30.3.16

#278

Llega la calma después del subidón del hormonazo que anuncia la regla. Días de incomodidad conmigo misma se esfuman en un suspiro. Días de encierro buscando la paz entre cuatro paredes y muchas lecturas simultáneas que me lleven al eslabón que mi mente se imagina pero que aún no tiene concepto, significado, palabra. Me topo con tres libros que leo al mismo tiempo, los tres eslabones perdidos de mi investigación, los leo indistintamente, confundo sus voces, traduzco mis pensamientos en una estructura narrativa. [Dudo. Siempre dudo. Pienso en lo mediocres que somos en un mundo globalizado. Y en lo complicado que es vencer nuestros propios demonios para no ceder a la vorágine de la ignominia de nuestras sociedades conservadoras. Principalmente quienes hemos decidido ser-otros. Andróginos. Homosexuales. Asexuales.] La calma siempre viene acompañada de un gran placer, el genio de la creatividad. Ese genio que no necesariamente sale de la lámpara pero está ahí, esperando, ansioso de ponerse ante un teclado y escribir, escribir hasta saciar el impulso. Lo demás es disciplina. Rutina. El quehacer de la escritura. Un quehacer solitario.

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