Me tiré a la piscina como una gelatina amorfa y empecé a nadar sin ritmo, sin aire y con hambre. La mente me estaba traicionando, no quería seguir nadando. Me paré un momento. Es domingo pensé. Estoy de vacaciones y tengo hambre. Salí con esfuerzos del agua, me sentía aún más gorda, ahora por no terminar la rutina. Entré al sauna, me recosté. Estoy sola, pensé.
Apurada me vestí. Tenía hambre. El restaurante no me gusta, pero hay un Starbucks en frente. Patético. Domingo de vacaciones y desayunando en un Starbucks. El hambre pudo más y devoré mi panini clásico. Al voltear la mirada para tomar el te helado me sentí aún más patética: "bonito día 🌞" había escrito la cajera. Es domingo, estoy deprimida, triste, gorda y sola.
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