27.3.16
#277
La dicha de la vida se da cuando caminas en el montaña junto a una amiga y te imaginas la escena cuarenta años después. Solo habrán pasado los años. Las conversaciones serán las de siempre. Nuestras creaciones. Ayer caminábamos juntas y cada una hablaba de sus proyectos, ella de sus libros de arte, yo de las novelas por escribir. Nos contábamos los detalles, nos dábamos pistas, nos interesábamos en lo que cada una decía sin perder de vista el camino, haciendo pausas, observando la naturaleza. Pensamos en el éxito y sin duda ambicionamos con él, aunque no tenerlo en el sentido occidentalizado tampoco es una limítate para seguir creando porque es lo único que sabemos hacer para vivir, no sólo en sentido material, también espiritual. La dicha de la vida viene acompañada de un horizonte de creatividad compartida. Y de largos paseos cómplices.
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