La comodidad del hogar me hace quedarme con el pretexto de la lluvia. Me paraliza. Me impide moverme. Justo lo que no quería. En esta gran ciudad andar de un lugar a otro con lluvia y sin carro, sin tener que hacerlo, se presenta como un reto nuevo. Un reto que debo experimentar porque es parte de la terapia de contraste. Debo evitar en la medida de las posibilidades dejar de moverme. Anquilosarme. Regresar a mi estafo de confort. La vida está en la calle. En casa la reflexión.
Realidad:
Salí de casa y me dejaron plantada. Siguiente compromiso en dos horas. De Coyoacan a la Roma un trecho por andar. Qué necesidad? Y si regreso a casa, a cobijare, a resguardarme?
Realidad:
La ciudad oprime. Es mejor encontrarle el encanto al desapego. Pare de sufrir.
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