-Quién eres tú?, volví a preguntar.
- Me envió coco, contestó.
- Quién es Coco?, pregunté.
- El que vive en el siete, me dijo.
- Pues aquí no es, contesté ya malhumorada.
El joven se disculpó y salió apenado de la casa. Volví con mi libro en mano a la cama.
Cuando se fue sentí alivio. Nunca imaginé que fuera un ladrón. Y si así hubiera sido mi única arma hubiera sido un libro.
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