25.4.20

Día 5 observando el encierro

Empecé el día con varios temas para escribir en esta entrada, pero no puedo evitar dejar pasar un acontecimiento más de este 2020. Si pensábamos que el covid19 se llevaría el año, seguramente así será por muchos motivos que ya conocemos (el número de muertes, el número de contagios, la pandemia global que pone a prueba los sistemas de salud en el mundo, el cuestionamiento constante del neoliberalismo que será único que quizá salga vacunado de cara a este confinamiento, el cierre de fronteras, el encierro en sí mismo, el papel de los y las gobernantes de cara a su propia población y un largo etcétera). A todos estos fenómenos, y aquí quiero hacer una distinción entre evento y acontecimiento, que en traducciones del inglés al español pueden ser sinonímicas, traducción de los textos escritos por Derrida, específicamente, pero pensarlas en español y el uso que les doy no es a manera de sinónimos, el acontecimiento es lo que está siendo (diferido, por-venir), mientras el evento es lo que de forma general abarca una serie de fenómenos temporalmente. Es decir, el evento es la pandemia, el acontecimiento es lo que lo circunscribe. Una vez hecha esta aclaración (seguramente innecesaria) voy a lo que me ocupa, (el evento) la muerte de  #KimJongUn en Corea del norte. Este evento marca (el acontecimiento) el devenir de una política internacional bien distinta en el mundo y entre los países-bloques que se están reacomodando de cara a la pandemia (la infraestructura que, en palabras de Althusser, es lo que deberíamos estar revisando, además de sobrevivir a nuestro encierro). No puedo evitar emocionarme con la geopolítica. Veremos si #KimYoJong hereda la misma postura que su hermano con respecto a las fronteras y a su población. No está de más decir que una de las fronteras que me falta por conocer para darme por bien servida es la que divide las Coreas y hasta ahora una de las más impenetrables. Este 2020 está dando de qué hablar.



24.4.20

Día 4 observando el encierro

“Observar el encierro” me dijo el papá de una amiga cuando al teléfono le pregunté cómo se encontraba. Un señor que pasados los ochenta años con la vida a cuestas, varias muertes acumuladas después durante el exilio y lo que conlleva para cada uno en la edad que se tenga durante la cuarentena el poder observarla seamos conscientes o no de ello. Darse el tiempo la dedicación de observar poco de nuestro día a día para vernos a nosotros mismos en este encierro en un ser aquí o ahí del acontecimiento que estuvo latente cien años.
El encierro no me toma por sorpresa incluso puedo afirmar que estoy acostumbrada a ello y no necesariamente por ser antisocial sino porque he aprendido a deambular entre el adentro y afuera de mi propia sexualidad. Salir del closet es un eufemismo, siempre tienes un pie dentro y otro fuera porque las pandemias se dan en las sociedades que invisibilizan a los/las que son asintomáticos; la homosexualidad de las mujeres ha sido asintomática en este y otros países por conveniencia y por comodidad. El encierro de esta pandemia reproduce esos y otros tenores, desde los más sutiles hasta los más sofisticados que son propios de la condición humana. Mientras comía veía a los pájaros, las palomas, las ardillas convivir en el árbol de hule que está en la acera de frente, su única depredadora pudiera ser Ramona, mi perra, y por instinto, pero eso no los detiene para seguir existiendo. Mientras ellos están afuera yo observo desde dentro. 

22.4.20

Día 2 observando el encierro

Un amigo escribió en su blog sobre su encierro, un amigo venezolano que vive actualmente en Ecuador, y no sólo me conmovió su texto, también me sentí identificada en varios niveles de la lectura, especialmente el miedo a la enfermedad, lo abrumador que puede ser el no contacto con nadie, incluso siendo antisocial como yo puedo serlo, el calor que se encierra en las casas en esta época sin tener suficiente ventilación y especialmente cómo creemos que lo que escogemos para vivir será de paso, mientras "hacemos esto" o por "comodidad".
Al leer su texto pensé en las muchas veces que me cambié de casa, mal gusto nunca he tenido, pero a veces no pude escoger lo mejor. Lo último que renté después de terminar una relación, fue literalmente una habitación, un hoyo funki, donde el baño quedaba afuera y lo compartía con otras dos personas, oscura y sin ventilación. Afortunadamente estaba empezando el verano, el de lluvias de la ciudad de méxico, cuando literal se cae el cielo y se inunda todo, incluso esa habitación, mojando una cantidad significativa de libros. Pude estar solo tres meses antes de pedir auxilio a mis padres para que me dejaran quedar en su casa unos meses hasta que me entregaran el departamento que estaba comprando con una hipoteca a veinte años. 
No puedo decir que mi encierro es como el de mi amigo, tengo un ventanal enorme que da a la calle y enfrente de un árbol de esos viejos que dan sombra todo el día, ventana en los dos cuartos, en los baños y en la sala. Es completamente iluminado y ventilado, y aun así se siente calor en primavera. Tengo un balcón que le cedí a Ramona, mi perra, para que pudiera tomar el fresco, ver a las palomas y las ardillas, intentar comerse las moscas o las abejas, a veces con mucho éxito. Mi estudio lo trasladé hacia el comedor para cambiar la vista, estar más fresca, tener más espacio. El encierro tiene que ver con el espacio y el tiempo, mientras el tiempo se detiene, el espacio se reinventa con la cuarentena. 
Ya estando adentro, de la casa que cada uno haya decidido o podido conseguir, el encierro de la pandemia se asemeja entre unos y otros, el estado de ánimo se vuelve una montaña rusa, por más que queramos guardar calma, respirar, meditar, hacer yoga, no comer ni beber demasiado, dormir más o menos, trabajar, leer, escribir, o simplemente contemplar, resulta complicado. La energía está fuera de nosotros por nuestra poca tolerancia a la incertidumbre y el hecho de saber que nuestra vida puede estar en peligro. La pandemia es encierro, el encierro sobrevivencia.


21.4.20

Día 1 observando el encierro

Hoy empezó formalmente la cuarentena en fase 3 y no se cómo lo registró mi inconsciente, a pesar de estarla esperando, si no con ansias locas, sí como una forma de acercarnos a lo peor de la pandemia. Momento que, como lo hemos visto en otros países, que incluso ya están de salida, han alcanzado la cúspide de su curva con miles de contagios y muertes. México no será la excepción de esta asincrónica contingencia global.
Hoy decido escribir nuevamente después de un letargo de meses, años quizá, una entrada diaria en este blog, una entrada diaria a manera de diario del devenir de mi encierro en época de covid.


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