22.8.13

Día 166

Llegué a la piscina con mi traje de baño blanco con naranja y mi gorra blanca que me compré durante el viaje y de la nada abordé al entrenador que estaba ahí. Un chico de buen cuerpo que había observado como también lo había hecho con los demás entrenadores mientras decidía si seguir "entrenando" por mi cuenta o incorporarme a algún equipo. Me acerqué y le dije que quería que me entrenara. Por un momento sentí que traicionaba a mi otro entrenador, luego lo pensé con calma mientras nadaba y me dije que no importaba, sólo sería un año, después de mi sabático regresaría a la rutina de antes. Falsedad. No se puede regresar a una rutina porque los que nos vamos o cuando nos vamos dejamos de ser los que fuimos. No se que pase en un año, lo cierto es que hoy cerré un ciclo y abrí otro. El sabático me llena de gozo y me hace moverme de los lugares que cómodamente he ocupado, ahora los transgredo y me gusta dejarlos a la deriva. Hoy estoy contenta por sentir nuevamente ese impulso vital de hacer cosas nuevas, de conocer gente nueva, de estar con la gente que siempre ha estado, a veces a la distancia, a veces de la mano.

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