14.4.13

Día 35

Última parada del día: casa de mi hermana. David me deja en la estación del tren. El tren ha sido uno de los grandes descubrimientos para mí en un país donde es indispensable tener un carro. Las rutas conectan varios puntos y la puntualidad es impresionante. El recorrido por la costa del pacífico es hermoso, gozoso, hipnótico. Compro el ticket en la máquina después de varios minutos de intentar descifrar el destino: Riverside o San Bernardino. Me decido por el primero por la hora de salida-llegada. Tengo tiempo. Una hora. Me acomodo en los sillones de la estación. La estación de Los Ángeles es una estación antigua con pisos de mármol, candelabros hermosos, jardín bien cuidado, madera en muchos puntos. Llaman para subir al tren, es la última vía. Camino por un largo pasillo hasta que la encuentro. Me detiene un señor, revisa mi billete y me dice que no sirve, que necesito un pase de abordar. Le contesto que no entiendo. Suben otros pasajeros y entregan una papeleta con un número. El señor me voltea a ver y me dice: "necesita uno como estos". Me desconcierto. Me queda poco tiempo. Me duele la cabeza. Tengo que regresar por donde vine. Llego a la taquilla que no había visto. La señora me dice que con eso es suficiente. Regreso a la vía desconcertada. Sigue ahí el mismo señor, le digo que no es necesario. Balbucea algo y ordena que me forme. Adelante de mí una mujer con su hijo, migrantes ambos. Atrás forma a un señor que tiene un boleto como el mío. Empiezo a sospechar que me hizo perder mi tiempo por ser mexicana. La cabeza me va explotar y el estómago se me hace nudo. Ve su reloj. Revisa sus papeles, veo las papeletas con el número de asiento. Me descoloco. Nos dice que ya podemos subir. Me entrega la papeleta con un número de asiento. Se me sube el enojo a la cabeza. Lo miro fijamente y le digo: "me pudo haber dicho esto antes de hacerme correr". Subo al tren. Por fin voy a descansar. Ubico mi lugar, una señora gorda y ansiosa es mi vecina. Lo que me faltaba. Cierro los ojos e intentó recuperar la tranquilidad. No logro dormir pero se va el dolor de cabeza. -Por qué me estreso tanto? Qué necesidad?- La señora está intranquila porque tiene miedo que la parada del tren no sea lo suficientemente larga para que le de tiempo de bajar del segundo piso. Le pregunta al que revisa los tickets qué hace si se queda atorada en la escalera. El guardia la ve con cara de asombro y le dice: "me grita". Media hora antes de abandonar el tren decide bajar sus cosas. Está parada a la altura de mi asiento. Me imagino la escena final: mujer aplastada por señora gorda en el tren. Prefiero cerrar los ojos y hacerme la dormida. Demasiada imaginación.

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