Viajé en trolley de San Diego a Tijuana, entrando por la garita de San Isidro. Primera vez que hago el recorrido de esta forma. Primera vez que percibo la idea de que México es el "patio trasero" de Estados Unidos. Teóricamente lo tenía bastante claro, pero es muy diferente a vivir la experiencia en carne propia. La primera parte del recorrido es como estar en Epcot Center, colores brillantes, arquitectura californiana, ensoñación capitalista, una forma de vida rigurosa con matices de tolerancia, seguridad y orden. La segunda parte se percibe en color sepia, tirándole a gris. Casas uniformes en una sola línea o trailers park derruidos que abonan a la ferocidad de la globalización, grafitis a diestra y siniestra, la pesadilla de los que añoran el "sueño americano". El recorrido es un viaje en el tiempo, transita del primer mundo al tercer mundo en hora y media. Incluso los pasajeros van cambiando no solo de color, también de status social y migratorio. La idílica democracia estadounidense permite acostumbrar a la retina a una gama de minorías tolerantes entre sí, pero que enfatizan un desarraigo en común. El trolley se detienen en la estación final: la frontera internacional. La frontera que divide dos países históricamente trastocada por intereses particulares de uno y otro lado. El letrero indica: "Nueva salida peatonal", un pasillo de concreto con malla ciclónica en la parte superior. Avanzamos como en rastro, nos encaminamos al "matadero", a la dinámica voraz de las ciudades fronterizas. Al final, en el muro, la palabra M E X I C O grabada sobre el mismo concreto anuncian nuestro destino. Ningún guardia te revisa, sólo a aquellos que por azar o sospecha son detenidos. Al salir el tono sepia no solo toma una gama de colores chillantes, también sonoros. La fila para cruzar al otro lado es larguísima. Camino con paso firme. Estoy en casa.
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La música me llama, el dibujo también.
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Las acciones pasadas me están cobrando factura.
Tomar consciencia.
Sólo debo abrazarme.
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Lenguaje, memoria, narración.
Performance.
Salir de la convención.
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