8.7.13

Día 120

Ayer mientras comía unos tacos escuché a lo lejos el himno nacional. Empezaba el juego de la sub 20: Panamá vs México. El fútbol me da un poco lo mismo salvo que es un deporte que sirve para reproducir ciertos esquemas de comportamiento bastante arraigados en nuestra sociedad y para distraer al pueblo de los problemas del país (ayer hubo comicios importantes en varios estados: Veracruz, Hidalgo, Quintana Roo, Baja California, entre otros). Afortunadamente perdió el equipo mexicano, hubiera sido demasiado descaro que ganara en la situación actual. Desafortunadamente el PRI recuperó terreno en varios puntos estratégicos y el resto de los partidos cada vez se alinean más con el partido en el poder. En fin, escuché a lo lejos el himno nacional, tenía tiempo que no lo hacía, y lo primero que se me vino a la mente fue la asociación patria-religión. He dejado de creer en ambas como institución, pero me sorprende la maquinaria ideológica de las dos para reproducir tanto el discurso nacionalista (acabado) y fanático de una forma tan brutal. Tenemos tan introyectado el himno nacional como el padre nuestro. Una buena mancuerna para someter en un país donde se piensa poco.

Pd. Si llegase a fallar el mecanismo del deporte como distractor nos queda el Popo. No es posible que la gente de la ciudad esté más preocupada por el volcán que ha estado activo desde hace siglos que por los comicios electorales en el país. El centralismo también es una forma de sometimiento para aquellos que se creen cosmopolitas... 

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