19.7.13

Día 132

El taxi nos dejó en la puerta de donde nos hospedaríamos. Una vieja edificación en un barrio que antes estaba cruzado por el muro, después fue de turcos y ahora se puso de moda. Bares que dan a las banquetas, gente caminando con cerveza en mano y muchos ciclistas de un lado a otro. 
Berlín sorprende al turista, una ciudad con encanto, sin pretensiones, cálida, amigable casi siempre. Aún así los oriundos se empiezan a quejar del turismo, no quieren que a su barrio le pase igual que en otro lados como en el Raval de Barcrlona, barrios de migrantes que fueron coptados por los empresarios para dar cabida a la economía de los servicios.
Berlín sorprende, hoy recorrimos el barrio, llegamos al Spree, quedan pedazos del muro, lo que fue el lado Este, ahora son grafitis que representan el dolor, la vorágine, la perversión. El muro de la vergüenza dicen, como el muro que divide Tijuana de San Diego. Del otro lado el río. Se podrá pensar en el fluir de la consciencia-de la memoria-como el fluir del río?

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