9.5.13

Día 61

me repito. me empiezo a cansar de mi voz interna. resuena. resuena. resuena. es monotemática. yo. yo. yo. yo. cómo logra una ensimismarse tanto.

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Al final logré hablar con la gente. Encontré el eslabón perdido. La frontera es permeable, mutable, flexible. Las personas no lo son. La academia menos.

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Una estudiante indígena (de la mixteca) que nació en San Quintin (Baja California) que habla de su monoteísmo pagano recreando la leyenda de Tabayuko (no existe referencia en internet).

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Una estudiante hindú de Holanda que está de paso en Tijuana que no tiene visa para cruzar al otro lado. Tampoco le interesa. Su objeto de estudio es la gente que vive en México (por cierto, le inquieta nuestro nacionalismo). 

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Un grupo de académicas que viene de otra frontera, la frontera Marrocco-España, hablan de la feminización de la frontera. Incipiente el estudio con respecto a lo que han hecho otras en Tijuana o Ciudad Juárez. A veces es importante dialogar con la otra.

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Una mujer del DF que decide pasar algunas semanas en Tijuana. Está agobiada. Demasiado por escribir. Ha visto y escuchado con atención. Ha experimentado y ha querido cambiar-se. No lo ha logrado, sigue siendo la misma. La frontera la cruzó. 

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