18.4.16

#292 / Crónicas de viaje: Israel-Palestina

Día 2

Pude dormir poco. La habitación era cómoda pero Jerusalén es muy ruidoso, al rededor del hotel hay varías construcciones y edificios abandonados. Israel, en general, está todo el rato en construcción. Obviamente no es casualidad. El hotel estaba bien ubicado, una zona céntrica cercana a la Puerta de Jaffa, una de las entradas del cuadrante de los templos, y lo suficientemente alejado de la avenida (Jaffa porque desemboca en la puerta del mismo nombre) por la que circula el tranvía que normalmente está llena de gente local y turistas (cada vez más extranjeros se animan a hospedarse ahí, debido a la tensa-calma que existe en estos tiempos entre palestinos e israelíes, normalmente hacen el viaje a Jordania y de ahí cruzan la frontera para entrar a Jerusalén).  

I
Busqué un sitio para desayunar donde pasara la gente y poder observar a los lugareños. Jerusalén es lo suficientemente urbano para ser una ciudad pequeña donde prevalecen las costumbres ortodoxas del recato, la no exhibición del cuerpo, sobre todo femenino, el honor a la familia sin importar el número de hijos que se tenga (mientras más mejor). Obvio mi presencia incomodaba a varias. Como en Nador, en varios momentos sentí esa exclusión-tolerante de ser la otra. Mujer-sola-soltera-cabello-corto-cano. Algo que no se ve por la calle de Jerusalén, salvo entre las muy jóvenes (menos de 25 años). El resto de las mujeres van cubiertas de cabeza a pies, ya sean árabes, judias, armenias, cristianas. La estética es diferente entre ellas, aún así es posible identificar los trazos culturales de dominación patriarcal sobre el cuerpo de la mujer. Incluso cuando hacen el servicio militar (otra forma de dominación patriarcal), dos años en que la estética femenina se masculiniza, las opciones de ocupar su cuerpo con otros discursos son pocas, por lo menos en Jerusalén, y pocas lo logran. 
Con sorpresa observo que sus grandes instituciones controlan la moral y la estética: la religión (cualquiera de las tres religiones del libro que conviven en esta ciudad) y el ejército. Los y las niñas pasan de cumplir sus obligaciones sagradas a cumplir con sus obligaciones ciudadanas. Es decir, después de consagrarse con la pureza espiritual, entregan su cuerpo al mandato nacional. En la calle se pueden observar jóvenes (hombres y mujeres) en uniforme militar armados, una imagen completamente normalizada y asumida entre la sociedad. En Israel, tarde o temprano, todos son soldados, y es mejor que no tengas una enfermedad que te lo impida porque eso es incluso sinónimo de vergüenza familiar y nacional.

II
Camino a la puerta de Jaffa, lugar donde se dan cita los turistas, como yo, que han comprado un tour para conocer ese cuadrante dividido por religiones: judios, musulmanes, cristianos, católicos, armenios, ortodoxos y no ortodoxos. De todo. Espero a que se junte el grupo. La verdad es que el tour poco me importaba, era más un pretexto para conocer en poco tiempo los recovecos y, por lo menos, el tour de este día cumplió su cometido. Cuatro horas a paso veloz recorriendo los templos todavía amurallados en la vieja ciudad de Jerusalén (Iglesia de la Sagrada Sepultura, el Muro de las Lamentaciones y la Mezquita de Al-Aqsa), más la tumba del Rey David, que se encuentra en otro lado de la ciudad. Los tres primeros, impresionantes, no sólo por la carga histórica, también por la devoción de la gente ahí presente. El último, es bastante más hechizo y siempre dudo de los lugares que me recuerda al Epcot Center de mi infancia (parques temáticos, entiéndase la analogía).

II
Casi siempre me pasa que cuando llego a un sitio nuevo tardo en ubicarme, pero en este viaje el factor tiempo era importante pues solo estaría una semana, entonces decidí poner la mayor atención posible y con todos mis sentidos. Error. En estas ciudades te consume la violencia latente y muy a flor de piel. A los tres días ya había fundido mi cerebro y un poco el espíritu.

III
El guía nos lleva primero por la iglesia, estéticamente impecable, pero la verdad es que no me interesaba mucho y entendí poco de lo que nos iba exponiendo. Mi curiosidad estaba puesta en el conflicto judio-musulman o israelí-palestino. Caminamos por la Vía Dolorosa, visitamos algunas de sus puertas, la vía por donde supuestamente Jesús cargó la cruz, unas callejuelas que sirven a su vez de mercadillo para los turistas y que con mucha facilidad puedes perderte por lo laberíntico que resulta la disposición de los templos en esta zona. Apenas estaba por empezar lo bueno para mí. Después del descanso para el refrigerio, el guía nos encamina hacia la primera frontera interna que se debe cruzar para entrar al Muro de los Lamentaciones (o Muro Occidental). Israel es toda frontera dentro de frontera, la arquitectura, por lo menos en Jerusalén es así, incluso fuera del cuadrante de los templos. 

Llegamos a uno de los puntos de revisión, por lo menos ubiqué dos para entrar y, como era lunes, cuando normalmente se celebra el Bar Mitzvah, había muchas personas en el templo, entre turistas y religiosos, aunque eso no parecía inmutar a los guardias. Primera sorpresa, aquí el uso de la fuerza prevalece entre todos. Los israelíes no conocen el respeto por el espacio ajeno ni mucho menos por la dignidad del otro y como todos han sido, son o serán soldados, porque los educan para la guerra, el conflicto no es de desigualdad económica (como en otros países), es por dominar al otro, por desterrarlo de su espacio vital si le estorba, incluso para llegar antes en la fila del bus. Y bajo esta consigna, alejada completamente de algún tipo de moral, lo israelíes llevan por mucho la ventaja con respecto a su contraparte, si fuera el caso de la única capa del conflicto, que no lo es.

El guía no se detiene sino hasta la otra frontera, la que se debe cruzar para entrar a la Mezquita. Y nos explica que para entrar a lo que los judíos llaman el Monte del Templo, se debe pasar otro control y solo está abierto en ciertas horas del día y puede ser que si la policía cree que es inseguro abrirlo entonces no podamos acceder a él. Es por ello que prefiere formarse mientras nosotros visitamos el Muro de las Lamentaciones. Hasta este punto, por más atención que ponía, no entendía nada. Me costaba seguir al grupo, pero sobre todo me costaba entender el conflicto de la seguridad-religión-muros. Como faltaban cuarenta minutos para que abrieran el acceso a la Mezquita, fui a pasear por el Muro, a dejar mis lamentos en la pared, una tradición que consiste en escribir algo que te aflige o que deseas o lo que quieras en un papel y meterlo entre la hendiduras de las rocas. El Muro está dividido, como todo en Israel, por un lado las mujeres, por otro los hombres. Después de hacer lo propio, dejar mi papel, que en algún momento lo incinerarán junto con el resto, regresé donde el grupo. Faltaban diez minutos para saber si podíamos entrar o no y ya la fila daba la vuelta a la esquina. Solo una hora se puede estar adentro una vez que se accede. Esta puerta de entrada no es la única, pero es por la que entran los judíos, los musulmanes usan otra. Todas están controladas por la policía israelí, aunque una vez adentro quien controla es la autoridad palestina. Primer eslabón perdido para entender algo del conflicto. Los conflictos de los últimos años que se han dado en Jerusalén tienen que ver con quién puede o no rezar en este espacio, donde confluyen las dos religiones mayoritarias, la judía y la musulmana. Los musulmanes se oponen a que los judíos usen ese espacio para su ritos y los judíos quieren expulsar a los musulmanes de ahí para construir un tercer templo. Quien a la fecha regula la convivencia entre religiones, por más absurdo que parezca, es el rey de Jordania, que se ha erigido como un tipo de mediador en el conflicto. Un mediador que a la fecha respetan los representantes de ambos lados.

IV
Una vez adentro de la Mezquita puede pasar de todo y es, de hecho, uno de los sitios más inseguros para estar mientras siga el conflicto entre judíos y musulmanes. En ambos casos hay provocaciones. Mientras estuvimos ahí entró un grupo de judíos ortodoxos que normalmente tiene que ir acompañado por la policía, y a su paso, las mujeres musulmanas les empiezan a gritar consignas. A su vez, los niños musulmanes usan la explanada del domo dorado para jugar futbol, situación que irrita a la autoridad judía. Mientras, la autoridad musulmana es quien se encarga de decir si la gente está en condiciones adecuadas para entrar debido a su vestimenta. Las mujeres no pueden enseñar casi nada de piel, y los hombres normalemnte no pueden entrar en bermudas, de ser así tiene que comprar una kufiya (la china que es barata, la palestina solo se encuentra en Cisjordania) que les amarran a la altura de la cadera y que simula un falda mal cortada. Si digo que la no-convivencia que se da en este espacio es surrealista, me quedo corta, es tétrica. Los templos están cerrados por lo que solo se pueden observar desde afuera.


Foto: Roxana Rodríguez

14.4.16

#291 / Crónicas de viaje: Israel-Palestina

Dia 1

Las instrucciones de la aerolínea decían que debía estar tres horas antes en el aeropuerto porque la autoridad puede (o no) hacerte una serie de preguntas (interrogatorio) antes de subir al avión, que incluye la revisión de equipaje de mano y aparatos eléctricos, o lo que sea necesario.

I
Salí de casa con tiempo, y, a pesar de que habían cerrado parte de las vías importantes en Barcelona por una carrera, llegué justo antes de las tres horas. Me formé en una fila que parecía enorme pero en realidad no lo era. A los cinco minutos tocó mi turno. Turno al interrogatorio. Primera sorpresa. El interrogatorio lo hacen jóvenes muy jóvenes, menos de treinta años, vestidos de traje negro, hombres y mujeres. No alcancé a identificar cómo se organizan para decidir quién "entrevista" a qué pasajero, pero lo cierto es que lo hacen. Los ciudadanos pasan de inmediato, los turistas, si son familia, pasan de segundo, quienes somos mujeres-solas-solteras, esperamos a que quien nos interroga quede satisfecho con las respuestas. Es decir, que tenga la certeza de que no somos una amenaza para el país. Que nadie nos ha enviado ni respondemos a intereses ajenos. 

A continuación intentaré transcribir la hora que duró, aproximadamente, la "entrevista".

Una mesa que me llega a la altura del pecho sirve de frontera entre David (su nombre es pura casualidad) y yo. 

D: Shalom
Yo: Shalom
D: a dónde viaja?
Y: Israel
D: de dónde viene?
Y: México 
D: enséñeme el pasaporte, por favor.

Abro la cartera que había comprado un día antes para llevar todas las tarjetas, visas, incluída la de Estados Unidos (para comprobar que soy moralmente solvente para los estándares internacionales), y demás documentos que pudieran solicitarme. En el apartado de los pasaportes tenía al frente el mío y una libreta roja del tamaño de un pasaporte atrás. Le entrego el pasaporte.

D: enséñeme el otro pasaporte también.

Se refería a la libreta roja que alcanzó a ver en la milésima de segundo que saqué mis documentos. Espero que también haya podido ver mi visa estadounidense, un tesoro identitario en algunos países...

Y: es una libreta.

Se da media vuelta y en una computadora revisa mis datos y sellos en el pasaporte de mis entradas y salidas del país.

D: a qué fue a Marruecos?
Y: a trabajar con la gente de la universidad.
D: qué universidad?
Y: la Autónoma de Barcelona?
D: a hacer qué exactamente?
Y: presentar avances de investigación.
D: a que va a Israel?

En este punto, a pesar de que me había imaginado el interrogatorio y las posibles preguntas, me pareció incorrecto decir de vacaciones. Preferí afirmar que iba de trabajo pero sin mencionar que mi trabajo en realidad consistía en ir a las zonas de convivencia fronteriza.

Y: a conocer su cultura.
D: viaja sola?
Y: sí.
D: tiene residencia española?
Y: no, tengo una visa de investigadora.
D: qué es eso?
Y: estoy de sabático y hago investigación.
D: a qué se dedica?
Y: soy profesora, académica, escribo libros...
D: qué investiga?
Y: las comunidades desde la filosofía.
D: qué es eso?
Y: investigo la convivencia entre comunidades para establecer modelos de sociedad desde la filosofía de la cultura.
D: y por qué viaja a Israel?
Y: porque varios de los filósofos con los que trabajo se refieren a la filosofía semita. Además, al ser católica es importante para mí entender de dónde proviene parte de mi ideosincracia.
D: qué filósofos son esos?
Y: Enrique Dussel, Étienne Balibar, Jacques Derrida, entre otros.
D: pero eso qué tiene que ver con su viaje?
Y: pues al estar influenciados por el dominio de la filosofía eurocentrica quiero conocer parte de los orígenes judeo-cristianos.
D: desde cuando planeó el viaje.
Y: desde hace más de un año porque hacer todos los trámites para obtener la visa española toma su tiempo.
D: qué documentos le pidieron para la visa?
Y: carta de aprobación de sabático por parte de mi universidad, carta de aceptación de la universidad española, seguro de gastos médicos y comprobante de ingresos.
D: tiene esos documentos? 
Y: puede ser que en el dropbox.
D: me los enseña por favor.
Y: ok

Empiezo a buscar pero como no quería usar mis datos móviles y no estaba funcionando la free wi-fi, David sacó su celular y me compartió de los suyos. Obviamente pensé que a partir de ese momento tendrían acceso directo a toda la información de mi teléfono. 

D: mientras busca, me puede decir que hace exactamente en la universidad [Autónoma] de Barcelona y en qué departamento está...
Y: tenemos un convenio firmado entre universidades que nos permite la movilidad docente para hacer un proyecto en conjunto. En el departamento de Sociologia.
D: La informó a la gente de la universidad que iba a hacer investigación en Israel. 
Y: sí, cuando estábamos firmando el convenio les envié un mail con mis intereses de hacer el viaje.
D: hace cuanto tiempo de eso?
Y: más de un año.
D: tendrá el mail donde les informa?
Y: puede ser, casi siempre borro todo pero quizá esté, lo busco.

Mientras buscaba me seguía preguntando datos de las reservas de hotel, cuánto tiempo me pensaba quedar, si conocía gente en Israel, hace cuanto tiempo había comprado el boleto de avión... Un momento de mucha concentración porque al tiempo que contestaba sus preguntas sin titubear trataba de encontrar en mi celular todos los documentos que afortunadamente sí tenía.

D: ya vamos a terminar... Ya verá que es mejor hacerlo ahora...

Sonrío... He de decir que nunca dejé de verle los ojos y en ningún momento me irrité ni mostré ansiedad... De antemano sabía que este viaje empezaría así.

Y: aquí están los documentos... 

Le doy el celular y los empieza a leer. Cuando llega al mail, donde explicó que quiero investigar Israel-Palestina, voltea inmediatamente.

D: tiene pensado viajar a Palestina.
Y: bueno, eso creía antes de conocer la situación... No sabía que la situación era tan grave...
D: pues le recomiendo que no vaya.
Y: ok.
D: qué resultados espera obtener con su viaje?

Pienso la respuesta unos segundos.

Y: no sé, hasta que esté ahí lo sabré, puede ser que no me sirva para nada... No lo sé...

Único momento en que lo observo titubear. Casi siempre la honestidad funciona en estos casos. En realidad no sabía con lo que me encontraría en el viaje, es más, no sabía si podría entrar a Israel.

D: ya casi terminamos. Enséñeme los mensajes de Facebook de su amigo en Tel Aviv. La credencial de la universidad. El boleto de vuelta y la reservación de los hoteles. Mientras los busca voy a hablar con mi jefe.

Le enseñó todo lo que me pide, los lee con calma, me regresa el celular y desconecta sus datos móviles.

D: pase por acá, voy a revisar su bolsa de mano.

Lo sigo, saco la cámara y el kindle, que es lo único que llevaba, además de la cartera, y empieza a escanear uno por uno. Me hace firmar una hoja donde autorizo a que revisen mi equipaje. Una vez que ha terminado me lleva al mostrador donde entrego la mochila.
Se despide de mí deseándome buen viaje. Me despido, doy media vuelta y respiro. 

II
Llego a la entrada que conecta con las salas de espera. Debido a los últimos ataques en Bruselas, el control y la revisión son aún más exhaustivos... Ademas, han aislado las salas de la sección del shopping center, solo hay un pequeño duty free. Pienso en lo aburrida que estaré por unas horas. Paso los dos controles sin problema y faltan dos horas para el vuelo, o por lo menos eso pensaba. El avión se retrasó y partimos una hora después de cómo estaba programado. En el ínter dudé un par de veces seguir con la travesía y en una ocasión estuve a punto de no hacer el viaje. Tenía ansiedad. El interrogatorio había surtido el efecto de saberme observada por un poder omnipresente.

Segunda sorpresa, la comunidad israelí es más muegano que la mexicana y mucho más escandalosa (entre otras características que con el paso de los días me provocaron mucha intolerancia, nuca había experimentado tanto malestar con una comunidad y mucho menos en tan poco tiempo). Durante el viaje, la ansiedad se hizo presente al despegar, afortunadamente un señor mayor ocupó el espacio que quedaba vacío junto a mí (en los asientos de la salida de emergencia de un avión jumbo donde puedes estirar las piernas) e intentó ser amable con mi soledad. Las sobrecargos mal encaradas, especialmente con las mujeres solteras, no hacen placentero el viaje (una cuestión cultural que desarrollo en las siguientes crónicas). Intento dormir algo después de terminar el libro de Amélie Nothomb pero no lo logro.

III
Llegamos, ya es de noche y pienso en lo que me falta, no sé si pueda con otro interrogatorio igual. Ubico migración, hay poca gente. Veo las caras detras de los mostradores, donde están los encargados de darte el permiso azul (la tarjeta de la visa por tres meses y que sustituye los sellos en el pasaporte por motivos que desconozco hasta ahora) e intento que sea nuevamente un joven el que me interrogue, pero la mujer mayor se adelanta. [Ya empezaba a desconfiar de las mujeres y su mal carácter.] Sonrío y la saludo. Empiezan las preguntas. Tres solamente: a dónde va, por qué tiene visa española, qué hace. Contesto. Duda un momento. Me entrega mi permiso azul. Respiro, sonrío y me acuerdo de David (el entrevistador). Tenía razón, era mejor hacer el interrogatorio previo a hacer el viaje. Siento un gran júbilo, durante años había pensado en hacer este viaje y finalmente me hallaba aquí, en Israel. 

Agarro mi maleta, salgo del aeropuerto y busco el lugar de los shutle que me llevan a Jerusalén. Había decidido empezar el recorrido allí. 

Tercera sorpresa, la infraestructura urbanística y especialmente de las autopistas oculta todo aquello que no quiere ser mostrado. En menos de una hora estaba en el hotel. En menos de una hora ya estaba dormida. El primer día había resultado agotador y hasta que no llegué a Tel Aviv, días después, no pude realmente dejar de sentirme observada.










13.4.16

#290

#bansky y la estética de la resistencia en Palestina





Fotos: Roxana Rodríguez 

11.4.16

#289

#jerusalem 

Fotos: Roxana Rodriguez 

#288

Luego hablaré sobre la autocensura. Es impresionante lo adoctrinados que estamos por los medios de comunicación como única fuente de nuestra realidad. Sin duda viajar y comprobar empíricamente es lo de hoy.