13.8.08

A Edwiviges:

La libertad tiene su precio.
Nunca más volví a ver a mi abuela.
Marjane Satrapi


No esperaste más, el cansancio acabó contigo, o quizá fue la soledad. Dudo que haya sido la vejez pues siempre fuiste fuerte, lo único que te aterraba era la enfermedad y estar hospitalizada. Te dije que llegaría en junio, pero el miedo se apoderó de ti y no dejó descansar a tu corazón. No te he llorado mucho, trato de ser fuerte ante tu ausencia. Ausencia que se hace presente ahora con tu muerte y no con mi distancia. Tú que siempre estuviste esperando, esperando el amor de tus padres y hermanos; el amor carnal de un amante, de un esposo; el amor filial de los hijos y de los nietos; no pudiste o no quisiste esperar más. Te fuiste sin hablar, como casi siempre lo hacías, nunca decías lo que te molestaba, tratabas de no hacer ruido, de no importunar a nadie, pero al final siempre estabas presente en todo y en todos. Presente en nuestro cuidado, en nuestra educación, en las peleas de mis padres, en la comida, en los cumpleaños. Presente para escucharme, para apapacharme, para darme un consejo. Siempre te admiré, siempre te presumí, pero tú nunca te enteraste. Yo nunca te lo dije, como nunca te dije que te amaba. La última vez que te vi ya eras anciana, nunca te había visto tan pequeña y tan débil como esa noche en que fui a despedirme de ti. Temí haberte despertado, pero ahora sé que fue lo mejor pues desde ese día supe que no te volvería a ver. Llegaré en junio pero tú no estarás, iré a tu cuarto que fue mi cuarto y ya no te veré. Ahora sólo estaré yo o quizá nadie. Edwiviges, te fuiste sin decir adiós o a Dios pediste que te dejara descansar. Como haya sido, ahora sólo espero que tus noches de insomnio hayan valido la pena, que tus miedos se hayan esfumado y que duermas en paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario