derivado de mis múltiples procesos creativos y lúdicos acompañados de terapias alternativas y no tan alternativas, más bien psicoanalíticas, he descubierto dos teorías de la psique que me entusiasman por su complejidad.
Una la denominan la "teoría del martillo", aunque traducida a nuestra cultura sería la "teoría del NO". Esta teoría consiste en el diálogo interno en el que incurrimos cuando pensamos en que necesitamos pedirle algo a alguien pero no tenemos la certeza de que ese alguien nos podrá solucionar como nosotros estamos esperando nuestra petición. Ejemplo:
AAA: necesito clavar un clavo pero no tengo martillo.
AAA: si se lo pido al vecino que estaciona su carro enfrente de mi casa y he estado apunto de pincharle las llantas porque me molesta que cuando llego del súper no me puedo estacionar porque está él y tengo que caminar varios metros con las bolsas en mano...
AAA: entonces mejor no se lo pido porque seguramente como sabe que le tiro mala leche por ello seguramente me va a decir que NO.
Como se puede observar en este diálogo, que puede ser mucho más largo, lo que queda al descubierto es la inseguridad o la incapacidad de poder comunicar sin juzgar, producto de una historia cultural que ha trastocado la identidad.
La segunda teoría es la "teoría del claxón", ésta se define por el impulso que nos lleva a tocar o no la bocina del auto cuando estamos en una situación de estrés.
Ejemplo: El otro día que salía de nadar e iba tarde al trabajo me percaté que es posible controlar ese impulso de tocar el claxón, un reflejo de la frustración de no poder avanzar a la velocidad que deseamos, y que en realidad oculta un impulso mucho más complejo e inconsciente de lo que no podemos evidenciar en tan solo un instante.
Este reflejo de frustración se traduce en muchas de nuestras acciones pero no por ello estamos conscientes de las mismas, lo que sucede en este caso es que la relación claxón-ambiente-otro es producto de un deber ser social. Sin embargo, es posible traducirlo en una experiencia positiva si de forma consciente nos percatamos que afectamos algo/alguien y que sin duda no avanzaremos más rápido si lo tocamos con frenesí.