Los budistas reniegan de las fotografías porque el recuerdo, si es necesario, está en la conciencia, no en la ficción.
Escribo porque la realidad me supera y prefiero creer que la felicidad o la ignorancia son solo ficción. Quizá creer también es ficción. Lo que no es ficción es la felicidad propia, la felicidad que dura un suspiro, la felicidad de quienes se aman y son producto del amor. Hoy, como nunca, una imagen destapó mi histeria y me dejó sentir la felicidad más profunda. Esa imagen se llevó mis miedos, mis celos, mis apegos. Solo me provocó una duda: cómo llegaron ahí? a verse con ese amor a cuarenta y cinco años de relación. A reconocerse como dos cómplices y compañeros en la inmensidad natural. Hoy estoy pletórica porque esos dos seres que me dieron vida alcanzaron la plenitud de su vida juntos. Esta imagen no es ficción, es la pura realidad.
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