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Hice casting para taxista. Conseguí uno. Se llama Jorge. Después de Don José, el de Tijuana, me quedaron ganas de tener chofer, pero como no puedo contratar uno; es más, ni carro tengo, y dudo que en la bici alguien se apunte para llevarme, pues decidí hacer casting para hacerme de un taxista en la Ciudad de México. Empresa complicada si pensamos en la cantidad de gente que vive aquí y, sobre todo, en las distancias tan largas. Tardé semanas en dar con Jorge. Hice las preguntas precisas y me decidí por él. Le pedí su teléfono y lo puse a prueba. A la una en tal lugar. Llegó puntual. Me llevó al súper, cargó las bolsas y me dejó en casa. Hice casting para taxista, con que facilidad se complace a una mujer.
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