4.6.23

Cuerpo trans-menstruante

Cuerpo trans-menstruante es el proyecto de escritura creativa que debí empezar hace ya algunos años porque de acuerdo con una nota de periódico, donde entrevistan a un ginecólogo hombre que ha de saber mucho sobre menstruación y menopausia, las mujeres empezamos el climaterio entre los 40-45 años, periodo de transición hormonal que se da a lo largo de 10 años aproximadamente. Puede ser que yo ya esté por terminar esta transición o es lo que deseo creer y por eso es que debí comenzar a escribir sobre ello muchos años antes, pero lo cierto es que no me interesó hasta inicios de este año que empecé a experimentar cambios hormonales, de estado de ánimo y de afectaciones físicas en general que me traen aturdida y que últimamente potencializan mi ansiedad funcional.

El objetivo es, como lo he hecho en otras ocasiones en este mismo blog, escribir una entrada diaria de ahora hasta que me declaren menopáusica en tono de prosa poética, poesía, ensayo o lo que vaya saliendo según como me esté sintiendo, por eso no aseguro nada clínico ni científico, quizá solo ontológico, autoetnográfico, de ahí el título "cuerpo trans-menstruante". 

En este proyecto autoetnográfico del cuerpo trans-menstruante no me voy a referir al climaterio de la mujer porque esa acepción de la transición a la que se refiere la ciencia, la biología, la cultura heteronormativa que estoy habitando y me afecta es muy precaria pues está asociada a la utilidad de la mujer y sus hormonas en el proyecto judeo-cristiano y darwiniano de la reproducción y supervivencia de la "especie humana", cuando lo que me interesa es dar cuenta del ser, del cuerpo, de lo trans-menstruante desde una perspectiva ontológica, ética, estética y política. 

Utilizo el prefijo trans y el adjetivo menstruante para referirme a ese cuerpo, el mío, que lleva meses o años acumulando una serie de trastornos que en primera instancia confundí o se sumaron a mi ansiedad funcional, al trabajo de duelo de los últimos cuatro años e incluso al trauma de la pérdida de un ser querido. La mutación, la inmunidad, la ajenidad de nuevos síntomas que han ido apareciendo en los últimos meses me hace pensar que el ser trans-menstruante que habita mi cuerpo es una intrusa que va y viene en tono fantasmagórico. 

La aparición del bochorno, del dolor de las piernas, de las manos, el cansancio, la pesadez en la cabeza, la sensación de desmayo, la pérdida de memoria, la falta de líbido, la piel corrugada, el insomnio, la ansiedad, la depresión, la tristeza, la alegría, la risa, el llanto, el mal humor, son sólo algunos de los síntomas prohibidos en la mujer occidental. Contrario a lo que el cuerpo trans-menstruante pretende liberar: la locura, la esquizofrenia, la paranoia. Síntomas que se hacen presentes de un momento a otro. En un minuto puedo estar en el supermercado, al otro tengo que salir corriendo y hablarle a mi ginecóloga para decirle que no me siento bien o puedo levantarme con toda la energía para empezar el día y después de tomar el café en la cama decidir que no necesito salir de casa.

El cuerpo trans-menstruante es todo aquello que no queremos ser, pero que es imposible no-habitar, por ello, en analogía con la enunciación filosófica de Preciado respecto a su transición transexual, con la que además encuentro una serie de similitudes, especialmente aquella que categoriza como "régimen farmacopornografíco" o su última referencia al "dysphoria mundi", para mí esta transición también es trans: transfronteriza, transcriptiva, transgresora, transductiva, transformadora, transliterada, transmutante, transustancial y transmenstruante.



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