Faltan dos años más del sexenio calderonista (o mejor dicho navista, goméz-monsista y/o parederista); un sexenio ahogado en la inmutabilidad, impunidad e ilegalidad. Claro, al no haber un representante, un líder o un presidente legítimo (y no me refiero a Obrador), el país es tierra de nadie, y todas las fuerzas púbicas (desde la iglesia a la milicia, pasando por las cámaras) se están repartiendo el pastel. Evidentemente no hay nada para el pueblo más que aumento en los impuestos, en la inflación y en la gasolina. Pero a quién le interesa el pueblo, a nadie (ni a él mismo).
Serán dos años como han sido hasta ahora: con crisis, con muertos, con retrocesos civiles, donde nadie tendrá participación política, mas que los mismos políticos. Sentemonos a observar las reparticiones del 2011 (gobernantes con sus alianzas) y del 2012 (cámaras). La presidencia es la única exenta, esa prácticamente la tiene ganada el PRI gracias a su alianza con Televisa y el Partido Verde.
A partir del 2012 tendremos un presidente mediático, a diferencia de nuestro actual presidente dionisiaco.
Esperemos con ansia el 2012, porque este sexenio pasará la historia como el gran bacanal de los cinco poderes (seis si incluimos al narco), a que el tiempo nos cobre factura en lo social y económico, en lo cultural y artístico ni hablamos.
pd. en un dejo de esperanza podría imaginar un escenario distinto para estos dos años donde, al no exisitr un presidente que presida un país ni un partido, el caos encuentre su cauce en la rebatinga política.
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