una amiga para ir al teatro. Me terapeó en el carro, me dijo lo que ya sabía, me llamó la atención como lo hacen los terapeutas cuando te cuentan ejemplos de los otros con la intención de no decir las cosas directas para ver si el inconsciente o el consciente lo capta. Escuchaba, primero molesta, después entendí que no me hablaba a mí, que lo hablaba solo en voz alta, que se lo decía a ella, como muchas veces nos decimos a nosotros mismos cosas que no queremos saber. Sentí cansancio nuevamente. Esperamos a que diera la hora de entrar a la función. Dos horas nos dijeron que duraría. Dudé. Pensé en no entrar pero un amigo del elenco nos había comprado los boletos y no tenía pretexto para huir. La función comenzó y conté despacio los minutos. Dos horas repetí mentalmente. Mi amigo salió a escena. Respiré. Seguí con atención sus movimientos, sus palabras, sus gestos. Me olvidé de mi misma. La obra bien escrita, bien dirigida, bien actuada. Una especie de digresión estética que entrelaza historias de la condición humana. El arte, la belleza, la destrucción. Me acordé de Kant, de lo sublime, de lo terrorífico. Las narrativas de quienes no han sido escuchados pero que encuentran una salida a la razón por medio de la creación, de la creación poética. Un desenlace redondo, quizá sobreactuado. Silencio en el escenario. Poco después se escucharon lentamente los aplausos. Salimos y esperamos a mi amigo para felicitarlo. Lo acercamos a su casa y me dejaron en la mía. Nuevamente sola. Nuevamente el cansancio. Me recosté, cerré los ojos. Amaneció lloviendo.

///

Cielos

Información sobre la obra:
http://www.rendermagazine.com.mx/cielos-una-obra-que-lucha-contra-el-pasado/



No hay comentarios:

Publicar un comentario