2.3.16

#256

11:11
Dice el reloj
Durante 60 segundos
Tiempo en el que escribo
Un nuevo reto creativo
En 60 segundos
Cada que el reloj marque
11:11
¿Qué tienes qué decir?
Nada
Una pregunta sintácticamente 
Absurda 
Como otra que me gusta tanto
How come?
Nada
La sintaxis en cualquier lengua 
es absurda.
(Me pasé por 120 segundos
Reto no cumplido)

1.3.16

#255

Año bisiesto 
2016
Estoy tan ajena al tiempo
Al tiempo de Occidente
De no ser por un encuentro casual
Un encuentro que se da cada veinte
O cada cuatro años
O cada tanto 
Da igual
No me hubiera percatado
Del año bisiesto
2016
Leía que 4.1millones de personas
Nacieron en año bisiesto
Eso significa que solo cada cuatro años
Envejecen
El tiempo es tan relativo
Como lo es el año bisiesto
Este año no será la excepción
De lo que suceda en cuatro años más
Y casualmente 
En cuatro años más
Estaré nuevamente de año sabático
Bendito el año bisiesto 2016
Y también el año sabático






29.2.16

#254

Ha pasado la fiebre marroquí. La lluvia y el viento del fin de semana arremetieron con los recuerdos. Un libro, una vivencia, me remitió a lo que subyace a la experiencia. El puro placer. Me he convertido en una hedonista, voyeurista ya lo era. La combinación perfecta para un sabático. Para un trance, para hilar en fino. Insisto que estoy en crisis de los cuarenta, aunque una crisis bastante disfrutable. Hedonismo y estoicismo se han visto de frente. Una aporía a todas luces. El miedo y la inseguridad son malas consejeras, no así el estado del hedonista que se empecina en sentir, en vivenciar, en ponerle rostro a cada aspecto de la vida. Mientras el estoico se recoge para contemplar y disfrutar, disfrutarse en su fuero interno. No sé si son ontologicamente incompatibles, lo cierto es que ahora tránsito de un estado a otro con mucha facilidad y poca incertidumbre. Lo voyeurista siempre me acompaña. Ese siempre ha sido mi talón de Aquiles. Incluso en los momentos de más calma. 

21.2.16

#253

5:30 am
Llamada
Las mezquitas
Asincrónicas
Hacen eco 
De la palabra

5:30 am
Hora de levantarse
Escucho atenta
El embrujo
Sin saber lo que dice

5:30 am
Cuatro amaneceres
Similares
Hoy lo extrañaré 
Cuando despierte

O quizá extrañaré tus ojos
Diciendo lo indecible
Lo imaginado
Lo que cada una cree 
Haber escuchado
En silencio
En el silencio de una sonrisa 
Cómplice
La de las 5:30 am


Foto: Roxana Rodríguez 







#252

Salimos temprano para ir a la otra frontera, una que mide más de cuatro mil kilómetros y divide Marruecos de Argelia. Una locura. Humanamente imposible de controlar, a pesar de estar cercada en su totalidad. Una cerca que nuevamente cruza poblaciones. Solo que esta frontera no es entre Occidente-Oriente, sino entre Oriente-Oriente. Hermanados por las tradiciones, la lengua, la religión, la familia. Divididos por factores irreconciliables. El mundo árabe, conformado por 22 países, pensado para contrarrestar el bloque occidental, no logró su cometido. Se ha vuelto servil a los intereses de unos cuantos. Un recorrido largo, a ratos cansado por la carretera en construcción. Imponente por la geografía que amuralla con las montañas áridas. No ha llovido, dicen cada tanto. Hay sequía. Un recorrido intrépido porque no dudamos en subirnos a cualquier taxi. Carros antiguos, Mercedes casi todos, una estética aporetica del mundo arabe. Tonos crema, ocre, terracota. Nada brilla. Salvo la ropa de las mujeres. Las mezquitas se asoman cada tanto y cada tanto también se escucha el llamado a rezar. Paramos en un pueblo antes de llegar a la frontera. Un té por no dejar. Otro más. Menta pura. Azúcar. Una lengua rasposa que grita, parece que ofende. Cuando te acostumbras es dulce y debe ser melódica. Todos escriben, poesía. O lo intentan. Casi siempre los hombres, las mujeres apenas se hacen notar. Lo femenino es lo privado. Quizá por obligación, quizá por gusto. Llegamos a la frontera. Imperceptible. La guerra de las banderas dice quien viene a mi lado. Y es verdad. De un lado la estrella de cinco picos negra sobre fondo rojo. La de Marruecos. Del otro lado la media luna menguante y la estrella, también de cinco picos, rojas ambas, sobre el fondo verde-blanco. La de Argelia. Una malla ciclonica que divide una geografía montañosa. Gente del otro lado tomando fotos como nosotros. Viento frío. Nadie más en el camino. Seguimos andando. Carros militares de vez en cuando. De allá para acá no pasa nada, pero si cruzas para allá, los militares te disparan, nos advierten. Las referencias de la lengua son las mismas: de aquí para allá, de este lado y del otro. Es lo que tienen las fronteras. Punto diegético de las narrativas centrado en la lógica dimensional. Nada más importa. El territorio se defiende incluso desde la ubicación semántica. Seguimos el recorrido. Llegamos al mar. El otro lado del Mediterráneo. Un azul brillante-opaco, como la luna que ya se asoma. Luna semi-llena gris plata. En mi vida había visto algo igual. Tomé la cámara y salí a la playa. Ráfagas de viento frío. Corrí a tocar el agua, hice algunas fotografías. Estaba extasiada. Feliz. Aturdida. Incrédula. Embelesada. Marruecos te conmueve el espíritu. Ahora entiendo el gusto y la locura de Paul Bowles. O te atrapa o te incomoda hasta la ceguera. Así es Marruecos. Regresamos agotados. Nada que decir porque habíamos visto mucho. Más de lo que los ojos están acostumbrados. El regreso nuevamente intrépido. Otro Mercedes, otro taxista. Un bache rompió el radiador. Había oscurecido. Reímos de nervios. Seguimos andando con la libertad de la pequeñez humana. Así es Martuecos y así son sus fronteras.

Foto: Roxana Rodríguez 

Foto: Roxana Rodríguez 

Foto: Roxana Rodríguez