20.5.13

Día 70

Terapia de contraste

Imaginemos que la mente es un músculo que se desgarra por hacer ejercicio sin calentar. Un desgarre mental enquistado por años que consiste en racionalizar todo, tener la verdad y querer controlar el mínimo detalle, conductas obsesivas que se recrudecen con el paso del tiempo.

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Cuando el desgarre mental empieza a dar problemas de sociabilización o para relacionarse con otras personas entonces buscamos ayuda. No es la regla, algunos viven con atrofia mental toda la vida. No se puede curar al que no quiere ser curado.

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Mi experiencia es basta en terapias de diferente índole: conductista, gestalt, lacaniana, sistémica, la última fue humanista. Obviamente también he transitado por la búsqueda espiritual: catolicismo, hinduismo, budismo. Y por las terapias esotéricas: lectura de cartas, de manos, reiki, entre otra gama de posibilidades que se ofertan en el mercado new age. Todas o ninguna con un resultado favorable porque a la primera de cambios las fui abandonando. Abría la caja de Pandora y  salía corriendo sin bajar la tapa. No fue hasta que decidí hacer vida fronteriza que los desgarres mentales empezaron a causar dolor que evidenció la atrofia de tantos años de condescendencia.

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Cruzar la frontera, cambiar de registro, hablar en otra lengua, pagar en otra moneda, manejar en otro país, reconocer al otro, confrontar al sistema, exponerme a la migra, entre otras situaciones que se viven en la frontera han provocado una crisis de identidad. Me pregunto por primera vez quién soy? Qué quiero? A dónde voy? No tengo respuesta, sólo se que la terapia de contraste funcionó.

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No soy terapeuta pero hago ejercicio y entiendo que lo mejor para un desgarre o una contractura es la terapia de contraste: compresas de agua caliente y hielo, alternando cada determinado tiempo. El calor oxigena, el frío desinflama. En la frontera pasa algo similar, la constante exposición a la vulnerabilidad provocada por el cambio de registros ha contribuido a deconstruir los desgarres mentales que empezaban a enquistarse en actitudes y conductas obsesivas.


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El diagnostico de mi desgarre mental consiste en afirmar que la rutina inhibe la creatividad; el no reconocer al otro/a exacerba la falacia de tener la verdad; y el hecho de evitar exponerse al riesgo genera insatisfacción.

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El tratamiento consiste en terapia de contraste, dejar que la frontera te cruce, cambiar constantemente de registro, de país, de lengua hasta que llegue el punto en que dudes de tu identidad. En ese momento empieza la sanación. Solo hay que tener cuidad de no volverse loca. Si se lleva al extremo los resultados puedes ser otros.

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Contraindicaciones: no se siga el tratamiento si no está consciente de su atrofia mental.


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