22.4.20

Día 2 observando el encierro

Un amigo escribió en su blog sobre su encierro, un amigo venezolano que vive actualmente en Ecuador, y no sólo me conmovió su texto, también me sentí identificada en varios niveles de la lectura, especialmente el miedo a la enfermedad, lo abrumador que puede ser el no contacto con nadie, incluso siendo antisocial como yo puedo serlo, el calor que se encierra en las casas en esta época sin tener suficiente ventilación y especialmente cómo creemos que lo que escogemos para vivir será de paso, mientras "hacemos esto" o por "comodidad".
Al leer su texto pensé en las muchas veces que me cambié de casa, mal gusto nunca he tenido, pero a veces no pude escoger lo mejor. Lo último que renté después de terminar una relación, fue literalmente una habitación, un hoyo funki, donde el baño quedaba afuera y lo compartía con otras dos personas, oscura y sin ventilación. Afortunadamente estaba empezando el verano, el de lluvias de la ciudad de méxico, cuando literal se cae el cielo y se inunda todo, incluso esa habitación, mojando una cantidad significativa de libros. Pude estar solo tres meses antes de pedir auxilio a mis padres para que me dejaran quedar en su casa unos meses hasta que me entregaran el departamento que estaba comprando con una hipoteca a veinte años. 
No puedo decir que mi encierro es como el de mi amigo, tengo un ventanal enorme que da a la calle y enfrente de un árbol de esos viejos que dan sombra todo el día, ventana en los dos cuartos, en los baños y en la sala. Es completamente iluminado y ventilado, y aun así se siente calor en primavera. Tengo un balcón que le cedí a Ramona, mi perra, para que pudiera tomar el fresco, ver a las palomas y las ardillas, intentar comerse las moscas o las abejas, a veces con mucho éxito. Mi estudio lo trasladé hacia el comedor para cambiar la vista, estar más fresca, tener más espacio. El encierro tiene que ver con el espacio y el tiempo, mientras el tiempo se detiene, el espacio se reinventa con la cuarentena. 
Ya estando adentro, de la casa que cada uno haya decidido o podido conseguir, el encierro de la pandemia se asemeja entre unos y otros, el estado de ánimo se vuelve una montaña rusa, por más que queramos guardar calma, respirar, meditar, hacer yoga, no comer ni beber demasiado, dormir más o menos, trabajar, leer, escribir, o simplemente contemplar, resulta complicado. La energía está fuera de nosotros por nuestra poca tolerancia a la incertidumbre y el hecho de saber que nuestra vida puede estar en peligro. La pandemia es encierro, el encierro sobrevivencia.


21.4.20

Día 1 observando el encierro

Hoy empezó formalmente la cuarentena en fase 3 y no se cómo lo registró mi inconsciente, a pesar de estarla esperando, si no con ansias locas, sí como una forma de acercarnos a lo peor de la pandemia. Momento que, como lo hemos visto en otros países, que incluso ya están de salida, han alcanzado la cúspide de su curva con miles de contagios y muertes. México no será la excepción de esta asincrónica contingencia global.
Hoy decido escribir nuevamente después de un letargo de meses, años quizá, una entrada diaria en este blog, una entrada diaria a manera de diario del devenir de mi encierro en época de covid.


https://drive.google.com/uc?export=view&id=1GzFXTm-rdXUPFqLZDNPKegI-PzJv0omz

25.10.19

me cuesta tanto darme cuenta que ya no estás aquí

Ayer estaba buscando unas fotografías de Spinoza para subirla a la nota que estaba escribiendo, me acordé que tenia unos Cd's en algún lugar del cubículo que ocupo en la universidad. Los encontré en una bolsa de plástico dentro de una gaveta, algunos traían fecha, otros nada. Empecé con los más viejos, 2004-BCN, ponía en mi letra, lo metí en la PC (único lugar donde puedo abrir un DVD-CD) y al abrirse fui directo a las fotos, le doy click y cuál fue mi sorpresa, unas fotos de amigos, de mi hermano y mías. Me tardé en reaccionar, presente, pasado, México, Barcelona, cuánto tiempo de ello, qué estaba haciendo ese año y porque ahí, y especialmente dónde está mi hermano ahora. Todos esos pensamientos en muy poco segundos. Dejé de respirar como normalmente hago cuando me impresiona algo, que últimamente es más seguido de lo que quisiera, de ahí mis constantes ataques de ansiedad. Sentí la punzada en el pecho, estaba entre clase y clase, trabajando en mi cubículo y pronto debería volver al salón. Al tiempo, estaba escribiendo por guats up con una de las amigas que salía en esa foto porque era su cumpleaños. Rápidamente reaccioné y subí tres fotos de éstas a Fb con una nota que decía "un regalito para...". Lo único que se me ocurrió en vez de ponerme a llorar, fue compartir la sorpresa de verme, vernos, verlo tan joven, tan fresco, tan risueño. Reconocerme, reconocemos en esos años de complicidad migrante. Al poco tiempo recordé que en octubre de 2004 volví a Barcelona a entregar la tesina del master, y ahí estábamos todos los que años atrás habíamos convivido como una gran familia de migrantes, mexicanos, italianos, alemanes, compartiendo a diario las calles, cafeterías, bares, parques de Barcelona. Sentí felicidad de tener esos recuerdos, de conservar las fotografías. Hoy las vuelvo a abrir, ya no en el cd que se quedó en el cubículo, sino en la copia que subí al dropbox, desde mi casa, mi escritorio, desde donde giro la cabeza siempre a la izquierda para ver tu foto que decidí tener en mi altar. Veo tu foto en la computadora, veo tu foto en el altar y me cuesta tanto darme cuenta que ya no estás aquí.



24.10.19

Potencia de obrar, capacidad de afectar y ser afectado

Me levanté pensando cuál sería la entrada de hoy, en este nuevo capítulo de escribir a diario en este espacio, y mientras caminaba con Ramona, conectada al audiolibro, una distracción que ocupa mis largos paseos diarios desde hace unos meses, me decidí a escribir sobre las tecnologías digitales, pero nada más llegar al salón de clases y abrir, otra vez, la parte tercera de la Ética demostrada según el orden geométrico de Baruch Spinoza, prefiero hablar de esto que se me olvida cada tanto: la potencia de afectar y ser afectado.

A Spinoza lo conocí hace algunos años, gracias a una ex-novia spinoziana, con quien además hice un viaje a Amsterdam y cercanías para conocer las casas en las que vivió el filósofo holandés del siglo XVII (aquí escribí parte de eso: https://lagallinapatuleca.blogspot.com/2013/08/dia-146.html), y desde entonces lo cito cada tanto, y lo leo menos de lo que debería.

Spinoza desarrolla una metodología de explicar la ética a partir de hacer conjuntos y subconjutos de los afectos, como queda demostrado en esta tercera parte, específicamente en la "Definición de afectos" (pp. 284-303), es así que vamos a tener dos afectos primarios (alegría y tristeza) que combinados con otros secundarios, nos permite definirlos en función de nuestra capacidad de afectar y ser afectados (afectos como verbo y sustantivo), por ejemplo:

alegría = [paso del hombre a una mayor perfección]

tristeza = [paso del hombre a una menor perfección]

____________________________________________

amor = [alegría (mayor perfección) acompañada de una causa exterior]

odio = [tristeza (menor perfección)  acompañada de una causa exterior]

y así con otros afectos como esperanza-miedo, satisfacción-insatisfacción, seguridad-desesperación, etc.

Cunado lo leí, o me lo explicaron por primera vez, inmediatamente pensé que se acercaba tanto al pensamiento budista de los apegos y a la deconstrucción derridiana, lo seguí trabajando con detenimiento, tratando de encontrar los puntos de intersección entre filosofías y pensamientos disímiles en el tiempo y en la geografía, y tengo pendiente hacer una exégesis de ello, quizá para mi jubilación.

Lo interesante de Spinoza es cómo y cuándo explicarlo. Este año, que no ha sido particularmente mi mejor año en el sentido de productividad académica y docente, vi mermado mi deseo de dar clases, resultado de una depresión de duelo, así que inicié con bastante desinterés este semestre, lo cual se notó en el salón de clases.

Introducción a la filosofía es una signatura que nunca había impartido y como tal pensé que sería de gran interés para muchos, mi sorpresa fue que es una materia comodín para varios, así que me enfrenté a un grupo mucho más desigual de los que ya estoy acostumbrada, estudiantes de ingeniería, comunicación, sociales, historia, y quizá uno de filosofía perdido por ahí.

Pasaron las semanas, disminuía el número de estudiantes y mi interés por terminar el semestre satisfactoriamente. Un lunes desistí de dejarles lecturas de filósofos y cambié la dinámica del curso. Pensé que no les dejaría leer ningún otro filósofo y les hablaría de cualquier cosa que sé y puedo explicar muy bien, hasta que Spinoza volvió a aparecer.

En algún momento de estas semanas les expliqué el cambio de la dinámica y el por qué, y les dije que sería su Sherezada, cada sesión sería distinta y yo me encargaría de que ellos se quedaran picados con la temática. Un esfuerzo doble de perfomance pedagógico que hasta ahora ha tenido mejor resultado y respuesta.

La sesión pasada hice un salto cuántico entre un texto de Mujica que lleva por título "La felicidad es garantizarse tiempo para cultivar los afectos", así que expliqué someramente porqué Spinoza habla de alegría y no felicidad, cuáles serían las diferencias entre la felicidad occidental-neoliberal y la alegría spinoziana, mientras un estudiante bromeaba a modo de queja de lo afectado que se siente con mis clases. Inmediatamente pensé en la clase siguiente, la de hoy, donde nos pusimos a leer la definición de los afectos spinozianos en el salón.

La respuesta fue inmediata, ojos abiertos, comentarios varios, autopoiesis. Salí gozosa, logré mi cometido de ser su Sherezada y recordé lo importante de estar consciente de la potencia de afectar y ser afectado cuando eres docente, una vocación que no cambio por nada.





23.10.19

Fetiche de los cuadernos-diarios-libretas

No he dejado de escribir en estos meses, aunque esta vez el período de ausencia de escritura en este espacio fue más largo porque se juntaron varios eventos, especialmente personales, pero también porque en algún momento decidí no dejar huella aquí, pues todo lo que sea público deja de ser INÉDITO y eso me impide participar en concursos de escritura.
No sé en qué momento pensé que era buena idea participar de eso, pero me mantuvo un tiempo bastante largo lejos de este blog al que tengo tanto cariño. Seguí escribiendo en privado, volví a los cuadernos, pero los cuadernos tienen esa virtud de no ser públicos por pudorosos.
El cuaderno-diario arrastra el trazo de quién no quiere decir nada y termina diciéndolo todo en una letra horrible (de receta de doctor) hecha a propósito para evitar que cualquiera acceda a ellos. Por lo menos así he escrito en el último año, en un cuaderno azul, de pasta dura, con hojas lisas (no soporto los cuadernos de rayas, mucho menos de cuadros) tirándole a crema, donde la tinta de la fuente no se transparenta de página en página, una virtud de las Moleskine, que no son nada baratas, y por ello la escritura abigarrada donde no se desperdicia ni un espacio en blanco.
Desde muy chica, y esto creo que ya lo dije en algún momento por aquí, escribo, empecé en los yesos de las extremidades que me imposibilitaban a estar en la calle cada vez que me fracturaba. Después llegaron las libretas, donde apuntaba mis dramáticas soledades de adolescente al no ser correspondida por quien(es) me gustaban. Luego se me juntaron los cuadernos de mis estudios de posgrado y finalmente los cuadernos varios de apuntes diversos, muchos donde hago resúmenes de mis filósofos favoritos.
A diferencia de este espacio que acumula lo escrito en casi doce años y da cuenta de mis avances en la escritura creativa, pero no ocupa espacio en mi biblioteca, hace tiempo decidí no tirar ningún diario-cuaderno-libreta, aunque me esté llenando de papel y ya no tanto de libros. No sé si algún día los leeré pero no está de más dejar la memoria escrita de quien he sido.