-Donde siempre-me dijo.
-Sí, contesté.
-Pensé que ya se había ido, como no me habló antes- me dijo al subir al taxi.
Guardé silencio. Sólo atiné a balbucear una tontería. Caminar una hora en busca de un bar y no entrar a ninguno en una zona donde abundan es una situación difícil de explicar. En realidad quería decirle que hoy por primera vez me sentí ajena a ese lugar, que la gente tiene una peculiar forma de hacerte saber que estás de paso. Decidí guardar silencio, escuchar sin atención sus historias. Al llegar a casa nos despedimos y le pedí que pasara por mí a la misma hora.
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Sobre la hospitalidad:
No existe la hospitalidad pura, como dice Derrida. Me niego a darle la razón a Kant, tampoco existe la hospitalidad incondicional. Debemos repensar la noción de hospitalidad. Cuales son las condiciones para acoger al otro/a? La ética de la virtud? La experiencia? La sabiduría?
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