29.1.10

A un año de Obama

Recién se cumplió un año del gobierno de Obama y salieron a relucir los pocos resultados y el descontento de la gente. No es casualidad que las esperanzas puestas en una figura política tan particular (por todo lo que implica su gobierno) se vean disminuidas en tan poco tiempo. Lo que sucedió es que nuestros vecinos del norte no se habían dado cuenta de que Obama es un ser humano, y no la representación de un líder ultrapoderoso (ni de una divinidad) que en 365 días podía hacer valer todas sus promesas de campaña (sin considerar la crisis económica).
Justo hace un año publiqué en este mismo espacio algunos de mis pronósticos para la "alternancia estadounidense" en un texto titulado "Obama: la representación del poder blanco", donde hacía una comparación superficial entre lo que había pasado con la entrada del PAN al gobierno mexicano y lo que podría pasar en Estados Unidos con la llegada al poder de un afroamericano. Hasta ahora me vanglorio con desdicha de mis augurios. Evidentemente no soy una seguidora de Obama (ni siquiera a un nivel utópico), pero reconozco que es un político carismático que cumple con las expectativas de la gente que cree en las profecias y que se han dado a la tarea de utilizar su poder para hablar de el final. Todavía no sé cuál, pero existe la creencia.
Después de un año de gobierno se puede hacer un recuento de los hechos y la verdad es que el resultado es en números rojos. Quizá a nosotros ya no nos sorprenda porque estamos acostumbrados a los fracasos, sobre todo desde que Fox ganó la presidencia (eso sin contar cada vez que pierde la selección mexicana de futbol); estamos acostumbrados a que nuestros políticos hablen a ligera y nieguen constantemente la detrimente situación de los mexicanos en cuestión de economía, política, justicia y demás situaciones del cotidiano. Sin embargo, los estadounidenses no; ellos están acostumbrados a ganar, a ser el centro del mundo, a invadir, a cerrar fronteras, entre otras minuicias. Ellos creen fervientemente en el poder de su gobierno porque así les hicieron creer, por lo menos durante los ocho años del gobierno de Bush. Ellos creen que pueden salvar al mundo de los terroristas, que pueden frenar la guerra santa, que pueden acabar con el narcotráfico y que pueden brindar la paz a los demás países del mundo, por lo que no entienden la dínamica  "consiliadora" y "humanista" de la Casa Blanca actualmente.
El asunto a relucir sigue siendo el mismo que señalé el año pasado: ¿Obama tendrá la capacidad para hacer valer su agenda sobre los intereses económicos, no sólo de los republicanos, también de los demócratas? La pregunta sigue en el aire y supongo que es cuestión de tiempo, sobre todo si piensa en un proyecto a futuro e intenta relegirse una vez que termine este periodo.

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