20.6.13

103

Las palabras no fueros suficientes,
La claridad tampoco.
Autosuficiencia.
... Otra vez
Lugar común
Cobijarase en lo conocido
Frustración
Resguardo del dolor
Impotencia
Ser condescendiente 
... Cobardía.


102

Una montaña rusa. Los sentimientos, las emociones, las querencias es una montaña rusa. La curva de la vida también es una montaña rusa. 

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Estirar la liga es mi deporte favorito. 
Un nudo oprime mi plexo solar.
La voz no es suficiente.
Llorar cien años.
Hoyos negros
Vacíos 
Lagunas
Dónde me perdí?

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Concupiscencia

18.6.13

101

Vista: copa del árbol
Actividad: reposo
Nada que declarar
La vida es una contemplación perpetua

100

100
Cien
100
Cien

Ayer hice cien días de sabático y se me olvidó escribir.

Cómo pueden pasar los días y olvidarnos de en qué día vivimos? Es una noción occidental del tiempo que nos rige como autómatas. Quisiera desapegarme del tiempo, dejar de contar, pero no puedo. Mi mente va más rápido. Soy una obsesiva del pensamiento y del hacer. He encontrado en el contar un cierto letargo y aún así se me olvida escribir.

100
Cien
100
Cien

Han sido días maravillosos.

16.6.13

Día 99

Recién nos recostamos y como es ritual estábamos revisando las últimas noticias en el Facebook, Twitter, guats up, etc. Un vistazo antes de dormir por si se nos va alguna noticia importante que no pueda esperar al otro día para ser leída. En eso estábamos, como todas las noches, cuando la habitación brinca. Primero pensé que estaba soñando, después que una bomba había explotado cerca, pero no había escuchado nada, finalmente que alguien me había jalado de los pies. Como cuando niña te asustan diciendo que si no te vas a dormir temprano vendrá el mounstro a jalarte los pies. Estaba en una retahíla de hipótesis y el jaloneo no terminaba. Votamos los celulares, nos volteamos a ver.
-esta temblando, dije.
-qué hacemos dijo M.
-vestirnos y salir, le conteste.
Hicimos lo que pudimos en el menor tiempo posible mientras las paredes tronaban y el espanta-espíritus del comedor trinaba.
Salimos a la jardinera. El temblor paró pero mis piernas seguían temblando. Traje conmigo el celular y pronto empecé a localizar a la familia. Todo en orden. Sólo el susto. Nos quedamos un rato más afuera. El cielo se ilumino con un relámpago silencio. Los perros dejaron de ladrar. 
Regresamos a la cama. Prendí la tele. No encontré noticias. Busque en fb y Twitter,      todxs escribían sobre el temblor a manera de reporte. Algunos empezaban a hacer chistes. Otros comparaban el temblor del 85 con éste. Si la memoria no me engaña éste lo sentí peor. Me asusté. Cuando creía que quien vive en la Ciudad de México debe acostumbrase a los temblores, una sacudida como ésta evidencia mi necedad. No te puedes acostumbrar a un temblor. Mucho menos si es trepidatorio.