22.7.13

Día 135

Cambio de planes, dormir tarde, levantarse tarde. Caminar hasta el metro para encontrarnos con una vieja amiga que mis llevaría al lago. Viaje en metro, cuarenta minutos, transbordar de un vagón a otro, seguir adelante. Avanzar por lugares desconocidos pero que ya no sorprenden. Llegar a nuestro destino, un pueblo alemán a fuera de Berlín que además de sus casas con diseños altamente confortables y modernos, tiene el encanto de tener un lago. Un lago que en verano es un oasis después de un largo invierno. Es lunes y el lago poco a poco se va poblando en los pedazos de tierra que lo circunscriben y son altos para tender una toalla o una manta, desnudarse o ponerse el bañador y sacar la canasta del picnic. Todo un espectáculo. Me ilusiona que la condición humana se de estos respiros, pero pienso en mi ciudad, en mi país, en mi gente, y siento una gran tristeza, por qué no hemos podido aprovechar nuestros propios espacios públicos? Qué costo tan alto para toda la sociedad mexicana que éstos estén coptados tanto por el discurso de la inseguridad pero, sobre todo, por una ideología de las clases sociales... Es una lástima no tener la visión para democratiza los espacios públicos... 

 

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