-A dónde la llevo.
-A la colonia el reloj.
-Va al Asturiano?
-Cómo lo sabe?
-Por la ropa.
Me pareció obvio pero sin sentido. No es tan evidente en una ciudad tan grande. Ya ha llevado a otros clientesss, le pregunté. Hice énfasis en la palabra clientes y me sentí como si yo misma tuviera algunos. No me contestó. Seguimos avanzando por la Conchita. A esa hora el tráfico va a vuelta de rueda. Ese afán de las madres de dejar a sus hijos enfrente de la escuela.
-le iba a decir que tomáramos otra ruta, me digo el taxista viéndome por el retrovisor.
-pensé que no habría tráfico, siempre salgo más temprano, le contesté al momento que hacia cuentas de cuándo había sido última vez que pasé por ahí antes de las siete de la mañana. Varios meses ya de eso.
Estaba en ello. Pensando que le había mentido cuando el taxista me dice que lleva más de catorce horas trabajando. Lo veo intrigada, primero por mi seguridad, sólo espero que no se quede dormido en el trayecto. Después por un acto humanitario. Catorce horas manejando y de noche! Le empiezo a hacer preguntas sobre la motivación de trabajar tantas horas y me cuenta casi todo su vida. Un joven típico mexicano que se sacrifica por sacar adelante a su familia y darle a sus hijos lo que el no tuvo o no le dieron. Me contó de su casa, de sus ambiciones, de sus deudas. Mientras lo escuchaba pensaba en mí, en lo que no tengo, en lo que me he gastado. En que no se cuándo podría comprarme una casa, pero que por ahora tampoco me interesa. Mientras iba platicando se escuchaba cada vez más orgullosos de su hazaña de haber cumplido con el deber ser. Nos acercábamos a mi destino y empezaba a dudar de sus motivaciones y quería preguntarle si la finta de joven honesto, abnegado, responsable y trabajador le funciona para conquistar clientas. Me quedé con la duda pero no pude evitar despedirme en tono burlón diciéndole "buen día, eres un buen muchacho, tu esposa te ha de admirar mucho".
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